El Deseo de la Luna

Capítulo 35

Aadya

— Si quiere puedes ir a vivir conmigo — habla Emilio

— No no...solo lo decía de broma — digo y me acerco de nuevo a él — lo mejor será que regresemos — lo ayudo a levantarse al igual que Jack, que se coloca a su costado, Emilio pasa su brazo por atrás del cuello de Jack para sostenerse y hace lo mismo conmigo con su otro brazo.

Nos tardamos más de dos horas en llegar a la manada ya que nos llevamos de regreso a Emilio despacio y con calma para que no se lastimara.

Una vez que llegamos a la manada Jack fue el guía para llevarlo hasta su casa. Toqué dos veces una vez que llegamos a su casa, esperando a que nos abrieran.

— ¿Quién? — gritaron del otro lado con una voz que se me hizo familiar, pero no sé de quién.

— ¡Yo papá ábreme! — gritó Emilio desde afuera, no tardaron en abrir la puerta y quedé en shock al ver quién era su papá

— ¿Maestro?

— ¡oh! Hola Aadya, Jack. ¿por qué no fueron a entrar hoy? — habla Raúl tranquilo.

— ah, bueno, eso es porque…. ¿es tu papá? — pregunto totalmente confundida, nunca pensé que Raúl fuera el padre de Emilio

— Sí. — asiente feliz Emilio.

— ¿Y por qué llegas tarde al entrenamiento y tu padre temprano?

— Eso es porque obligó a Emilio que haga sus propias cosas. Tiene que aprender hacer responsable y si yo lo levanto todos los días jamás aprenderá. ¿o sí? — habla Raúl además de que siempre se duerme.

— No pues, en verdad me sorprendió saber que usted es su padre.

— Bueno, tampoco es como que Emilio lo grite a los cuatro vientos.

— En eso tiene razón, aún no nos conocemos también.

— Para eso tendrán mucho tiempo así que pasen y empiecen a conocer a la familia. — dice Raúl haciéndose a un lado para dejarnos pasar.

— No quisiéramos molestar, solo venimos a traer a Emilio ya que se lastimó el tobillo.

— otra vez. — lo mira algo molesto — de seguro por irte de nuevo a las cascadas esas — lo regaña

— ¡Hey amor!

— ¿Qué pasa? ¿por qué gritas? — dice una señora casi idéntica a Emilio saliendo detrás de Raúl

— pasa que tú hijo se volvió a lastimar en las cascadas y de seguro por andarse aventando de nuevo desde arriba — escucho lo último y miro a Emilio

— ¿No habías dicho que eran peligrosas? — le pregunto confundida.

— porque crees que sé, que son peligrosas Aadya

— ¿Te aventaste?

— Si. Nunca pensé que me arrastrarían tanto, esa vez me lastimé mis costillas por chocar con las piedras. — dice tranquilo — además apuesto a que Jack igual se lanzó es muy tentador aventarse — dice volteando a ver a Jack que está a su lado aun sosteniéndolo.

— No. Yo no me aventé, no estoy tan loco como tú — niega en seguida — yo sí sé que son peligrosas.

— Bueno es que tú eres un aguafiestas por eso no te atreverías aventarte, pero Aadya es diferente ¿verdad? — me voltea a ver

— Bue-no asi tan loca no estoy, pero yo solo me aventaría si fuera necesario, no por gustó.

— Así es, no todos son tan locos como tú hijo mío.

— No, no lo que pasa es que les hace falta vivir con emoción padre y de eso yo me encargo.

— Tú no te encargas de nada — dice Raúl tomando a Emilio de la oreja y lo jala hacia adentro de la casa

— ¡hay! ¡hay! ¡hay! — se queja al instante tratando de caminar, pero es imposible va cojeando por su tobillo — ¡me duele padre!

— ¿No que hace falta vivir con emoción?

— Emoción, más no dolor padre — dice fingiendo llorar entrando por completo a la casa.

— hay no — suspira la mamá de Emilio — disculpen niños por esa escena, pero ellos así son.

— ¡Oh! No se preocupe nosotros igual ya nos íbamos ¿verdad? — codeo a Jack para que diga algo.

— S-si ya nos vamos solo traíamos a Emilio a casa.

— Muchas gracias, que descansen.

— Igualmente señora — decimos en unísono viendo como la madre de Emilio entra a su casa cerrando la puerta detrás de ella.

— ¿Cuándo tú vienes se ponen así? — pregunto en susurro mientras damos media vuelta discretamente para alejarnos de la casa.

— Nunca había visto a sus padres — me susurra, no queremos que nos escuchen

— ¿En serio?

— Si. Cuando empecé a venir por él siempre salía solo, además tampoco sabía que nuestro maestro fuera su padre, solo lo veía llegar tarde al entrenamiento y de vez en cuando nos encontrábamos en las cascadas, pero como sabes nunca hablamos.

— Oh ya, ¿y tú familia cómo es? —

— Bueno ellos.... Son normales creo.

— ¿Normales, solo eso?

— Bueno, es que a mí nunca me jalan la oreja y tampoco me regañan.

— A la mejor porque eres inteligente ¿o no?

— Puede ser, además, no me comportó como él. Yo sí se comportarme y sé lo que es peligroso.

— pero porque tú eres serio e inteligente, piensas antes de hacer las cosas y Emilio es un alma libre, que quiere intentar todo, aunque eso sea arriesgado.

— Aun así, debería de medir lo que hace. No siempre alguien la salvará o estará con él para recibir el castigo juntos. — dice en forma de reclamo cambiando por completo de ánimo.

— No fue su culpa. Él ya lo dijo, Susan fue...

— Si. — me interrumpe — ella fue la que se tropezó con él, pero aun, así sabiendo como es, decide reclamarle.

— Yo igual reclamaría. — suelto y Jack se detiene al igual que yo — no es justo que te culpen cuando el error fue de otro.




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