" El deseo del multimillonario" (saga N° 3)

Capitulo 5

Logan no estaba bromeando cuando le dijo que contaría con todo un equipo de expertos una vez que empezara el proceso. Cara se asombró de la rapidez con la que, una vez que se redactaron los documentos y comprobaron que eran compatibles, se encontraron en la fase de pruebas médicas. Si las superaba, después vendría la inseminación artificial.

Había momentos en los que se cuestionaba su decisión, pero en general tenía una actitud optimista de que aquello era algo que iba a finalizar pasara lo que pasase. Se sintió un poco aliviada al enterarse de que pasaría algún tiempo antes de que tuviese lugar la inseminación, ya que era primordial esperar al momento adecuado. Aunque ya se había mudado de forma oficial a la casa de Logan y firmado el contrato, prefería adentrarse poco a poco en el procedimiento de la subrogación. Porque, una vez que ocurriera y se quedara embarazada, no habría marcha atrás.

Todo aquel tiempo de espera significaba que Cara y Logan estaban un poco perdidos en cuanto a cómo relacionarse entre ellos. La mansión era tipo rancho, con acres de terreno y sus propios establos, zona arbolada e incluso lago, por lo que había un montón de actividades al aire libre, como senderismo y equitación, para mantener a Cara ocupada.

Pero primero, reclamó una de las innumerables habitaciones del edificio como estudio de arte. Estaba deseando coger de nuevo sus pinturas y pinceles. Sentía como si sus manos tuvieran algo que decir y necesitaba una vía de escape para los desordenados pensamientos de su mente. Y lo mejor de todo, ahora que estaba lejos de la influencia negativa de su ex, se sentía libre por primera vez en muchos meses. Ahora ya puedo respirar, pensó con una sonrisa.

                                                                                ***
Logan se paseaba por la oficina mientras dictaba un documento a su ayudante. Había decidido trabajar desde casa, lo que no suponía ningún problema, dado que su empresa se dirigía prácticamente sola y él podía controlar los asuntos más importantes desde cualquier ubicación.

Al pasar junto a la ventana, volvió sobre sus pasos repentinamente tras notar un movimiento fuera. Se quedó allí plantado, admirando la imagen de Cara galopando alrededor del mozo de cuadra que la observaba dando instrucciones.

Incluso desde aquella distancia, podía percibir su bonita risa y su sonrisa encantadora. Logan suspiró. Qué inquieta era. Ese día, estaba montando a caballo, el día anterior la había encontrado en la cocina hablando a grito pelado con Gina, que le explicaba una nueva receta.

Logan sacudió la cabeza sin percatarse de que sus reflexiones internas habían despertado la curiosidad de su ayudante, que se acercó a él y miró por encima de su hombro.

-Todavía no entiendo por qué la has escogido- dijo Meg en tono ligero.

Logan resopló y se apartó de la ventana, volviendo a su escritorio. -¿Y por qué no? Meg resistió la tentación de poner los ojos en blanco. A Logan le encantaba responder con otra pregunta.

-Creo que sois... diferentes. Ella es tan… tan…- Meg se puso a gesticular con las manos y, en aquel momento, se escuchó un grito de alegría que resonó por toda la estancia, seguido de la
inconfundible risa de Cara.

-Eso- concluyó Meg, apuntando con el pulgar en dirección a la ventana. -Chillona, descontrolada y todo lo que se considera como inestable o fuera de control.

-A mí me parece un desafío- dijo Logan en un tono de voz tan bajo que Meg apenas le oyó.

-¿Qué?- exclamó Meg sin poder creerlo. -¿La consideras un desafío?

-Toda la experiencia es un desafío. Sí, Cara Stiles es indisciplinada. No parece estarse quieta.

Pensaba que iba a estar ocupada yendo de compras, almorzando o relajándose en un spa, y manteniéndose
fuera de mi vista, pero en su lugar está siendo un torbellino dentro de la casa. Y de repente me acuerdo de
que Cara no es como la mayoría de las mujeres, y que esa es una de las razones por las que la elegí.

-Logan, no estoy criticando tu elección- dijo Meg en tono neutro. Conocía a su jefe prácticamente desde que fundó la compañía - llevaba trabajando para él ocho años, y era una de las pocas personas con las que se permitía algo de intimidad. Lo conocía muy bien y, sin embargo, por primera vez no era capaz de adivinar qué le pasaba por la cabeza.

Cuando decidió contratar un vientre de alquiler, le rogó que utilizara una agencia, que mantuviera algún tipo de estructura, pero en lugar de ello, Logan publicó aquellos anuncios que atrajeron a todo tipo de mujeres que ni siquiera iban a conocer todos los detalles hasta el último momento.

-Entonces, ¿qué quieres decir? ¿Por qué la cuestionas si sabes cuánto tiempo llevo planeando y deseando esto?- preguntó Logan.

Meg suspiró profundamente. -Necesito saber que no se trata de caridad. Había mujeres mejor cualificadas y más adecuadas, pero tu complejo de salvador te ha hecho elegir a la que te parece que necesita mejorar su situación.

-¿Y si se trata de que sé que está en el momento adecuado de su vida para poder enfrentarse a todo esto? ¿Qué dices a eso? No sé exactamente por qué estaba de paso, desempleada y, posiblemente, sin recursos, a juzgar por las pocas pertenencias que ha traído consigo, pero, sí, quizás pensé que si tuviera que elegir a alguien, mejor a una persona que también se fuera a beneficiar de la experiencia - y que no aceptara sólo por el dinero.

-¿Y qué más te da? Es un acuerdo comercial. ¿O no?

Logan no quiso pensar demasiado antes de espetar: -Por supuesto que lo es. Cara es una mujer muy hermosa, y no voy a fingir que estoy ciego, pero se trata exclusivamente de un negocio. No la veo como una mujer, sino como un deseo de tener un hijo y que ella sea como una madre en papel 

-Tienes razón- acordó Meg con una alegre carcajada, antes de ponerse seria y dedicarle a su jefe una mirada firme. -¿En qué estaría pensando?




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