El Deseo de la Luna

Capítulo 75

Aadya

— Bueno chicos, yo ya me voy — me despido levantándome del árbol.

— Pero apenas son 8:20 — habla Emilio

— Y tengo que llegar 8:30

— Pero no hay nadie en tu casa.

— No pero — me preparo para saltar — el Alfa ya lo sabe.

— ¡¿Por eso ayer estaba asi?!

— No. Fue por otra situación, pero no puedo decirles, es personal de él, lo mío solo lo molesto porque siempre llego tarde.

— ¡Oh! Y ahora te dijo que llegarás temprano.

— Exacto.

— Bueno, entonces regresa con cuidado.

— Sí. Nos vemos mañana. — salto del árbol cayendo al suelo sin lastimarme.

— ¡Aadya! — volteo hacia arriba — ¡hasta mañana! — grita Emilio y junto a Jack levanta su mano despidiéndose. Igual levanto mi mano despidiéndome de ellos para después dar media vuelta e irme.

Llegué a casa del Alfa. Todo estaba oscuro incluso creo que Lucia se fue temprano. Prendí la luz de la sala.

— Sebastián, ya llegué — dije yendo hacia su despacho pongo mi oído en la puerta, pero no escucho nada.

— No estoy ahí — habla de la nada provocando que de un pequeño salto.

— Por la luna me asustaste — volteo a verlo, está arriba.

— ¿por qué apenas? — pregunta sin moverse.

— Estaba con los chicos — camino hacia él subiendo las escaleras.

— Ya sé que estabas con los chicos.

— bueno... ¿entonces? — pregunto confundida.

— Cuando le dije a Raúl que más tardar 8:30 era porque esa media hora te iba a esperar, pero en si yo tenía que salir a las 8.

— ¡Oh! Lo siento, te retrasé no fue esa mi intención

— No, no pero — me interrumpe bajando su mirada al suelo — yo...quería pasar esa media hora contigo antes de irme.

— Aa...lo siento yo...no...no lo sabía — me disculpo de alguna manera me siento mal, y puede ser que sea porque no quiero jugar con sus sentimientos y menos porque he visto la manera en cómo me mira.

— No te lo dije porque no quería distraerte en la reunión con sus amigos, pero ahora me arrepiento porque solo nos quedan unos minutos. Eres tan impuntual que tenemos que corregir eso — dice lo último acercándose a mí.

— Y tú eres muy responsable — bajo unos escalones alejándome de él — ¿quieres que te acompañe hasta afuera de la manada?

— No. Yo solo puedo llegar y muy rápido hasta allá

— Po-podemos ir platicando en ese tiempo — me pongo nerviosa al ver qué cada paso que doy hacia atrás él da uno hacia el frente.

— ¿y que estamos haciendo ahora?

— Aa...despidiéndonos.

— ¿Entonces por qué me quieres acompañar ?

— Para que no vayas solo. ¡buo! — suelto al tropezar casi con un escalón por no medirlo bien, pero no caí gracias a que Sebastián me agarró del antebrazo antes de caer. Tomando la oportunidad para abrazarme de la cintura.

— Me dejaras cuatro días solo. Caminar de aquí hasta la salida de la manada no hace la diferencia, puedo llegar rápido, pero ¿quieres saber que si la hace? — habla empezando de nuevo de cariñoso. Mi cuerpo tiembla al sentir que pasa su debo pulgar por mis labios mientras con su otra mano me sujeta con fuerza de la cintura sin dejarme escapar.

— Se-se te va hacer tarde — digo volteando mi rostro viendo hacia otro lado. Si sigue así va provocar que me dé un paro cardíaco, de lo fuerte que hace palpitar mi corazón, y sino muero de un paro cardíaco moriré por temperatura alta ya que igual siento mi rostro arder.

— Y ya hemos desperdiciado mucho tiempo ¿qué te parece si mejor nos despedimos bien?

— Qu-e te vaya bonito.

— Tú sabes que no me refiero a eso.

— ¿En-en serio? — digo sin voltear a verlo, ya sé que no se refiere a eso, pero no puedo evitarlo me muero de vergüenza que él actúe así conmigo.

— Creo que sabes muy bien a lo que me
refiero. — susurra cerca de mi odio provocando que tiemble de pies a cabeza al sentir como deja un corto beso para después morderlo.

— Se-Sebastián — reclamo volteando a verlo sintiendo mi corazón latir como nunca al ver su sonrisa de satisfacción al verme voltear.

— Dime — susurra cerca de mis labios sin perder tiempo, siento su respiración cálida en la comisura de mis labios y estoy segura que él igual.

— Se-se te va..ha-cer tarde...

— Tienes razón, estamos... — se acerca más a mis labios, lo tengo tan cerca que no solo son centímetros sino milímetros los que nos separan —...perdiendo tiempo — termina de hablar volviendo a juntar sus labios con los míos besándome de una manera tranquila, sin prisa, como si quiera detener el tiempo nuestro al rededor. Y yo al sentir su tacto lo sigo, es difícil explicar esto porque, no sabía que podía sentir esto por él, pero desde que me beso por primera vez, una corriente que recorrió todo mi cuerpo, me hizo temblar y eso me asusta porque ahora cada vez toca, me abraza y me besa siento esa misma corriente la diferencia es que, aumenta cada vez más, creo que por eso igual muero de vergüenza, porque nunca me creí capaz de estarlo siguiendo.

— ¿Segura que no quieres que me quedé? — susurra con una respiración agitada sin separarse mucho de mis labios. Me gustaría decirle que no, pero se bien cómo es esto, lo he vivido y se cómo se vuelven, no puedo quitarle esa felicidad porque sé que cuando la encuentre al final la amara tanto que no podrá resistirse a ella, además, yo, no creo que mi futuro sea próspero así que no pienso quitarle la oportunidad que haga su vida tranquila.

— S-sí — digo controlando mi respiración, escuchando como maldice en voz baja.




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