" El deseo del multimillonario" (saga N° 3)

Capitulo 9

Logan no había querido asustar a Cara.

No solía intimidar a las mujeres. Sólo había sido un juego, pero estaba claro que a Cara no le iban aquel tipo de provocaciones.

Entendía que necesitara un respiro. Pero a medida que pasaban las horas, empezó a preocuparse. ¿Y si no regresaba?

No creía que fuera capaz de abandonar su acuerdo. Confiaba en ella. Pero al caer la noche se sintió cada vez más intranquilo.

Y al mismo tiempo, se obligó a controlar su imaginación. Aunque Cara no parecía una persona obsesionada con el dinero, Logan tenía la impresión de que estaba totalmente comprometida con el proceso de la subrogación. Además, no creía que tuviera otro sitio donde ir. Entonces, ¿dónde estaba?

Logan estaba a punto de coger el teléfono para hacer una llamada. Haría que sus mejores contactos encontraran a Cara y la trajeran de vuelta. No podía dejar que desapareciera aún...

En aquel momento, oyó la puerta de entrada. De repente, escuchó la voz del ama de llaves saludando a la recién llegada, y después la de Cara devolviendo el saludo.

Logan se recostó en su silla con un suspiro de alivio. Gracias a Dios, Cara estaba sana y salva.

                                                                                      ***

Ya estoy en casa.

Cara dejó escapar un suspiro de alivio al cerrar la puerta de entrada. Aún seguía temblando por lo que había ocurrido, pero logró sonreír cuando la gobernanta afroamericana, Kimmy, apareció en el vestíbulo.

Cara se sintió reconfortada de inmediato por aquella bienvenida, y por el amparo que le ofrecía la mansión. Se sentía segura dentro de aquellas paredes, y no sólo por las verjas y el sistema de seguridad.

Se alegraba de estar de vuelta antes de haberse metido en un lío. Pensó en Logan al instante. Había en él una especie de dureza, pero también una bondad que la atraía. Recordó lo conmocionada que se había sentido con su cercano encuentro en el estudio, pero no había tenido miedo.

Le asustaba más lo que le hacía sentir con sólo un roce o una mirada. Pero en aquel momento trataba de calmarse por lo que acababa de sucederle.

Había visto a su ex, Jude. O eso creía. Al salir de un supermercado cargada con una bolsa llena de chocolate y artículos de arte. Estaba a una cuadra de ella, mirando a su alrededor como si buscara algo - o a alguien.

Cara se quedó sin aliento y se escondió tras una esquina, se pegó a la pared y rezó para que no la hubiese visto. No estaba segura de si ya lo había hecho, pero no podía quedarse allí. Tomó un atajo por callejones estrechos y regresó a casa de Logan, el único sitio en el que se sentía a salvo.

Quería verlo, que le dijera que todo iba a ir bien. Pero no le debía nada, y mucho menos consuelo. ¿Era tonta? Sólo porque había buscado su compañía un par de veces, le había preparado el desayuno un día, y la había abrazado por necesidad - no le daba ningún derecho a reclamar su atención. Cara se mordió la uña del pulgar mientras caminaba nerviosamente de una habitación a otra. No quería ir a su cuarto y desmoronarse. Se alegraba de que aquel lugar fuera tan grande, y de poder atravesar habitaciones y pasillos sin encontrarse con nadie. Era incapaz de tranquilizarse después de haber visto a Jude. ¿Cómo era posible que estuviera en aquella ciudad? ¿Le había seguido la pista y estaba intentando localizar su ubicación?

En cualquier caso, allí no podría encontrarla Abrazándose a sí misma, entró en otra estancia y sofocó un sollozo. Pensar en todo el dolor que le había causado Jude, sus amenazas y su odio, le hacía querer esconderse en una esquina y no volver a salir nunca más. Siguió caminando a través de otra puerta. Incapaz de contener las lágrimas, continuó arrastrando los pies por la mansión, sin poder detenerse a pesar de su cansancio. Tengo que seguir adelante. No puedo parar, no puedo dejar que me encuentre...

Casi lanzó un grito cuando unos fuertes brazos la rodearon desde atrás. Un conocido acento irlandés sonó en su oído con una cálida voz que susurraba:

-Shhh. No pasa nada. Estoy aquí.

Cara sollozó y se aferró a los brazos que la envolvían. Enterró el rostro en ellos e inhaló el familiar aroma a maderas y especias de Logan.

-Cara- dijo él una y otra vez. -Cara.

Al escucharle pronunciar su nombre de aquella manera, con su marcado acento, todo el miedo que había sentido se transformó en una inexplicable y seductora sensación, como una niebla de deseo. Su cuerpo reaccionó de forma extraña a la sencilla elocuencia de su nombre en boca de Logan.

-Logan- susurró, cerrando los ojos y temblando de excitación.

-No era mi intención asustarte. Dime que no te doy miedo- dijo él suavemente en su oído.

-No eres tú- respondió Cara, al darse cuenta de lo que debía pensar. Que la había asustado en el estudio.

Nada más lejos de la realidad. Incluso en aquel momento podía recordar lo excitada que se había sentido, exactamente como en aquel momento.

-No me das miedo- añadió con firmeza.

-Dime que te suelte y lo haré.

-No, no lo hagas- dijo ella rápidamente, ruborizándose. -Me siento segura cuando me abrazas. No sé por qué, pero es así.

-¿Aún sabiendo que soy peligroso? Porque lo soy. No soy un santo, Cara. A veces pienso en las cosas que puedo hacerte y me sorprendo a mí mismo.

Cara se sentía hipnotizada por su voz y su embriagador aroma. Logan la estrechó con más fuerza contra su musculoso cuerpo. Ella quiso resistirse, pero sintió cómo sus músculos se relajaban, y se apoyó en él.

Estando entre sus brazos no hacía daño a nadie, ¿verdad? Arqueando la espalda, deslizó los brazos hacia arriba, juntando las manos en la nuca de Logan. Se mordió el labio y gimió suavemente al sentir sus manos agarrándola por la cintura.

Sacudió las caderas de forma involuntaria y notó cómo él se endurecía. Guau. No se había creído del todo lo que dijo sobre hacerle cosas. Pero al sentir su respuesta ante su frotamiento, obtuvo la confirmación que necesitaba.




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