" El deseo del multimillonario" (saga N° 3)

Capitulo 8

Logan no había esperado despertarse en la cama de Cara, con su cuerpo envuelto sobre el de él.

Saboreó la sensación de tenerla tan cerca y descubrió que era más que agradable. Sintió cierta agitación
en sus genitales, que se habría convertido en excitación en estado avanzado si no hubiese saltado de la cama a toda prisa.

Por suerte, Cara no se despertó. Horas más tarde, cuando se encontraron en el desayuno, una tímida Cara le dio las gracias y confesó que no le gustaba dormir sola.

-No había dormido tan bien en mucho tiempo- añadió.

Y él tampoco, pero no se lo podía decir. Las cosas se estaban poniendo demasiado cómodas entre ellos, y empezaba a ver señales de peligro. Quería un bebé, no una pareja. Pero, ¿y un simple devaneo? ¿Era aquello prudente con un contrato de al menos un año? ¿Cómo podían convertirse en amantes con todo aquel asunto de la subrogación?

Quizás no fuera tan buena idea tener a la madre de alquiler bajo el mismo techo. Pero en su ansia por tener el control de la situación, Logan no confiaba en nadie lo suficiente como para dejar que viviera a su aire.

Había leído cosas horribles sobre la gestación subrogada, y quería tener a Cara donde la pudiera ver, para asegurarse de que seguía las normas. Pero no había planeado que le gustara tanto. Al verla por primera vez cada día, le producía una extraña felicidad. Oír su risa en la distancia, o incluso a través de las paredes de la mansión, hacía que se sintiera reconfortado.

Era una lástima que tuviera que ocultarlo y hasta luchar contra aquel sentimiento. Como estaba haciendo entonces.

Había adquirido la costumbre de agudizar el oído para escucharla siempre que estaba en casa. En aquel momento, podía oírla en su estudio, maldiciendo y jurando mientras se desplazaba de un lado a otro del cuarto. El sonido de varias cosas cayendo al suelo, tal vez un caballete.

Logan estaba demasiado ocupado como para prestar atención a todos los detalles de la vida de la señorita Cara Stiles. Pero, justo cuando se decía eso, su mente regresaba a aquella madrugada y a su cálido cuerpo junto a él, sus húmedos e invitadores labios y sus pechos apretados contra su brazo, haciendo que se diera cuenta de que sí la veía como mujer. Por una fracción de segundo, había deseado poder sujetarla y apoderarse de su boca, averiguar si su sabor era tan grato como su aspecto.

Era una especie de torbellino - en más de un sentido. Logan no podía negar que se sentía atraído por su voluptuoso cuerpo, pero no entendía por qué tenía que ser tan estridente e inquieta… incluso cuando se dedicaba a las tareas más simples.

Sabía cuánto le gustaba pintar, y pensó que quizás debería empezar a mostrar interés. Con el fin de conservar la cordura de ambos, por supuesto.

Se alegraba de que un asunto inesperado hubiese obligado a Meg a retrasar su regreso unos días. Estaba seguro de que no aprobaría la actitud de Logan y le intentaría disuadir de comportarse de forma inusual. Pero, ¿era aquella preocupación suficiente para detenerle?

                                                                                        ***

Cara se había pasado toda la mañana intentando trabajar en su nuevo cuadro. Al caer la tarde, estaba desanimada con los resultados, ya que había malgastado mucho tiempo rondando por el estudio sintiéndose melancólica y perdida. Últimamente se encontraba alicaída, y había vuelto a tener pesadillas. La tormenta de la noche anterior había empeorado las cosas. Por suerte, la presencia de Logan con el truco de las velas había ayudado bastante. Recordaba haberse despertado en algún momento de la mañana y ver su rostro junto al de ella.

Sin pensarlo, le había acariciado ligeramente la barba, que produjo una sensación muy agradable en su mano, ni demasiado suave ni demasiado áspera, simplemente perfecta. Tras lo que había vuelto a dormirse con un suspiro de satisfacción. Para cuando despertó de nuevo, Logan ya se había ido y su lado de la cama estaba vacío y frío.

Al verle aquel día se había mostrado muy tímida. Cara se preguntó si su falta de concentración no se debería a aquello. Su interés en este nuevo hombre y los malos recuerdos del anterior, no combinaban
muy bien. Y si a eso añadía su deber para con el contrato de subrogación, era raro que no se hubiese
vuelto loca.

Cuando Logan apareció justo en aquel momento, encontró a Cara golpeando furiosamente el lienzo con un pincel. De repente, una enorme mano asió la suya y detuvo sus agresivos movimientos, provocando que un pequeño grito de sorpresa escapara de sus labios. Cara dio un respingo y miró a Logan.

-¿Qué estás haciendo?- le preguntó él en tono suave, y ella resopló en respuesta.

-No estoy pintando, a juzgar por este desastre- añadió. -A principios de semana estaba inspirada, pero ahora me he quedado en blanco y no puedo expresar lo que concebí cuando empecé con el cuadro.

Mientras hablaba, se movía sin parar de gesticular de un lado a otro, y tiró un bote de pintura de una banqueta, que hizo un ruido metálico en el suelo, derramando su contenido azul Prusia.

-Vale, añade torpe a la lista de cómo tener un mal día- se quejó, a punto de agacharse, pero la voz de Logan la detuvo.

-No te muevas. Cara se tensó, sorprendida por la autoridad de su tono. Se quedó inmóvil como una estatua, siendo consciente de lo cerca que estaba de él y de lo abrumadora que era su presencia detrás de ella.

-Respira, Cara. Profundamente - dentro y fuera.

-Logan…

-No hables- ordenó él.

¿Qué? Cara estaba confundida y excitada a la vez. Pero, ¿con quién se creía que estaba hablando?

-Estupendo- exclamó él, cuando Cara no dijo nada más. -Respiraciones profundas, Cara. Cara comenzó a respirar como le decía. Con profundas inspiraciones que elevaban su pecho. ¿Qué está intentando decirme con esto? se preguntó.




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