El Deseo de la Luna

Capítulo 69

Henry

Me encuentro en el castillo de mi padre, ese estúpido lobo de Left, sí que me lastimó, pero gracias a que mi velocidad es increíble logré escapar de él, aunque por su culpa tuvo que regresar la traidora de Susan.

Horas atrás.

— ¡¡¿Qué demonios te paso?!!! — gritó mi padre enojado al verme.

— No..no es nada — dije lleno de sangre.

— ¡¡llévenlo a su habitación y manden a llamar a Susan que venga a curarlo!! — ordenó ignorándome.

— ¡¡No necesito que venga!!

— Te mordió un lobo. — me miró molesto y desafiante — solo otro lobo puede curarte esa herida — terminó de hablar yendo hacia su despacho mientras que a mí me tomaron de ambos brazos y me llevaron a mi habitación. Estaba molesto, pero también feliz, por fin había encontrado a mi sobrina solo sería cuestión de tiempo para convencerla de que se vaya conmigo, es un regalo que mi hermana dejó en este mundo podrido acosta de su propia vida, así que tengo que hacer todo lo posible para protegerla.

Dos horas después llegó Susan de nuevo y como siempre entro a mi cuarto sin tocar.

— ¿Qué tal hermanito? — dijo con voz burlona — ¿Necesitas ayuda?

— ¡No! — dije firme, pero en eso entro nuestro padre

— Cúralo — le ordenó serio parándose en la puerta de mi habitación observando lo que hacía Susan.

Susan agarro un cuchillo y se lo pasó cortándose, tomó un vaso con su otra mano y dejó caer ahí la sangre. Una vez que terminó de caer la sangre me senté para que viera la mordida cerca de mi cuello.

— ¿Pero ¿quién te mordió? — pregunto sorprendida por mi herida.

— Tu maldito y sarnoso prometido ¿Quién más?

— Eso te pasa por estar en territorios que no soy tuyos — dice Susan echando su sangre en mi herida — tienes suerte que solo te haya pescado sino necesitarías de su propia sangre.

— ¡Hmp!

— ¿Qué hacías allá Henry? — habla mi padre viéndome.

— Nada

— ¿En serio? — pregunta con hipocresía, caminando hacia donde tengo todas las pistas de mi sobrina. — ¡¿y esto?! — levanta con fuerza la manta que ocultaba todo dejándola caer al suelo. Susan al ver la vela que nos dieron para rastrearla se levanta en seguida sonriendo.

— ¡Aléjate! — dije serio levantándome de la cama rápido para impedir que viera algo.

— Está en la manada del Alfa supremo ¿no? — suelta mi padre y Susan vuelve a reír — por eso has estado yendo para allá todos los días ¿cuándo pensabas decirme?

— ¡Nunca!, ¡¡porque no puedes saber algo sin decírselo a ella!! — grité molesto.

— Es la única que está más cerca de los miembros de la manada, es mejor que ella se encargue de esto.

— Le hará daño.

— De eso depende su vida. Quiero al híbrido vivo entendido — dijo mirando a Susan.

— Claro que sí padre. — le respondió con una sonrisa y padre salió después

— ¡¡Si te atreves a lastimarlo considérate muerta!! — la amenazo, pero ella solo ríe.

— Mejor descansa hermanito, porque esa herida no te dejará moverte en dos o tres días. — dijo saliendo de la habitación y la verdad lo único que me conforta es que ya se quién es.

Sebastián

La vi llorar sin motivo y mi corazón se estrujó al verla así. No sabía que Aadya podría ser muy sentimental incluso por los demás.

— Aadya ¿estás bien? ¿qué paso? — pregunto preocupado acercándola a mi pecho para abrazarla.

— Dijiste que…la encontraste con su familia — despeja su cabeza de mi pecho viéndome con sus cristalinos ojos azules.

— Sí. — paso mi mano por su rostro limpiando sus lágrimas

— ¿Qué fue lo que pasó con...ellos?

— No te preocupes, los dos lograron escapar, estaba muy alterado por el aroma, pero ella logró escapar al igual que Henry.

— ¿En serio? — preguntó resaltando un brillo muy ligero de alegría en sus ojos.

— Sí. Aunque lo lastimé, logró huir con vida. — contesté algo molesto, no me gusta la idea de que se preocupe por otras personas y menos si son hombres.

— Eso es genial — susurró muy despacio llevando sus manos a su rostro para controlar sus lágrimas. Eso me molestó, me levanté y me alejé un poco dejando Aadya con cuidado en la cobija.

¿Por qué nos es tan difícil controlarnos cuando se trata de ella?

— ¿Estás bien? — preguntó girando a mi dirección al ver mi reacción.

Estoy molesto y muy sentido ¿por qué se tiene que estar preocupando por Henry?

No le contesto, pero siento que yo igual me pondré a llorar por el solo hecho de pensar que al final no podré estar con ella, me duele, sé que no soy su prioridad ahora, pero quiero serlo; sin embargo, tengo muy presente que es verdad, nos llevamos por tres siglos y tres décadas sus decisiones podrían cambiar en cualquier momento, aún es joven tanto que llora por ¡un maldito y muerto vampiro!.

Estoy tan distraído en mis pensamientos que ni siquiera noto cuando se acerca a mi llamándome — Sebastián —

Siento su delicada mano en mis pectorales haciéndome reaccionar, su tacto me hace temblar por la facilidad que tiene para controlarme.

Estoy perdido en sus ojos azules, desde la primera vez que los vi desde lo más alto en aquel árbol.

Soy muy egoísta y lo sé, cuando la observaba de lejos quería que estuviera cerca para admirarla, pero ahora que la tengo cerca, quiero ser quien le enseñe lo que es caer en la perdición.

— ¿Estás bien? — me vuelve a preguntar tocando ahora mi rostro. Pongo mi mano sobre la suya y giro un poco mi cabeza cerrando mis ojos.




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