Aadya
— Porqué ¿qué sentiste cuando percibiste su aroma? — pregunto y Sebastián se queda en silencio. — ¿qué sentiste...cuando perdiste su rastro?
— No es lo mismo.
— No. No lo es. ¿Sabes? a diferencia de ti yo sí sé lo que uno es capaz de hacer por su mate, y aunque tú me digas ahora que...te gusto, cuando la encuentres ya no sentirás esto. Así que piensa bien lo que harás con tu vida y tu compromiso. — termino de hablar y camino a la salida.
— No — susurra y me detengo volteando a verlo — no te vayas...que…quédate conmigo hoy — dice volteando a verme, y juro por la luna que no quería que me mirara de esa forma, decepcionado — eres la única que puede tranquilizar mis sentimientos. Por favor — estira su mano hacia mí y yo con duda la tomo.
Sebastián me jala hacia él una vez que tomo su mano, y me abraza fuerte escondiendo su rostro en mi cuello, correspondo a su abrazo y nos quedamos así por unos minutos muy largos y silenciosos hasta que Sebastián vuelve hablar.
— Si la encuentro — despega su rostro de mi cuello para mirarme a los ojos — y no siento esto que siento por ti. ¿me darás una oportunidad? — me pregunta y la verdad no sé qué responderle, es obvio que sentirá más que esto, pero una parte de mi tiene miedo que suceda algo inesperado y en verdad no la quiera. No quiero ilusionarlo, pero confiaré en que todo siga su curso normal.
— Te la daré, solo cuando en verdad conozcas a tu mate y sepas que no sientes amor por ella.
— Yo sé lo que siento y nunca me había sentido así, es verdad que me encantó su aroma, pero tú me vuelves loco.
— Todos te pueden volver loco — digo mientras me separo de él para ir a sentarme en frente de la chimenea
— ¿Tienes frío?
— No. Solo me gusta estar frente al fuego.
— Espera iré por una cobija.
— No es necesario.
— Pero te mojaste…
— Pero ya mi ropa está seca.
— No importa iré por una — ignora por completo lo que le digo y se mete a un cuarto para después salir con una cobija y algo más sobre ella.
— Párate y ve a poner esto — dice mientras estira su mano hacia mí dándome una pijama.
— Mi ropa ya está seca no necesi...
— No voy a discutir, ve a cambiarte — dice serio. Agacho mi cabeza en forma de rendición y después me levanto, tomo la ropa y entro a un cuarto para cambiarme.
Salgo encontrando a Sebastián ya sentado frente a la chimenea — Ya te puedes sentar. — dice con una sonrisa al verme.
— ¿en serio no tenías otra pijama? — le reclamo. Ya que la pijama que me dio, tiene de lobitos por doquier.
— Me gusta mucho esa — dice con una sonrisa.
— Estoy rodeada de lobos todos los días ¿y tú
quieres que duerma con una pijama de lobitos? — tomo la playa de la pijama señalando un dibujo de lobo. Pero Sebastián solo sonríe
— Tú dices que todos me pueden volver loco ¿No? — me pregunta mientras se levanta quedando frente a mí.
— Si.
— Pero lo que no sabes... — me mira — es que son locuras diferentes — toma un mechón de mi cabello para colocarlo después atrás de mi oreja. — y la tuya me descontrola en todos los sentidos. — termina deslizando su mano por mi mejilla. Provocando que mi cuerpo sienta una corriente de nervios al sentirlo tan cerca de mí. Así que sin pensarlo me vuelvo a sentar frente a la chimenea tranquilizando mis nervios.
Ese hombre es peligroso.
— ¿Pero... Sabes cuál es el problema? — le pregunto y Sebastián niega sentándose e
a lado de mí. — No tengo el aroma que te volverá loco al instante.
— Imagínate— dice sonriendo para después acercarse más a mí y para ser más exactos se colocó atrás de mi recargando su cabeza en mi hombro viendo hacia la chimenea abrazándome por atrás. — si tuvieras su aroma, no solo me volverías loco, sino que me tendrías a tus pies.
Quería alejarme al instante que lo sentí tan cerca, pero cuando intenté moverme Sebastián no me lo permitió y me abrazo con más fuerza, por lo que no me quedó de otra más que seguir así.
— Vaya, entonces ella te tendrá a sus pies — digo tratando de cambiar un poco el tema sobre mí y hacer que me suelte un poco pero no funciona. Ya que suelta una risilla cerca de mi oído y deja un beso en este provocando un escalofrío en mi cuerpo.
— No, no confundas dije que tú me tendrás a tus pies, no ella. — trato de reír por su respuesta, controlando mis latidos. Se nota que no ha convivido con su mate y por eso dice eso.
— Ya quiero ver cómo después como proclamas amor por ella por todos lados — suelto escuchando un suspiro de Sebastián que vuelve a mirar hacia el frente la chimenea.
— Puede ser, pero...ahora la que va ganando eres tú, me gusta todo de ti — escucho lo que dice y giro un poco mi rostro para ver su rostro sin poder creer lo que dice.
Por la luna ¿qué le gustó de mí? Si soy un desastre en vida. Pienso escuchando al instante la risa de Sebastián que igual me ve.
— Me vuelves loco — suelta sincero mientras deja un beso en mi nariz y después volver a ver enfrente — ¿qué tal si ella tiene un pésimo carácter y quiere maltratar a mi manada? — levanto mis hombros en respuesta — no solo porque sea mi mate la voy aceptar, tengo que ver por mi mana, no puedo aceptar a alguien que solo la venga a romper.
Río por lo que dice recordando a Susan — Pero si ya estás comprometido con una
igual — suelto sin pensarlo y Sebastián se me queda viendo confundido.
Por la luna, la volví a regar.
— ¿De qué hablas? — pregunta viéndome serio.