El Deseo de la Luna

Capítulo 50

Aadya

— ¿viniste? — pregunta sorprendido al verme mientras cruza el río de un salto.

— Dije que lo haría.

— Nunca pensé que en verdad volvieras a venir, se supone que doy miedo y ¿tú vienes a verme de nuevo?

Río — Corrección tu viniste a verme. Yo ayer te dije que venía todos los días.

— Y yo dije que estoy aquí por una misión

—...Mmm  entonces dejémoslo como que nos encontramos por casualidad.

— Bien. Mucho gusto soy Henry — estira su mano en forma de saludo y yo le sigo el juego.

— Soy Aadya.

— Aadya — dice mi nombre en suspiro soltando mi mano — dime Aadya ¿por qué hoy no traes comida?

— Bueno...tenías razón — suelto y Henry hace gestos molestos.

— ¿Qué buscaba?

— Romper sus lazos conmigo, me pidió perdón y se disculpó.

— Se fue.

— Sí.

— Y tu otro hermano ¿qué ha dicho?

— bueno él se volvió a ir, pero no le dije lo que pasó.

— ¿Se lo ocultaste?

— Sí.

— Fue lo mejor

— ¿Lo crees?

— Por supuesto. Tienes que demostrar lo independiente que eres y mostrar carácter, no dejes que te pisoteen. Así como yo

— ¿A caso eres enojón?

— No tanto, soy un alma libre, pero estos años solo he vivido en el castillo de mi padre por mi sobrino, si no créeme que hace tiempo me hubiera ido de ahí.

— ¿Y  por qué no lo buscas fuera del castillo de tu padre?

— Tengo que saber los moviendo de mi hermana, no puedo dejar que lo encuentre primero que yo.

— Entonces solo estás ahí por él.

— Sí. Y cuando lo encuentre me lo llevaré, porque tampoco sé, si mi padre lo acepte, y si no lo acepta pues lo siento, vivirá conmigo en la casa que hice hace mucho tiempo.

— ¿Hiciste una casa?

— Por supuesto — habla feliz — cuando mi hermana estaba embarazada vivía en un lugar apartado y yo le hice una casa para que cuando naciera mi sobrino vivieran juntos allá.

— Que gran detalle

— Sí.

— Espero que lo encuentres.

— Sí — suspira — yo igual, pero no sé cómo, si no puedo cruzar más allá y entrando a la manada estoy seguro que me mataran.

— ¿Cómo es? — pregunto al verlo triste — digo podría ayudarte a encontrarlo.

— Te lo agradezco, pero ese es el problema,
no sé cómo es, además no sé si es niño o niña.

— No pues si está más difícil así. Hay muchos niños y niñas en la manada. ¿cuántos años tiene o tampoco sabes?

Sonríe — No. Eso sí lo sé, tiene 15 casi 16 años.

— Bueno, podría ser unos de los que están entrenando ahora pero no estoy segura, todos ahí son lobos ninguno es vampiro.

— El detalle es que igual lo tendría que ocultar.

— No pues, no sé cómo ayudarte

— Tengo una idea. Tú me acompañas y me escondes cada vez que veas aún lobo y yo…te traigo el desayuno, la comida y la cena.

— ¿Comida normal? — pregunto. No quiero que me traiga sangre.

— Si claro, no te traeré una bolsa de sangre. Amenos que quieras, pero viendo que estás en territorio de lobos debes ser loba así que te traeré comida humana.

— Mmm...— pienso en su oferta y la verdad no es mala idea, no quiero comer todos los días pescado del río. — De acuerdo, pero si nos llegan a descubrir te aviento por la cascada si es que salimos vivos.

Sonríe — Me parece bien.

— Bien empecemos desde hoy. ¿mi comida?

Ríe — eso es hacer trampa, pero la verdad me caes bien Aadya así que vamos a comprarte algo

— ¿Adónde?

— ¿Nunca has ido más lejos de aquí?

— No. Nunca.

— Te falta mucho que conocer. Vamos — se inclina un poco dándome la espalda, como si quiera que me subiera a su espalda

— ¿Qué haces?

— Sube cruzaré el río de un salto.

— Yo igual puedo hacerlo, pero ya que te ofreces acepto — me acomodo mi mochila bien y subo a su espalda

— Esto podría marearte un poco, pero sujétate fuerte — hago lo que me dice y lo abrazo del cuello fuerte. Salta el río llegando al otro lado y sin preguntarme si estoy bien, empieza a correr rápido por el bosque. Levanto mi vista y veo todo a mi alrededor como si el fuera lento, pero no es así.

— Llegamos — dice bajándome de su espalda.

— ¿Y la comida? — pregunto al ver puros árboles.

— Espera aquí un momento — habla yéndose rápido. Pasan unos diez segundos y regresa con unas capas — ten ponte esto

— ¿Para qué?

— solo póntelo — dice yo me pongo la capa — también la capucha — toma la capucha y me la coloca a modo de que no se vea mi rostro,

— Oye, parece que voy a ir a prender brujería.

— No es la idea, pero está ciudad está llena de brujas y no tengo permitido entrar, así que no nos queda otra que ocultarnos. Vamos — empieza a caminar y yo lo sigo, quita una gran rama que nos estorba notando un pequeño pueblo, tiene pinta de ser antiguo, pero está bien conservado.

— ¿Por qué no puedes entrar? — pregunto mientras camino a lado de él.

— Porque los vampiros y las brujas no se llevan bien.

— ¿Por qué? — pregunto y me voltea a ver riendo

— no crees ¿Qué preguntas mucho? Solo venimos a que comieras, no a que me estés interrogando.

— Bueno, pero de ti no he preguntado nada, así que no te estoy interrogando. Solo estoy preguntando razones.




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