Henry
Abracé a Aadya un rato dejando que soltara unas pequeñas lágrimas. Entiendo perfectamente lo que se siente que te decepcionen.
— ¿Estás mejor? — pregunto una vez que siento su respiración tranquila.
— Sí. Lo siento.
— No está bien. De hecho, se me hizo raro que no vinieras corriendo desde un principio llorando.
— No quería hacerlo. Traté de olvidarlo y pensar en otras cosas, pero...
— Es imposible olvidar algo de un día a otro solo mírame a mí, llevo 15 años sufriendo al igual que tú, por la muerte de mi hermana. Así que solo déjalo salir y verás que pronto te sentirás mejor, además ¿no dices que tienes otro hermano? — asiente viéndome y yo me quedo en silencio unos instantes pensando en qué decirle de su otro hermano.
Yo no confío en lobos, pero eso no quiere decir que la ponga en contra de toda su familia — ahí está, no necesitas a nadie más, puede que eso haya sido lo mejor para ti. No tienes por qué sentirte mal. ¿Oíste?
—Tienes razón. No hay pruebas para desconfiar de mi hermano.
— Así es y yo, — toco su nariz con mi dedo índice rápido — siempre tengo razón. Así que vamos que aún falta mucho por ver — paso mi brazo atrás de su cuello y la guío por todo el pueblo. Ella empezó a caminar viendo todo a su alrededor, se nota que no ha salido mucho, ya que se asombra muy fácil con todo lo que ve. Pasamos las horas viendo todo el pueblo y al final antes de regresar le compré algo para que hiciera de comer y comiera llegando a casa, también me aseguré que fuera bastante, ya que tiene que desayunar mañana.
La regresé de nuevo a las casadas, ya era de noche, eran como las 8 p.m. Y aunque estaba conmigo, pasando las cascadas ya no podría acompañarla a casa, no podría protegerla, así que mejor la regresé temprano para que se fuera a casa.
— Cuídate — le digo bajándola de mi espalda.
— Si tú igual, gracias por la comida — levanta la comida que le compré con una sonrisa.
— No te preocupes, hay más de dónde salió eso, pero ahora ya deberías irte, se hace tarde.
— Sí. Nos vemos — se despide caminando hacia el bosque
— ¡Oye! — le grito llamado su atención de nuevo, ella se detiene y voltea a verme — mañana ven, te traeré de comer, y... también trae tu tarea.— grité lo último recibiendo de respuesta una sonrisa mientras movía su cabeza negando recordando en ese preciso momento a mi hermana haciendo ese mismo gesto. Me desconcierto por unos instantes y cuando volví en sí, Aadya ya había desaparecido en el bosque.
Aadya
Regresé a la manada encontrando frente a la puerta a Emilio y Jack sentados.
— ¿Qué hacen aquí? — pregunto y los dos se levantan rápido.
— ¡¿Dónde estabas?! — preguntan en unísono gritando.
— Okey, okey tranquilos — digo tapando mis oídos — fui a dar una vuelta
— ¿Dónde? Fuimos a las cascadas y no estabas — dice Jack y Emilio asiente
— No. No fui ahí.
— ¿Entonces?
— Fui a un pueblo — suelto y los dos se miran.
— ¿El pueblo de las brujas?
— Sí. Creo no lo...
— ¡Genial! ¿y cómo es? — pregunta Emilio con emoción
— Pues es entretenido.
— ¿En serio?
— Sí. Hay mucha gente haciendo magia.
— Wao ¿y tú la viste?
— Claro. De hecho, alguien sacó fuego de su mano — extiendo la palma de mi mano libre — y lo lanzó al cielo.
— ¿Y-y luego? — paso la bolsa de la comida a mi otra mano.
— Con la otra, le apareció agua e igual la lanzó al cielo apagando el fuego mojándonos a todos quedando ella intacta de cualquier gota de agua.
— Genial — dice Emilio sorprendido.
— Si. Lo mismo dije.
— ¿Y quién te llevo Aadya? — pregunta Jack.
— Disfruta de la historia Jack — le reclamo.
— Aja — levanta su ceja — ¿quién te llevo?
— Mmm...te cuento, pero tienes que prometerme que no le dirás a nadie.
— Lo prometo — dice Emilio rápido y los dos volteamos a ver a Jack que mira a otro lado suspirando.
— De acuerdo — sonríe — yo igual lo prometo.
Río y subo los escalones de la entrada — vamos entren — abro la puerta y los dos entran a casa. Me asomo antes de cerrar la puerta y una vez que compruebo que no hay nadie cierro.
— Por la luna, pero ¿qué pasó aquí? — habla Emilio sorprendido mientras que Jack solo mira el desorden.
— No se preocupen ahorita lo levanto.
— No pues, si lo haces tú sola apuesto que te tardaras dos horas. Nosotros te ayudamos — dice Jack arremangándose el suéter, toma mi bolsa de comida y la pone en la mesa.
— apúrale Emilio, ponte a barrer.
— ¿¡Yo!? — pregunta sin poder creerlo.
— Si tú. Deja de estar de flojo por eso tu padre no te despierta.
¡¡Huy!! Ese fue un golpe bajo. Pienso volteando a ver a Emilio para saber que le contesta.
— Eso no tiene nada que ver. Y para que veas que no te miento, hay que hacer una competencia.
— La que quieras — lo desafía
— El que haga más cosas, gana.
— Me parece bien, vas a perder de todos modos. — dice Jack levantando sus hombros dejando caer sus brazos a los costados de su cuerpo.
— Eso lo veremos — habla Emilio yendo por la escoba rápido, provocando una gran y enorme sonrisa en Jack.
— Eres malo de verdad — le digo sonriendo y él solo niega con la sonrisa en su rostro mientras levanta sus hombros. En estos momentos me doy cuenta que Jack sabe perfectamente como provocar a Emilio.