El Deseo de la Luna

Capítulo 66

Aadya

Sebastián se detiene y escucho como suspira para después volver a caminar. Se escucha como si subiera unas tres escaleras de madera y después el rechinar de una puerta abriéndose, camina un poco, se detiene, siento sus manos en mi cadera y me baja hasta llegar de nuevo al suelo. Estaba por abrir mis ojos para saber dónde estoy, pero Sebastián me lo impide.

— No los abras — dice tranquilo poniendo una de sus manos sobre las mías que cubren mis ojos — no tardo — siento como poco a poco la vuelve a quitar y él igual se va. Lo escucho subir y abrir una puerta, pero no la cierra, así que escucho como abre varios cajones buscando algo.

Me quedo así con los ojos cerrados por unos minutos hasta que vuelvo escuchar sus pasos volviendo.

— Ya puedes abrirlos.

— No estás desnudo ¿verdad?

Suelta una risilla — No, ya no.

Confío en él y quito mis manos de mis ojos abriendo estos poco a poco viendo a Sebastián frente a mí, está desnudo de su torso, pero ya lleva un short abajo.

Bueno, por lo menos ya no está tan desnudo. Pienso para después ver dónde estoy.

Miro a mi alrededor y es una cabaña su decoración es café claro, hay cosas muy sencillas, básicas de una casa, tiene su sala, su cocina, una mesa, dos cuartos y una chimenea.

— ¿Te gusta?

— ¿Dónde estamos? — pregunto. He recorrido bastante de las propiedades del Alfa, pero jamás vi una cabaña.

— Es...un lugar que solo yo conozco y...he guardado durante siglos para...

— Tu mate. — digo y Sebastián asiente.

— Si.

Carraspeo llevando mi mano a mi rostro viendo todo de nuevo — bueno...si quieres mi opinión, se ve muy bien. Claro tampoco le diré a nadie, puedes confiar en mí. — digo tratando de aliviar un poco el ambiente que se volvió incómodo y sentimental, pero Sebastián se queda en silencio por un rato.

— Bueno...ya estás vestido, ya te di mi opinión así que me voy — hablo rápido. Esto es incómodo y yo no soy buena para estas situaciones. Camino hasta la puerta para salir huyendo, pero antes de poder abrirla el Alfa pone su mano sobre la mía, impidiendo que le dé vuelta a la manija.

— Que herida tan fea — susurra tranquilo tomando mi mano que aún sigue roja.

— aaa...yo puedo curarla — digo nerviosa tratando de quitarle mi mano ¿Qué le pasa?

— No hay necesidad — me mira a los ojos con sinceridad logrando que me ponga aún más nerviosa — yo lo hice así que...— baja su mirada a mi mano — yo te curaré — Pasa su lengua por toda mi muñeca dejando un beso al final de está.

Sentí escalofríos al sentir su lengua y la delicadeza con la que lo hizo; sin embargo, cuando dejó ese beso mi corazón pálpito.
Me sonrojé al sentir ese pálpito tomando mi rostro con mi mano libre.

¿Qué es esto? Me pregunté mientras por parte de Sebastián escuché una pequeña risilla.

— Tu corazón pálpito.

— Cállate — dije sin verlo — nunca me han curado así.

— ¿En serio? — asiento — me alegro. Eso quiere decir que hoy el primero.

— Bueno — quito mi mano de mi rostro tratando de relajarme — tampoco te ilusiones, me han curado de diferentes maneras.

— ¿Alguna que sea mejor que está?

— Mmm...— pienso que contestarle y recuerdo la vez que Joel me salvó por primera vez, aunque ese recuerdo le pertenece a mis sobrenaturales igual es mío. — una vez se subieron encima de mí. — digo tranquila, pero Sebastián cambia de ánimo al instante.

— ¡¿Quién fue?! — preguntó con evidente molestia.

— No recuerdo...— miento — fue hace mucho tiempo.

— ¿Cómo fue?

— ¿Para qué quieres saber? Si te digo te vas a molestar como siempre.

— ¿y si sabes que me molesta por qué me dices?

— Si no quieres que te diga, entonces no me preguntes.

— Ah — suspira Sebastián alejándose un poco — ¿sabes por qué me molesta? — me pregunta a viéndome a los ojos.

— Evidentemente no, pero todo lo que te digo te molesta.

— Me molesta porque......— se queda en silencio por unos segundos pensando si decirme o no, pero al final camina hacia mí mirándome fijamente — me gustas — suelta viéndome.

Me quedo en silencio sin saber que decir. Mi mente se quedó en blanco y logró confundirme por completo sin saber que responderle. — me gustas Aadya — repite — mis sentimientos por ti crecieron cada vez más — explica tocando mi rostro con delicadeza — traté de alejarme, te lo juro, pero no pude.
Sé que estoy mal, eres una niña y yo…he vivido tanto que sé que es egoísta atarte a mí pero, no puedo dejarte a un lado. Haces que mis emociones cambien en un instante y odio la idea de verte con alguien más. Llámame egoísta, pero me duele no tenerte.

Tomo la mano de Sebastián quitándola de mi rostro. Por alguna extraña razón esto me está doliendo.

No me lo creo y no porque no crea en sus sentimientos, sino que lo último que yo quería era llamar la atención y menos la suya.

El plan era aprender a controlarme y salir de aquí. Nunca fue que él se enamora, incluso ahora me preguntó ¿que hice yo para que él sintiera atraído? Si la mayor parte del tiempo no la pasábamos peleando. Además, él...

— Estás comprometido y.…acabas de encontrar a tu mate…no...puedes es-estar enamorado de mi — digo sintiendo un nudo en mi garganta. Me duele rechazarlo, pero no puedo estar con alguien ni formar una familia… O no por ahora.

— Desde hace tiempo he estado pensando en romper mi compromiso.

— Puedes romperlo, pero no por mí. — digo soltando su mano dando un paso hacia atrás.




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