Me encuentro caminando en un lugar por el bosque, está lleno de ramas y las quito con mi mano para poder pasar. El sonido de la naturaleza es tranquilo, silencioso, el único ruido es el que hago es al quitar y pisar las ramas. El viento es fresco, se siente tan bien que parece irreal.
Quitó la última rama que me tapa la vista viendo una cueva enorme y enfrente de está una piedra donde se encuentra un lobo blanco muy hermoso, su pelaje incluso a la distancia se ve tan esponjoso y tan bien cuidado que da envidia.
Me acerco un poco más llamando su atención al instante, me mira fijamente, sus ojos son morados con negro estos llamaron mi atención tanto, que ni siquiera me di cuenta en qué momento se acercó a mí.
— ¡Despierta! — escucho que gruñe y reacciono, pero no logro entender que quiere decir.
— ¿Cómo?
— ¡¡Despierta!! — se lanza sobre mi tirándome al suelo provocando que abra mis ojos de golpe.
Despierto. Mi respiración es agitada. Miro a todos lados observando que estoy es las cascadas. Me levanto con cuidado y miro mi mochila en el suelo, la tomo y trato de tranquilizarme. Es tarde ya, miro la luna que ya se ve en el cielo, bajo mi mirada al río, donde la luz de la luna pega directo sobre la roca de la última vez.
Decido bajar e ir directo a la roca, pero cuando ya estaba enfrente de está escucho una rama tronar. Me detengo de inmediato enfrente de la roca esperando otro sonido, pero no se volvió a oír nada.
— ¿Quién anda ahí? — pregunto nerviosa viendo a todos lados escuchando pisadas, cuando de la oscuridad sale un lobo enorme de color negro viéndome fijamente.
Por la luna es enorme. Pensé al verlo salir de la oscuridad.
El lobo se subió sobre la roca y yo di un paso hacia atrás tratando de procesar todo lo que estaba pasando. Cuando a mí mente llegó algo que me asusto por completo, y es que en estos días que he estado en la manada nunca había visto a ningún lobo negro total.
Eso evidentemente me asustó, por lo que caminé unos pasos más hacia atrás provocando que el lobo gruña y que yo me asuste aún más, me sacó de mis pensamientos por completo que yo lo único que buscaba era la forma de salir de ahí.
Se acerca lentamente a mí pero antes de que llegue por completo a mi empiezo a correr subiendo de nuevo hacia arriba de las cascadas.
¡No quiero morir!
Corro lo las rápido que puedo sin voltear a verlo, pues escucho sus pisadas que vine detrás de mí.
Mi corazón late deprisa al sentir la presión de que cada vez está más cerca de mí. Siento el viento frío golpeando mi rostro de lo rápido que voy; sin embargo, aun así, cada vez está más cerca. Salto alto llegando hasta arriba de las cascadas de nuevo corriendo al lateral de ellas, pero el lobo sigue atrás de mi logrando alcanzarme corriendo justo a mi lado.
Lo miro con miedo y asustada, en cualquier momento podría lanzarme una mordida y podrá ser mi fin sino logro escaparme de él.
Volteo a ver la corriente de la cascada azotando con fuerza y sin pensarlo dos veces decido aventarme por la corriente. Alcanzo a ver, aunque sea un poco el rostro del lobo, se veía tan preocupado cuando se dio cuenta que salté incluso un gruñido demasiado fuerte salió de él tratando de detenerme con su boca, pero su reacción fue muy lenta.
La corriente está tan fuerte que me sacude como si fuera una hoja de papel, golpeándome con las piedras que están en el agua, dejando varias heridas en mi cuerpo llevándome lejos del lobo.
Miro hacia el frente y veo que ya estoy a punto de caer, trato de nadar hacia el lado contrario pero el agua me jala impidiendo que avance — ¡AAH! — grité al caer de la cascada varios metros recibiendo un fuerte golpe al llegar al agua volviendo a sacudirme como quiera.
Mis fuerzas se agotan, al llegar al final de la corriente, contrabajo salgo del agua sintiendo dolor por las pequeñas piedras en mis palmas y rodillas, salí gateando y con la respiración agitada.
Es verdad lo que dijo Emilio, de ahí sales con las costillas rotas y miles de cortadas por todo el cuerpo.
Toso un par de veces sacando el agua que me tragué para después caer rendida en la orilla viendo de nuevo la luna.
¿Puede ser posible que me odies?
Pienso cerrando mis ojos, respiro con dificultad una y otra vez, trato de tranquilizarme, pero todo mi cuerpo me duele, nunca pensé que la corriente me lastimara tanto.
Vuelvo a escuchar un gruñido, volteo de lado izquierdo y veo de nuevo al gran lobo negro, su rostro refleja ¿preocupación? En realidad, no lo entiendo; sin embargo, parece más preocupado que yo.
Si me odias. Respondo mi pregunta pasada mientras vuelvo a ver la luna, pero esta vez no le doy importancia al lobo, estoy muy cansada como para levantarme y correr de nuevo.
— Si quieres matarme solo hazlo.
— ¿Por qué te mataría? — escucho su voz dentro de mi cabeza. ¿Cómo pueden hacer eso? Shiro igual me habla asi, pero solo puedo escucharlo, nunca he podido responderle.
— ¿No...no me has seguido todo esté tiempo pa-ra eso? — digo con dificultad siento que en cualquier momento voy a perder la conciencia.
— Parece que aún no logras reconocerme.
— En estas tierras no hay ningún lobo negro ¿eres un caído?
— Si lo fuera ya hubieras muerto en el momento en el que te alcance, aunque debo admitir que nunca pensé que te atreverías aventarte por las cascadas.
— ¿Cuál es tu punto?
— Solo quería asustarte como castigo, pero veo que te asusté de más. ¿Cómo te sientes?
— ¿Asustarme? Para que querrías asustarme, además no sé quién eres.