El Deseo de la Luna

Capítulo 48

Por otro lado, en el castillo de Ziro se encontraba Henry en su cuarto viendo fijamente la vela que estaba apagada. La vela solo se prendía cuando el híbrido se unía a sus dos sobrenaturales.

Henry suspiro y se levantó de la silla dejando de ver la vela, hace dos semanas atrás se prendió y estuvo prendida un buen rato, pero ahora ni chispas de querer prender saca.

Henry empieza a buscar ropa dejando detrás la vela para entrar a su baño y meterse a bañar.
Una vez que termina sale de bañarse con la toalla enredada en su cintura dejando al aire sus cuerpo desnudo y ejercitado de la cintura hacia arriba. Voltea de nuevo a ver la vela que es su única esperanza de poder encontrar a su sobrino. Camina hacia su cama y se empieza a secar su cabello mojado, termina y se quita la toalla de su cintura quedando en bóxer. Pone su toalla en una silla y cuando se va a la cama para recostarse y ver desde ahí la vela, se prende.

Henry se levanta rápido y va hacia la pequeña mesa viéndola. La luz de la vela es diferente. La vela se ha prendido tres veces y en todas ha sido diferente. La primera, aunque se prendió y se apagó tenía una luz normal. La segunda vez hace dos semanas su luz era fuerte e incontrolable pero ahora es una pequeña flama frágil.

Henry al darse cuenta de esa diferencia empieza hacer el ritual para encontrar a su sobrino dándose cuenta que sigue apuntando a la manada del alfa supremo. Lugar donde ahora se encuentra ahora su hermana; sin embargo, Henry no confía en ella ya que traicionó a Yanet solo porque su bebé sería el primer híbrido. Cuando Susan debió ser el primero. Henry sabe que no puede encargarle encontrarlo, ya que podría lastimar a su sobrino por odio, así que está más que decido a infiltrarse, aunque eso le cueste la vida.

Joel

Me encuentro llegando la manada, son como las 2 de la madrugada todos están durmiendo
y voy hacia la casa del alfa directamente. Tocó un par de veces y al ver qué no me abren despierto a Sebastián por nuestro link para que me habrá.

— Si volviste — me abre Sebastián que se encuentra con su bata de dormir gris con vino y su listón a su cintura vino cubriéndole solo la parte de su cuerpo de abajo, ya que arriba se ven claramente sus pectorales marcados.

— No dejaste que Aadya te viera así ¿Verdad? — pregunto y se ríe.

— Por favor Joel, como si afuera no los viera.

— Una cosa son ellos entrenando y otra eres tú en casa.

— No. Tranquilo, no dejé que Aadya me viera desnudo.

— Más te vale — digo entrando a su casa.

— ¿Por qué viniste a presentarte hoy y no mañana? — pregunta Sebastián cerrando la puerta.

— Tengo algo que hablar contigo, además, no quiero que Aadya me vea.

— Bueno, dime. — se para enfrente de mí. Y yo veo hacia arriba viendo a Susan

— Hablemos en privado — digo caminando a su despacho esperando a Sebastián que le dice a Susan que regrese a dormir.

— Bien, dime ¿de qué quieres hablar? — pregunta entrando al despacho y yo cierro la puerta.

— Encontré a mi mate — suelto y Sebastián se sorprende

— ¿Cuándo?

— Hoy que venía para acá.

— ¿Y dónde está?

— Eso es lo quiero hablar. Necesito ir a buscarla de nuevo. Shiro y yo la perseguimos, pero la perdimos en el camino

— Claro. Tómate los días que necesites y encuéntrala.

— Gracias y necesito que cuando Alan se vaya cuides de nuevo de Aadya.

— Claro no te preocupes, ahora solo busca a tu compañera.

— Gracias, lo haré, partiré hoy mismo y.…también quiero decirte que si yo ya la encontré tu igual lo harás pronto.

— Se supone que es al revés, el alfa siempre encuentra primero a su luna para que su beta logré encontrar a su compañera.

— Y viendo esta situación ¿en verdad piensas casarte todavía?

— No...no lo sé — se sienta en su silla.

— Sebastián — tomo igual asiento — nuestra verdadera luna podría llegar en cualquier momento. Y no podrás estar con ella porque estarás casado, además, tampoco podrás obligarla a quedarse.

— Tienes razón, pero... mientras no la encuentre los planes seguirán. Estoy feliz de que hayas encontrado a tu compañera. — se levanta.

— Si yo igual es — sonrío — increíble lo que uno siente.

Ríe — Ya te dejó loco.

— Sí — asiento riendo.

— Que te vaya bien amigo — Sebastián estira su mano y yo la tomo, nos abrazamos felices y una vez que terminamos me acompaña hasta la salida de su casa.

Me alejo de su casa y voy hacia mi casa para observarla solo de lejos; sin embargo, Veo las luces apagadas pensando que ya están dormidos, pero...

— Joel — escucho una voz que reconocería en cualquier lugar y sorprendido volteo.

— Aadya ¿qué haces afuera a estas horas? ¿y Alan?

— ¿Volviste? — susurra

— ¿Qué? ¡¿Qué haces aquí?! — le grito. Son las dos casi tres de la mañana y ella anda afuera ¿cómo demonios la están cuidando Alan? — ¡vete a casa!

Le grito, pero ella solo sonríe ¿dolida? — Gracias por preguntar cómo estoy. Por cierto ¿cómo te fue? Cierto no soy tu familia para que me andes preguntando esas cosas.

— No es momento para tu sarcasmo Aadya — digo molesto — ¿Qué estás haciendo afuera?

— Se puede saber ¿por qué te molesta tanto el que yo esté afuera?

— porque...— me quedo en silencio sin saber que decir. Se supone que no tendría que verme.

— ¿He interrumpido algo o.…no querías verme? — me quedo en silencio sin saber que responder — Lamento interrumpir tu salida — dice pasando de largo.




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