El Deseo de la Luna

Capítulo 90

Sebastián

Mi sangre hirvió al escuchar sus palabras, quería golpearlo hasta que perdiera la conciencia, pero una parte de mi poco razonamiento me lo impidió. La situación en la que estamos no nos favorece a ninguno de los dos, él ahora es útil para distraer a los demás mientras que yo la alejo para poder cuidarla.

Me di media vuelta llevándome Aadya de ese lugar sin discutir con Henry, ella ahora me necesita más como para quedarme a discutir con alguien que está decidido hacer lo que quiera.

Llegué a la cabaña con mi Luna en brazos, entré a la habitación y la acosté en la cama pero se quejó al instante en qué la coloque, eso me asusto y la tomé de nuevo, no sabía porque se había quejado así que coloque mi mano atrás de su cuello levantándola un poco.

Su ropa estaba sucia y manchada de sangre por la herida en su pecho. No me gusta que ella esté así, asi que con mi mano libre empecé a subir su sudadera para poder quitársela, pero cuando paso mi mano hacia su espalda, siento algo rasposo.

Me desconcertó tanto sentir así su espalda que empecé a pasar mi mano por toda su espalda sin saber que significa, pero por todos lados donde pasaba mi mano se sentía rasposo.

Al sentir su espalda así le quite su ropa de encima y la aventé por la habitación dejándola solo con brasier y como si fuera un bebé la voltee colocando su cuello sobre mi brazo.

Quedé en shock al ver todas sus heridas, tanto que no sé en qué momento, mis lágrimas, empezaron a brotar. Me encontraba furioso y lleno de rabia al verla asi.

Luna, Mi Luna, Mi pequeña Luna estaba tan lastimada que no podía creerlo. Toqué su espalda con la punta de mis dedos con delicadeza, estaba temblando tanto que dejé de tocar su espalda y apreté mi mano en forma de puño mientras que llevaba mi cabeza hacia atrás.

¿Luna por qué... ¿qué te pasó mi Luna? — pensé sintiendo mis lágrimas correr por mi rostro — ¿esto sucedió mientras yo no estaba?
— volvía a mirar su espalda con dolor, — perdóname — llevé mi mano a su brasier y lo desate — te curaré — susurré dejando un beso corto en su espalda por dónde desate su brasier — Mi Luna.

Me levanté llevándola en brazos hasta el baño, donde con cuidado le quite su demás ropa, para después meterla en la tina lavando y enjuagando cada extremidad de su cuerpo con delicadeza, es hermosa y no pude evitar fijarme en su belleza; sin embargo, mis pensamientos estaban más ocupados pensando en no lastimarla al momento bañarla, que mi mente solo se concentró en eso, dejando a lado todo lo demás.

Terminé, la saqué del baño en brazos llevándola directo a la cama de nuevo, la acosté de lado un rato y fui a buscar una pijama mía para que le quede grande y se sienta cómoda. Encontré una, regresé con mi luna y la empecé a vestir con cuidado. Una vez que terminé la acosté boca abajo, le levanté la playera de mi pijama hasta arriba de sus hombros y sin dudarlo Left se unió a mi sin transformarse, solo dándome su poder para poder curarla lamiendo toda su espalda curando cada una de sus heridas que se empezaron a cerrar segundos.

Espere hasta que cada una de sus heridas se cerrara y una vez que así fue, bajé de nuevo la playera, la voltee quedando boca arriba, no se quejó al voltearla, eso me alivió un poco, quiere decir que las heridas sanaron, pero aún falta una por curar la que ese idiota le hizo.

Qué bueno que le arranque la cabeza, se merece eso y más por tratar de enterrarle una estaca.

Levantó la playera, veo la herida y sin pensarlo dos veces empiezo a lamer cerca de su pecho curando la herida que cierra segundos después, bajo de nuevo la playera al ver qué su herida cerró. Bajo de la cama, la tapo con la cobija para después dejarle un beso corto en su frente.

No te preocupes mi luna quién hizo esto no saldrá vivo. Pienso dejando la habitación para después salir de la casa encontrando frente a mí a Henry.

— ¡¿Qué haces aquí?! — gruño con evidente molestia

— Te dije que vendría, no sé porque te molesta

— ¿Por qué será me preguntó? — suelto con ironía

— Escucha no vine a pelear.

— ¡¡No me importa!!

— Vaya, veo que estás muy molesto — da un paso hacia mi — tu lobo está contigo, se te nota en los ojos.

— La lastimaron — gruño

— Lo sé, y fue en tu territorio un punto a mi favor ¿no crees?

— ¡¡Ella no se mueve de aquí!! — le gruño tomando su camisa

— ¿En serio? Piénsalo bien, yo podría cuidarla hasta que tenga una buena edad para decidir qué es lo que quiere.

— No — digo frío

— ¿entonces qué? — se suelta de mi agarre — ¿estará aquí en la mira de todos? ¿qué planeas hacer? ¿qué este contigo las 24/7? ¿y tu manada qué, estás dispuesto a que haya uno a más lobos muertos a diario? ¡Piensa!, no tienes un lugar seguro, no tienes un plan, ¡¡no tienes como defenderte!! A diferencia de mí que tengo un lugar donde llevarla, tengo la manera de que nadie la encuentre y no tengo nada que perder.


No eres cualquier alfa, tienes responsabilidades y obligaciones con tus manadas. Lo mejor es que yo la saque de aquí y empiece desde cero. — me quedó en silencio al escucharlo hablar. Lo odio, porqué sé que tiene razón, aunque mi pecho duela al enfrentar la realidad. No estoy preparado para poder protegerla arriesgaría a muchos, primero tengo que prepararme si quiero que esté conmigo sin correr ningún riesgo. — ¿si quieres tiempo puedo dártelo?

Llevo mi mano a mi rostro frustrado tratando de controlarme — Cuida un rato, necesito hacer algo — suelto bajando mi mano formando un puño. — regresaré antes de que amanezca.

— De acuerdo y cuando tú regreses yo iré a buscar a la persona que me ayudara a cubrir su identidad incluso de ella misma así que...trata de no tardaré, si te quieres pasar más tiempo con ella.




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