Después del mágico momento de la medianoche, Sophia y Gabriel decidieron explorar un poco más la ciudad, guiados por el resplandor de las luces navideñas y la complicidad de risas y miradas cargadas de significado. Cada calle parecía contar una historia única, y cada rincón de Everwood contenía la promesa de algo especial.
Optaron por visitar el parque, donde los árboles estaban decorados con brillantes farolillos, creando un sendero de luz que se extendía hasta el horizonte. El aire frío era nítido, pero la cálida presencia mutua hacía que la noche fuera acogedora.
Mientras caminaban por los senderos iluminados, Gabriel condujo a Sophia a un rincón bajo un antiguo muérdago. El muérdago, con sus hojas verdes y bayas rojas, parecía guardar secretos y promesas de amores eternos.
—Sophia, desde que llegué a Everwood, mi vida ha cambiado de una manera que nunca podría haber imaginado. —Comenzó Gabriel, con la mirada fija en la de ella.
Ella sonrió, sintiendo la seriedad de las palabras que estaban a punto de ser pronunciadas.
—No sé cómo explicarlo, pero has traído una luz a mi vida que no sabía que me faltaba. Estas últimas horas contigo han sido como un viaje encantado, y solo puedo imaginar lo que el futuro nos depara. —Continuó él con sus palabras cargadas de sinceridad.
Sophia, conmovida por la emoción en las palabras de Gabriel, sostuvo sus manos con ternura. —Gabriel, también siento algo especial entre nosotros. No sé cómo explicarlo, pero parece que el destino ha entretejido nuestros caminos en esta noche mágica.
Él la miró intensamente, como si estuviera a punto de hacer una promesa solemne.
—Sophia Winter, bajo el muérdago de esta noche especial, quiero hacerte una promesa. Prometo estar a tu lado, explorando lo desconocido, enfrentando desafíos y celebrando la belleza de cada momento. Prometo amarte, no solo en los días brillantes, sino también en los días nublados. ¿Aceptas esta promesa?
Sophia, con lágrimas de felicidad en los ojos, asintió con una sonrisa radiante. —Acepto, Gabriel Noël Adams. Acepto esta promesa de corazón abierto.
Se abrazaron bajo el muérdago, sellando la promesa con un beso lleno de ternura. Everwood, siendo testigo de la promesa hecha bajo las hojas verdes y las bayas rojas del muérdago, parecía sonreír ante el nuevo capítulo que se desplegaba en esa noche especial.
A medida que la noche avanzaba, Sophia y Gabriel decidieron regresar a «Letras de Navidad», donde había comenzado su jornada. La librería, ahora iluminada por la suave luz de las velas, parecía un refugio acogedor, como si estuviera esperando ansiosamente el regreso de los dos.
Se sentaron en un rincón acogedor, compartiendo historias y risas, mientras el calor del amor que habían descubierto continuaba calentando sus corazones. Everwood, ahora silenciosa y serena, guardaba en sus calles el secreto de una historia de amor que se desarrolló bajo las luces de la víspera de Navidad.
Y así, mientras la nieve seguía cayendo afuera, Sophia y Gabriel descubrieron que el verdadero encanto de la Navidad no estaba solo en las luces brillantes ni en las decoraciones festivas, sino en el poder transformador del amor compartido.
El deseo a medianoche se hizo realidad, y la promesa bajo el muérdago selló un capítulo que continuaría siendo escrito, página tras página, en los años venideros. Su amor era como una historia interminable, una historia que, a pesar de los desafíos y giros, permanecería eternamente.
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Editado: 06.02.2024