Aadya
— No pues... Está súper bien que hagas las cosas bien — digo mientras trato de zafarme de su agarre.
Ya no quiero que me abrace
— No te vas a escapar de mí. — dice abrazándome más fuerte dejando varios besos en mi mejilla y cachete.
— oye, ese no era el trato.
— Aceptaste quedarte conmigo hoy.
— Pero solo era para animarte, no para que andes abrazando y besando — sigo tratando de librarme de su agarre
— Es la única manera en la que me animo ¿qué? ¿acaso no te gustan mis besos?
— ¿Estás de broma? Son de un viejo.
— Un viejo por el cual tu corazón latió.
— ¡Ah! Pues nunca me había experimentado esto ¿cómo demonios no van a latir?
— Entonces no te soy indiferente.
— Por supuesto que sí, me doblas por tres siglos y casi tres décadas, además tienes razón Joel te matará si nos encuentra así.
— Tienes razón. — afloja su agarre.
— Por supuesto que la tengo — logro librarme de su agarre y ruedo por la cobija.
— Tengo que llamarle para que no regrese. — se levanta decidido.
— ¿Qué? ¿No puedes hacer eso? Ya está en camino para acá — digo, pero ignora mis palabras y se va a un cuarto. Ahora soy yo la que quiere que regrese — ah — suspiro colocando mi cabeza en el suelo — ¿Qué voy hacer? — susurro.
Todo esto se está complicando por completo, en verdad quiero que regrese Joel. No puedo decirle a Sebastián lo que soy y tampoco quiero lastimarlo, no puedo hacerle eso, no a él.
— Aadya
— Mandé — le respondo mientras giro viendo al techo.
— Joel dice que regresara dentro de cuatro días.
— ¿Ya terminó?
— Sí.
— Pobre, de seguro las manadas quedaron muy destrozadas. — digo girando y quedo de lado.
— Sí. — suspira viendo a otro lado, pero al ver qué me di cuenta se acerca de nuevo a la chimenea y se acuesta de lado quedando frente a mi — pero lo bueno es que ya todo volvió a la normalidad.
— Sí, es genial que ya puedan vivir como lo hacían antes.
— Te estás convirtiendo en una gran persona Aadya — dice mientras estira su brazo hacia mí para que me recargue en él.
— ¿En serio? — pregunto mientas me acerco a su brazo recargándome sobre este.
— Sí. que te preocupes por los demás y te arriesgues por ellos solo de muestra la gran persona que eres creo que por eso me gustas.
— Vaya, que bo¡nitas! Palabras — me asusto al sentir como me sube a su cuerpo quedando sentada sobre su abdomen con ambas manos sobre sus pectorales. Vaya si es fuerte. Pienso sintiendo lo duro y firmes que son.
— Sin embargo, igual eso me molesta — dice poniendo sus brazos sobre mi cadera empujándome hacia el frente provocando que doble mi torso, agache más mi cabeza para verlo a la cara y ahora coloque mis manos en sus hombros para tener una separación.
— ¿Por qué? — pregunto confundida. Vaya Sebastián si es un hombre de acero, ¿Si le lanzo un misil sobrevivirá? Me pregunto, pero me rio al instante por mis tonterías.
— Porque no quiero que te lastimes por mí, ni por nadie.
— ¿Que yo me lastime? Eso sí es imposible — vamos soy un híbrido y hasta que todos queden en el acuerdo de dejarme vivir me seguirán buscando.
— ¿Por qué? podrías vivir conmigo, nadie se atreverá acerté daño, ni yo. — dice mirándome a los ojos que desde hace rato brillan, así no siento que él me mienta, sus ojos me reflejan verdad, pero...por más que lo piense, aunque él sea el alfa supremo, sé que hay sobrenaturales que no les importará eso; Sin embargo, quisiera que él me respondiera ¿Qué es lo que pasaría si me diera a conocer?
— ¿Que tienes? — acaricia mi rostro
— Nada es solo que...tengo una pregunta.
— ¿Qué pregunta?
— ¿qué pasaría si…el.. Híbrido a-aparace? — pregunto y Sebastián se queda en shock por unos segundos
— ¿Cómo sabes que ya apareció? — pregunta mientras se sienta junto conmigo sin soltarme.
— ¿Qué? No, no lo sabía — digo rápido al ver su expresión. — pero tu ¿cómo sabes que ya apareció? — pregunto, pero esa respuesta ya me la sé, él fue quien me encontró con Henry.
— Bueno es que...logré olerla en la tarde y...ah— suspira bajando la mirada — no lo sé Aadya, pero por todo lo que ha pasado entiendo un poco porque yo soy el destinado. La luna la trajo a toda costa y si lo que quiere es que viva, yo soy el más indicado para protegerla, pero aun así será muy difícil, no todos están de acuerdo y muchos se voltearan en mi contra, pero te repito no sé cómo sea y si su maldad es más grande, no puedo hacer nada, aunque ella sea hija de un gran amigo y mi ma....— se queda en silencio — todo depende de cómo sea. No te puedo decir que la protegeré porque sería poner en peligro a la manada; sin embargo, tienes razón, el vínculo es muy fuerte y si ella me llega a... Bueno ya sabes — asiento, pero en verdad no le estoy entendiendo nada de lo que dice, se está saltando bastantes palabras — creo que si la protegería.
— bueno, pero ¿Qué pasaría? En general.
— Mmm... Independientemente que este bajo la protección de cualquiera habría una guerrera. Aunque por lo que pasó en la tarde creo que está con su familia.
— ¿Familia? — pregunto confundida. Henry no es mi familia es mi amigo, más no mi familia
— Si. La encontré con Henry que es hijo de Ziro el rey de los vampiros y también era el hermano de Yanet. — explica Sebastián logrado que yo quedé en blanco, recordando desde el primer día que lo conocí. Estrechamos nuestras manos haciéndonos los desconocidos, cuando nos conocimos un día anterior, nos sentamos juntos platicamos lo que nos sucedió y me
contó con alegría que solo estaba buscando a su sobrino para llevárselo lejos para que nadie lo encontrará y lograra protegerlo.