El Deseo de la Luna

Capítulo 83

Emilio

Mi corazón está doliendo, siento como si lo estuvieran apretando con fuerza, me cuesta trabajo respirar. No entiendo, no sé qué acaba de suceder, ¿cómo es que esto termino así?

Miro hacia el suelo confundido, mi respiración está agitada, no la puedo controlar. Ver cómo se la llevaron frente a mis ojos me hizo sentir el peor amigo.

Todo salió mal, que nos descubrieran no era parte del plan, y que se llevarán Aadya tampoco lo era, todo esto salió mal. Esto no debía terminar así, se supone que fui a qué la ayudarán a salir, no fui para provocar que la en cerrarán.

No, esto no puede terminar así. Levanté mi vista viéndola a lo lejos de espaldas. Mi pie da un paso por instinto y el otro lo sigue, al ver qué se aleja más y más. No puedo dejar que la lastimen así. Trato de alcanzarlos corriendo detrás de ellos, pero antes de poder de lograrlo siento un empujón por atrás que me tira al suelo, siento un cuerpo pesado sobre mi espalda.

— ¡¡¿Qué estás haciendo?!! — grita mi padre

— No puedo no puedo — digo con un dolor que pesa en mi corazón al ver qué se alejan más de mi vista. Trato de arrastrarme por el suelo con mis manos, pero el peso de mi padre me lo prohíbe.

— ¡No lo empeores más! — gritó fuerte con voz quebrada —...Aadya es fuerte, ¡tú no!  ¡lo entiendes! ¡morirás si los recibes tú!

— Pero...no puedo — digo con dificultad sintiendo un nudo en mi garganta al notar que ya no está frente a mí. Pego mi cabeza al suelo al ver qué ya no está dejando salir el dolor que tengo atascado en mi pecho y en mi garganta.

.....

Mi padre después de un rato, me levantó, me tomó de la mano al igual que a Jack que se encontraba en blanco sin saber que había pasado al igual que yo, y nos llevó de regreso a casa.

Al llegar a casa, observé el sillón donde había dormido Aadya, las cobijas incluso estaban dobladas alado de este. Mis ojos se volvieron de nuevo cristalinos al ver qué mi madre la esperaba esta noche de nuevo.

— Ya llegaron, — habló mi madre saliendo de la cocina yendo hacia mi padre para saludarlo viendo a los lados — ¿y Aadya? — preguntó, pero yo simplemente subí a mi cuarto sin poder responderle, no quiero pensar lo que ahorita debe de estar pasando, pero es algo que no puedo evitar pensar, no cuando eso la está lastimando ahora mismo.

Joel

Desde que regresé para buscar a mi mate, me he llevado desilusión tras desilusión, cada vez que reconozco su aroma ella al instante corre de mí y por más que he tratado de alcanzarla no puedo. Tiene una gran velocidad que no logro alcanzarla y tampoco me da la oportunidad de hablar ni de acercarme a ella.

Eso me ha estado deprimiendo porque no quiere hablar conmigo y el tiempo se me ha acabado.

Sebastián hace unos tres o cuatro días me ordenó que regresará en cuatro días, porque él igual saldría por unos días y cuando él regresará me quería ver allá porque tenía que hablar conmigo, no sé de qué, pero aunque no quiero regresar tengo que hacerlo, no puedo dejar mis obligaciones a un lado y aunque me dolió irme sabiendo que estoy tan cerca de encontrarla, sé que si estamos unidos la volveré a encontrar no importa que.

Es de madrugada son como las dos o tres, no tiene mucho volví a entrar a la manada, la luna alumbra todo el bosque de la manada todo es silencio solo se oye mis pisadas pero todo se siente tan raro, no veo a ningún guardia y eso me preocupa ¿por qué la manada no está siendo vigilada?

Camino más rápido pasando por los puntos donde se supone que deben de a ver guardias, pero no veo a nadie.

Sigo caminando, pero está vez camino lento observando y prestando atención a mi alrededor y a los sonidos, escuchando después de unos instantes, muy leve como una rama se rompe. Me están siguiendo. pienso mientras sigo caminando escuchando cada uno de sus pasos y cuando escucho que se mueve rápido para lanzarse a mí, volteo rápido igual y con mis manos le rompo el cuello.

El vampiro cae al suelo al instante y antes de que despierte le arrancó el corazón y lo tiro lejos para seguir mi camino, pero está vez corro directo a la manada para avisar que estamos bajo ataque, pero lo que hace que me detenga es que observó que todo está alumbrado con antorchas de fuego.

Me desconcierto de lo que está sucediendo y me escabulló sin ser visto viendo a lo lejos Aadya, que lleva una sudadera negra con un pans igual negro ¿qué hace despierta a estas horas? Pienso desconectado, pero eso no es lo que más me desconcierta si no que camina raro; sin embargo, su ropa desde atrás no se ve que se haya caído.

Me acerco hasta ella y pongo mi mano en su hombro volteándola.

La observo a detalle, tiene varias heridas en su rostro, pero lo que más me llama la atención fueron sus ojos morados con negro, esos ojos recuerdo a verlos visto antes, cuando la libere por primera vez.

Aadya igual levanta su vista viéndome, pero no demuestra felicidad alguna por verme, al contrario, baja de nuevo su vista y se gira alejándose de nuevo.

— Aadya — la llamo pero me ignora, no entiendo su actitud indiferente hacia mí, la vuelvo a ver sin saber que le pasa, la analizo mientras ella se aleja pero a mí llega un olor a sangre fuerte proviniendo de ella.

Eso me desconcierta más y sin dudarlo el volteo, una irá crece en mi al percatarme que en verdad huele a sangre.

— ¿Qué pasó? — digo con evidente molestia su olor es muy intenso; sin embargo, la ropa no demuestra caída alguna.

— Tengo que ir con Raúl ¿puedes soltarme? — dice mirando al suelo; sin embargo, la irá vuelve a crecer más al ver qué no me quiere decir.




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