...Aadya...
Algo olía delicioso, no sabía que era pero no quería alejarme de ese rico olor, me sentía tranquila y no quería despertar por nada del mundo; sin embargo, mientras más consciente estaba de que tenía que despertar sentía calor, demasiado calor por todo mi cuerpo, tanta que estire mis manos y empujé algo volteándome para alejarme, pero al instante sentí de nuevo ese calor viniendo a mi mente el grito de Henry recordando todo lo que pasó hasta que me desmaye.
Me levanté de golpe quitando todo lo que tenía encima provocando que cayera al suelo. Rodé de un lado a otro por el golpe, llevando mis manos a mi espalda para sobarme, cuando sentí que no tenía nada, me desconcerté por completo y empecé a tratar de ver mi espalda, pero era imposible por más que tratara de girar mi cabeza y alzara mis brazos para que me dejaran ver, pero no alcanzaba a ver mi espalda.
— Mi luna. — escuché la voz de Sebastián, levanté mi vista para ver, y si era él, estaba en pijama. — ¿por qué eres tan imperativa tan temprano? — dice mientras se acerca a mí, me toma en brazos colocándome de nuevo sobre la cama, donde él igual se vuelve acostar se acerca a mí y me abraza de frente.
¿Estará adormilado? Me preguntó al ver qué tiene los ojos cerrados, bajo mi mirada viendo su pecho desnudo. Su respiración sube y baja tranquila, provocando que igual yo me sienta tranquila. Acomodo mi cabeza sobre su brazo y siento como me toma de la cintura con su mano libre acercándome más a él.
Hiba a mirarlo para ver si estaba despierto o lo hizo a propósito, pero lo dejé pasar y aproveché para colocar mi frente sobre su pecho sintiendo como sube y baja percibiendo el olor que me hace sentir tranquila, en paz, plena, un aroma que me gusta mucho, menta y chocolate a margo.
¿Dónde habrá conseguido ese perfume?
— Oye — levantó mi vista observando sus ojos cerrados.
— Mmm..— abre uno un ojo viéndome
— ¿Dónde compraste tu perfume? — se quedó en silencio pensando unos segundos.
— ¿Cuál perfume?
— Hueles muy bien — digo y Sebastián sonríe de una manera linda tanto que me cautiva a sonreír igual.
— Tú igual hueles muy bien mi luna — dice dejando un beso en mi cabeza.
— Pero yo quiero saber de cual perfume usas.
— No uso perfume
— ¿Entonces un jabón de baño?
— ¿A qué huelo?
— A menta con chocolate amargo — le respondo sonriendo enterrando mi cabeza en sobre su pecho.
— ¿En serio?
— Si.
— ¿Y te gusta?
— Me encanta. — suelto y siento como me envuelve con sus brazos abrazándome fuerte como si no quisiera soltarme.
— A mi igual me encantas — susurra besando mi frente — recuerda siempre esté momento — levanto mi mirada viéndo sus ojos tratando de comprender lo que dice. Me está confundiendo porque su voz suena tan triste y sus ojos se ven tan apagados
— Lo recordaré — prometo mientras coloco la palma de mi mano en su rostro tratando de consolarlo. Sebastián al sentir mi tacto cerro sus ojos y segundos después abrió sus ojos mientras toma mi mano llevándola a su boca, donde dejó un corto beso en el dorso de mi mano, sin prisa, creando un ambiente donde solo estamos nosotros dos, miro lo que hace encontrando su mirada instantes después, jala mi mano llevándola arriba de mi cabeza mientras él gira quedando arriba de mí.
— Recuerda todo de mi — habla acercándose a mi lentamente hipnotizándome — Mis ojos, mis besos — empieza a dejar pequeños besos por mi rostro llegando hasta mi cuello donde siento una corriente electrónica que pasa por todo mi cuerpo y más cuando sentí sus manos en mi mejilla. — el tacto de mis manos delineando tu rostro, acariciando tus brazos, recorriendo tu cintura, recuerda que yo solo puedo tocarte — susurra cerca de mi oído para después morderlo logrando que un escalofrío recorría mi cuerpo. — y hacerte temblar debajo de mí.
— Sebas-tian — digo su nombre nerviosa tratando de empujarlo con mis dos manos pero él agarró una de mis manos pasándola por sus pectorales hasta llegar a dónde se encuentra su corazón. Me mira y sin poder contener más sus lágrimas susurra — por favor no olvides, que sin ti ya no soy nada. — suelta mi mano, pero yo, ya no la despegó al verlo así. — que si hago esto es porque quiero tenerte a salvo — dice pasando su mano por mi mejilla acariciándome mientras con su mirada sigue sus dedos que recorren mi frente haciendo a un lado mi cabello — para que cuando por fin vaya a buscarte tengas la seguridad de estar protegida sin esconderte y.…— se queda en silencio unos instantes — y pueda decirles a todos que su verdadera luna ha llegado a casa. Mi luna — dice mirándome a los ojos mientras siento el tacto de sus dedos recorrer mis labios. Sebastián baja su mirada a mis labios, pero se queda quieto y cierra sus ojos con dolor girando un poco su cabeza a otro lado.
Al ver eso sentí un dolor en mi pecho, él nunca se da a entender, no sé qué le pasa, tampoco sé cómo tranquilizarlo.
¿Qué puedo hacer para que deje de mirarme con tristeza?
¿Qué puedo hacer para que me sonría como antes?
Me está doliendo verlo así, quiero que junte su frente con la mía, sonría y se tranquilice. Y creo que la única manera es que me mire solo a mi para que deje de pensar en otras cosas.
Sé que Sebastián me curó como la vez pasada y que a la mejor llegó en un momento de desastre, por eso a la mejor anda así; sin embargo, yo estoy feliz de verlo y aunque me mintió sobre donde estaba Joel tampoco puedo culpar a ninguno de los dos. El camino de todos es distinto, las rutas cambian, los caminos se acaban, la tormenta nos detiene, pero al final del día cada uno debe seguir hacia su propia felicidad, donde el ambiente sea cálido, sin necesidad de que haya un sol.