El Deseo de la Luna

Capítulo 40

Me encuentro en el mismo lugar de la vez pasada buscando a la loba que vi la última vez, pero ahora no sé dónde está. La cueva en la que estaba la vez pasada, ahora está vacía.

Miro a mi alrededor buscando, pero no hay nadie, doy media vuelta y cuando ya iba a empezar alejarme se lanzan sobre mi tirándome al suelo.

— ¡¿Por qué?! — gruñe la loba que vi la vez pasada tiene una costumbre de lanzarse encima de mi para gruñirme solamente.

— ¿Por qué? ¿qué? —pregunto tratando de quitarla, pero es imposible está poniendo demasiada fuerza.

— ¿Por qué estaba sufriendo?

— ¿Sufriendo quién?

— mi mate, lo pude escuchar.

— ¿De qué estás hablando? No tenemos mate

— Claro que sí

— No. Claro que no. Estamos solas es esto, así deja de hacer especulaciones y deja de tratar de salir.

— ¡Necesita de nosotras! — me gruñe más cerca de mi rostro molesta provocando que igual yo me exalte.

— ¡No! ¡lo que necesitas ahora es controlarte! ¡¿tú crees qué no me duele que mis huesos se rompan?!

— ¡Es la única manera para que pueda reconocernos!

— ¡Olvídalo! ¡lo que menos necesitamos ahora es...

Me interrumpe — ¡No haces nada por él! — dice mientras se aleja un poco de mí.

— Ni si quiera se quién es ¿cómo es que haré algo por él?

— Déjame transformar y lo encontraremos, su olor lo delatara.

— Olvídalo — me levanto quedando frente a la loba.

— ¿Por qué no?

— Porque tengo muchas cosas que hacer y entre ellas no está enamorarme.

— Entonces romperé cada uno de tus huesos hasta que me dejes salir. — me amenaza.

— Bien, inténtalo, solo quiero decirte que pierdes el tiempo, porque cuando por fin salgas lo nuestro se definirá, por lo tanto, no dejaré que controles mi cuerpo y lo único que ganarás será unirte a mí y sentir, lo que yo siento. Y si yo no lo quiero entonces tu tampoco.

— ¡Lo dejaras atrás!

— No arriesgare a las personas que me importan por alguien que no conozco.

— ¡Es nuestro mate!

— No es nada. — digo sería y la loba se voltea unos instantes para después regresar su vista a mi viéndome fijamente.

— Hablas como si ya tuvieras el control, pero no es verdad, recuerda que mis características serán igual tuyas y reconocer a nuestro mate es algo inevitable.

— Eso lo veremos, así que te pido que te controles y dejes de romperme los huesos.

— No me tendrás sino me dejas sentir a nuestro mate por lo menos una vez.

— Bien, por mi puedes ser un fantasma viviente dentro de mí.

— Veremos quién necesita de quién.

— Lo veremos.

...

— ¡¡Aadya!! — escucho gritan mi nombre de manera horrible. Se le está saliendo el gallo. Pienso al abrir mis ojos bien reconociendo al que grita que es...

— ¡¡Ya despierta!! — voltea rápido sin darse cuenta que ya desperté golpeando mi rostro con su mano, fuerte, logrando que vuelva a caer al piso.

— ¡Eres idiota Emilio! ¡Era despertarla no volverla a desmayar!

— Lo siento, lo siento fue sin querer — se disculpa una y otra vez. Mientras que Jack solo niega con la cabeza ayudándome a levantar.

— ¿Cómo te sientes?

— Bien. Aunque si me siguen golpeando así se me va a salir el cerebro.

— Emilio que no tiene cuidado

— ¿y tú sí?

— Me disculpé antes de hacerlo, además se compensa porque te cuidé toda la noche.

— ¿Toda la noche? ¿A qué horas son?

— Son las 12 de la tarde.

— Tanto tiempo dormí.

— Sí, pero no te asustes, me imagino que fue por el dolor de que tus huesos se hayan roto, además que en el proceso volvieron a la normalidad. — dice eso y yo miro mis huesos que ayer se rompían.

— Es verdad — digo sorprendida — esperen ¿son las 12? — pregunto confundida.

—  Sí. — responde Jack

— ¿Y no han venido a buscarme? — pregunto y Jack voltea a ver a Emilio serio, mientras esté se aleja un poco viendo a otro lado.

— Dile lo que hiciste Emilio.

— Yo-yo no- eh-eh he-cho nada, pero si-si quieres pu-puedes ir a vivir conmi-go

— ¿De qué hablas?

— Mi papá ya dijo que si te podías quedar.

— Espera, espera, Emilio lo que dije solo era de broma. No tenías que pedirle permiso a tu papá

— En la situación en la que estás creo que sería buena idea irte a vivir con él.

— ¿Cuál situación?

— Bueno — Emilio se rasca la cabeza pensando, poniéndose algo serio, pero con decepción a la vez — lo que pasa es que le mentí al alfa y creo que no lo tomó nada bien, porque se fue como rayo después de lo que le dije.

— ¿Qué le dijiste Emilio?

— Le dije que…tu y Jack eran mates y que por eso no debía buscarte ayer en la noche.

Emilio

Recuerdo de anoche

— No — susurró el alfa triste alejándose de todos yendo hacia a su casa. Quede plasmado por su actitud, nunca lo había visto así y creo que mi padre tampoco está que no se lo cree.

— ¿Lo qué dices es verdad? — voltea mi padre a verme un poco exaltado.

— S-si ¿por qué lo dudas?

— Espero que sea verdad lo que dices Emilio, porque nadie reacciona así, a menos que le duela en el alma.

— Todos pueden reaccionar así

— te equivocas, una reacción de esas solo se logra cuando pierdes lo que más quieres.




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