El Deseo de la Luna

Capítulo 41

Aadya

Esto es malo, muy malo, Emilio me contó todo lo que le dijo a Sebastián y como es que el reaccionó, sin duda de seguro está decepcionado por no “decirle” de mi supuesto mate; sin embargo, tampoco puedo desmentir a Emilio, si no puede que lo castigue por mentirle además Jack y yo quedamos en seguir el juego, aunque a mí parecer es una tontería lo hacemos para que no castigue a Emilio por cubrirme a mí.

Ahora mismo voy llegando a casa del alfa son aproximadamente las 2 o 3 de la tarde, la verdad estaba nerviosa de llegar a casa, pero mientras más tiempo tarde peor será para mí.

El problema ahora es que, no sé si tocar o no. Me armo de valor y cuando ya iba a tocar alguien más abrió.

— Hola — digo apretando los dientes. ¿Por qué me tuvo que abrir Susan?

— ¿Tu eres...? — se me queda viendo un buen rato analizándome de pies a cabeza.

— Aadya —digo apretando los dientes.

— ¿Quién es? — escucho la voz del alfa molesto.

— ¡Aadya! — grita y se escucha arrastran una silla, golpeando la mesa.

— ¡Que pese a mi despacho!  — trago grueso al escuchar su voz que da miedo —¡y quiero que todos se vayan!

— ¿Todos?

— ¡Todos!

— Hay amor — se queja haciendo un puchero.

— ¡¡Ahora!! — grita y todos los encargados de la casa salen corriendo incluso Susan sale.

— Ya lo oíste — dice y yo paso — ¿por cierto tu eres...

— La que está a su cuidado — digo sin voltear a verla cerrando la puerta detrás de mi yendo directo al despacho observando antes de entrar que estaban comiendo.

— Cierra la puerta — habla serio y muy molesto sin darme la cara viendo hacia la ventana.  Cierro la puerta detrás de mí y me acerco un poco hasta donde está su escritorio.

— ¿A qué horas son? — pregunta sin voltear a verme

— No lo sé.

— ¿A qué hora te fuiste ayer?

— No lo sé.

— ¿Entrenaste hoy?

— No. — digo sintiendo como cae agua fría sobre mi observando a Sebastián cerrando la ventana para después darse la vuelta viéndome enfurecido.

— ¿Con quién estabas? — gruñe colocando sus manos en su escritorio.

— Con Emilio

— ¿Con quién más?

Trago grueso evitando su mirada — Jack

— Jack — repite para después golpear la mesa asustándome — ¡¡¿qué hacías con él?!!— me quedo en silencio sin saber que decirle y vuelve a gritar más fuerte — ¡¡¡contéstame!!!

— Caminar.

— ¿Caminar? — ríe irónico. Baja su vista a la mesa del despacho apretando sus puños sobre ella dejando salir un quejido. Lo veo al escuchar su quejido observando unas pequeñas lágrimas cayendo sobre su rostro. — ¿toda la noche? — levanta su vista viéndome fijamente y yo siento un dolor inexplicable en mi corazón de verlo así — toda la mañana, toda la tarde, Aadya.

— Lo.. Lamento.

— ¿Qué hiciste con él?

— Nada. Solo...caminamos

— ¡¿Y por qué hueles tanto a él?!! — gruñe aprontando los dientes y yo me quedo en shock sin saber a lo que se refiere, pero luego recuerdo que Jack me dijo que me cuido toda la noche. — ¿me estás mintiendo?

— No claro que no. — digo rápido.

— Entonces dime ¡¿por qué?!  ¡¡¿por qué traes su maldito olor?!! — gruñe aventando algo contra la pared que se rompe en seguida.

— Nos que damos dormidos en el bosque.

— En el bosque — irónico

— fue como lo de Left — digo rápido y Sebastián voltea a verme acercándose a mí.

— No hagas comparaciones, él y yo no somos iguales.

— eso lo sé, tú eres más grande que él, pero fue lo mismo.

— ¡Jamás será lo mismo!, yo te respeto, te cuido, te protejo.

— Él igual.

— ¿En serio? ¿cuándo te ha protegido? ¿cuándo te ha cuidado?  Es más ¿qué sabes de él?

¿Es en serio?

Me dije a mi misma al no entender por completo su enojo, sé que llegué tarde,  pero eso no quiere decir que ahora desconfíe de Jack haciendo especulaciones sin sentido.— no vas a desconfiar ahora de él.  Siempre ha vivido aquí — digo obvia

— lo hago porque…— iba a decir algo, pero se escuchó el sonido de la puerta principal abrirse.

— ¡¡Dije que no quería a nadie!! — grita, pero aun así los pasos se siguen escuchando y se dirigen hacia aca.

.....

Jack

Después de que Emilio le contará Aadya como fue que logro evadirlo, decidimos seguir el juego, ya que ninguno de los dos queremos que lo castiguen por inventar una gran y enorme mentira. La única mentira que no puede ser perdonada tan fácil y menos si a quien le mientes es a un alfa.

No quiero pensar que podría pasar si nos descubre, así que los tres acordamos en seguir esta mentira para cubrirnos entre nosotros mismos.

Dejamos Aadya cerca de la casa del alfa y nosotros dos nos alejamos yendo hacia un árbol para escondernos observando que todo saliera bien, pero solo veíamos como daba vueltas en el mismo eje armándose de valor para por fin tocar después.

La luna le abrió la puerta, hablaron de algo y volteaban hacia dentro de la casa, cuando de la nada todos empezaron a salir de la casa, incluso la luna salió y Aadya instantes después entró cerrando la puerta.

— ¿Crees que esté bien? — pregunta Emilio observando lo mismo que yo.

— No lo sé — le contesto dejando de observar, afine mis oídos será imposible escuchar de qué hablan adentro. El alfa tiene su casa hecha para que nadie escuché lo que pasa ahí adentro.




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