El Deseo de la Luna

Capítulo 82

Aadya

Desde que supe lo que era, mis padres me dijeron que sería difícil sobrevivir, infinidad de sobrenaturales me perseguirán y me lastimarían tanto que olvidaría lo que es el dolor y el ardor que podría sentir.

Ahora entiendo que eso no era mentira. No siento nada, mi cuerpo está cansado, exhausto, de tantos golpes, heridas sin fin.  Y la única razón por la que me dejó en paz el vampiro fue porque llegó otro de la nada en dirección a hacia Susan, le susurró algo al oído e instantes después se levantó eufórica, empezó a gritar, golpeó y destruyó todo lo que tenía a su alcance. Mando a llamar al vampiro que estaba enfrente de mí y él en seguida fue, les dijo algo y desaparecieron frente a mí.

Después de que se fueron observé a Susan caminar de un lado a otro mordiendo sus uñas nerviosa, dejó de caminar y levantó su vista viéndome molesta para después darse la
vuelta e irse ordenando a Raúl que me a tendiera.

—¿Te duele? — preguntó preocupado llegando con él papá de Haro quien toco mi hombro.

— No — susurré al no sentir su tacto.

— Tenemos que acomodarlo rápido — habló el papá de Haro — agárrala bien — ordenó tomando mi brazo y sin esperarlo de una me acomodo el hombro de manera rápida y ágil, logrando que por fin me quejara y sudara de dolor al sentir mi hueso encajar. — no te preocupes estarás bien, solo tenemos que pararte el sangrado, no podemos dejar que tú sangre se seque — dijo levantándose para ir por un botiquín, el papá de Emilio igual fue con él, pero cuando ya venían de regreso llegaron los vampiros con Emilio y Jack.

Raúl, al ver qué traían a Emilio fue hacia ellos y sin dudarlo yo igual me levanté con dificultad caminando lento hacia ellos. El papá de Haro me tomó de la mano tratando de detenerme, pero mi cuerpo se congelo por unos instantes cuando la escuché gritar.

— ¡¡¿Qué hacían con Henry?!! — grita eufórica tomando a Emilio de su playera mirándolo con ojos asesinos

— Luna por favor — llegó Raúl a ellos preocupado — son niños, no saben lo que hacen

— Tienes razón — lo suelta — y por eso debemos disciplinarios desde pequeños. Mmm, veamos déjame pensar. Ayer Raúl, me dijiste que platicar y tener vínculo con un vampiro su castigo son los azotes ¿no? — Raúl se queda en silencio sin contestarle. Y sin pensarlo me suelto del agarre del papá de Haro para ir con ellos.  — si eso dijiste ayer — dice dándole media sonrisa — ahora contando con que no solo hablaron con cualquier vampiro sino con el próximo rey de los vampiros ¿cuántos crees que sean correctos Raúl?

Raúl sigue en silencio sin contestarle se encuentra nervioso y sin saber que hacer de seguro ahorita se está maldiciendo por decirle eso.

— ¿No me contestarás? bueno, entonces yo los pondré, mmm...¿Qué les parece 50 a cada uno?

— Luna eso es...— habla Raúl nervioso

— Poco tienes razón — lo interrumpe — serán 100 para cada uno

— ¡No puede hacer eso! ¡son niños! ¡no aguantaran! — gritó Raúl

— 120 a cada uno y seguirán aumentando si vuelves a gritarme

Mire la expresión de desesperación, dolor en su rostro, estaba asustado del castigo de Emilio y no es para menos, es verdad, 120 son demasiados azotes para alguien que aún no tiene a su lobo y en menos si los que van a castigar con sus vampiros. Morirán antes de llegar a 100.

— llévenselos — ordenó, pero antes de que pudieran ponerles una mano en cima yo me metí en medio de ellos.

No sé qué hablaron con Henry, pero no puede castigarlos, no cuando ninguno de los dos sobrevivirá a ese castigo.

— Yo tomaré su castigo — dije sorprendiendo a todos, pero más a Susan y el señor Raúl.

— Aadya, tu sí que me sorprendes cada día más, — habla con ironía —  pero es una lástima no puedes tomar su castigo porqué tu no estuviste ahí — termina cruzando sus brazos — además necesito comprobar que no son ellos a estas alturas cualquiera puede ser, y más si tienen contacto con Henry.

— ¿Y quién te dijo que Henry fue a verlos a ellos? — solté viendo como Susan cambio su expresión rápido, le molestó mi respuesta

— Estás diciendo que tú lo conoces

— ¿quieres que te lo afirme? — se queda en silencio y deja caer sus brazos a sus laterales molesta — sí, lo conozco y fue a verme a mí, no a ellos, que ellos estuvieran en ese lugar solo fue una coincidencia.

— Qué manera de desafiarme tienes ¿en serio crees aguantar 240 azotones?

— No lo sé, soy como ellos, ¿lo olvidas?

— No, no eres como ellos, con un brazo roto y una cortada que dejó de sangrar porque tu propia sangre se secó y todavía tener el valor de venir y decir que tú tomarás el castigo, no te hace ser como ellos.

— Desde que nací mis padres me enseñaron a no meter a los demás en mis problemas. Solo me estoy haciendo responsable de lo que ocasioné.

— En serio eres irritante

  • Me lo han dicho muchas veces, pero solo alguien me ha dicho que le gusta que sea asi y estoy bajo su cuidado, mientras mi hermano no está.

—¡llévensela! — gruñe — ¡y nada de tener piedad solo por su estado! — grita molesta, mientras los vampiros me toman, miré por última vez a Emilio, Jack y a Raúl que se dejó caer de rodillas con los puños sobre el piso al ver qué me llevaron al lugar que había estado cerrado por más de 20 años.

Una celda de castigo, oscura, sucia, con olor a sangre por todos lados, todas las manadas tienen una y salo la ocupan para interrogar a los traidores.

Un vampiro prendió una antorcha de fuego para alumbrar y se empezó a mover, el sonido de sus zapatos caminar de un lado a otro, el sonido de las cadenas al ser arrastradas son sonidos que inundan la habitación y mis oídos.




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