El designio de Amalia

3. Sangre

La tenue luz proveniente del pasillo se refleja en las delicadas facciones de Xavier. Pálido en exceso y ojeroso, mi mirada recorre como si le encantase hacer aquello, el contorno de su mandíbula, desde su oreja, bajando lentamente por su mandíbula cuadrada y acariciando con los ojos su cuello, la forma tan sutil y varonil en la cual su clavicula se formaba me hacían querer posar mis labios sobre ellas, suave y sutilmente para saber cuan aterciopelada y firme era su piel. Sus ojos azules, profundos e hipnotizantes l se mezclan con las pequeñas manchas bordo que aparecen a flote en la superficie sin explicación alguna, se muestra tan hambriento como un animal, sediento de sangre. Su mirada recorre con lentitud mi rostro lo disfruta y goza, enloquece mi sangre la cual jala de mí y quiere, desesperadamente, fundirse en un largo y reconfortante abrazo con él, pero me mantengo firme en mi lugar, embobada, observándolo casi maravillada, mi labio inferior tiembla sutilmente. Xavier recorre cada detalle de mi rostro con sumo cuidado, recordando algo, la melancolía vuelve a sus bellos ojos azules y una leve sonrisa torcida se forma en sus labios, la tristeza invade todo su ser y es casi insoportable para mi sangre verlo de este modo, me examina hasta llegar a mi cuello y posa sus ojos en él, su mirada hambrienta se intensificó, el monstruo que se escondía bajo el infinito océano de sus ojos lucha por emerger de las profundidades y acabar con la sirena que observa embelesada el océano, instintivamente, tragó saliva y relamió sus pálidos labios lentamente, noto sus filosos caninos sobresalir de estos, mi cuerpo tembló reaccionando a su acción, un pequeño gemido de sorpresa escapó de mis labios, Xavier lo notó, complacido apartó sutilmente sus manos de las mías. A mi sangre no le gustó para nada este gesto, noté en su mirada que a él tampoco le gustó separar nuestras manos, pero debía hacerlo. Mi mente no era capaz de procesar lo que estaba sucediendo, me encontraba seducida por este ser anti natural a punto de no poder pensar con claridad.

El pánico, por otro lado, me gritaba con cosquilleos en la nuca que me alejase, que estaba cayendo en los encantos de este... vampiro. Y tenía razón, cada que observaba a Xavier, de alguna forma, terminaba seducida por él, tal y como los vampiros hacían con sus víctimas, su belleza anti natural era usada como un cebo para atraer a jóvenes indefensas y luego, matarlas bebiendo toda su sangre. ¿Xavier me mataría si esto fuese real? Mi cerebro aún trataba de asimilar las palabras que el joven pelirrojo me había susurrado con anterioridad, más aún no caía en la realidad, quise reírme ante semejante idiotez más su serio rostro y la gravedad de la situación me hacían caer en cuenta de que esto o se trataba de ninguna broma de mal gusto, que Xavier estaba diciendo la verdad.

Mi cuerpo tembló y poco a poco comprendió en lo que estaba metida.

Vampiros. Princesa. Amalia. Oh por dios, no puede ser.

— He tenido que morderte, — susurró con suavidad y una sorprendente calma, temiendo asustarme, no obstante, el pánico se incrementó en mi interior— tu yo vampiro reclamaba despertar de su eterno sueño, Amalia. — desvío la mirada y frunció los labios formando con ellos una fina y tensa línea, su expresión no es seria, pero si misteriosa, se arrepiente de haberlo hecho más sus ojos se muestran fascinados por el sabor de mi sangre, por mí. —Alexander me matará.

Ladeo la cabeza, escéptica a lo que segundos antes dijo; mi rostro se mantiene inexpresivo, debo recordarme respirar con normalidad y ocultar el pavor que crece dentro de mí. Me ha vuelto a llamar por aquel nombre tan ajeno y extraño, pero que, de alguna forma, mi cuerpo reacciona a él instintivamente, me niego a creer que aquel sea mi verdadero nombre, mi verdadero apellido, desvío mi mirada del pelirrojo a la cama y acaricio las sabanas que cubren parte de mi cuerpo, mi mundo se ha visto total y completamente alterado de la noche a la mañana, ¿Debería sorprenderme esta noticia? ¿Debería creerle? No sé qué hacer, mi mente sigue confundida, se debate si creerle o no, no sé cómo responderle, todo ha sucedido de golpe, más no hay forma humana de explicar lo que viví en la escuela y en mi casa aquella mañana que siento tan lejana en mis recuerdos. Aquella criatura claramente no era algo que se pudiese explicar con palabras humanas, incluso el sueño en el que me mantenía sumida, la realidad que creía vivir no era algo que un humano pudiese hacer a no ser que poseyera... magia. ¿Acaso los vampiros podían crear este tipo de criaturas y hacerme caer en un sueño tan vivido que era casi imposible salir de él?

Mi corazón y mi cerebro se sienten cansados de tanta información que deben digerir, mis ojos están secos, ya no puedo llorar, por más que anhele que todo regrese a como era antes, sé que nada de eso volverá por que todo era un sueño y, muy en el fondo, una vocecilla me susurra que es verdad, que Xavier no miente. Que los vampiros existen.

— No cambies de tema. — la firmeza de mi voz y la seguridad con la cual pronuncie aquellas palabras llegó a sorprenderme, no me creía capaz de hablar en un momento como este, sin embargo, mi voz fue rasposa y áspera, el cansancio se notaba en ella. Él suspira y asiente apartándose completamente de mí, mi sangre gimotea en mi interior por esto, pero el pánico agradece este espacio que me acaba de otorgar.

Se levantó de la cama con resignación y caminó a la ventana abriendo las grandes y espesas cortinas rojas. El atardecer lentamente desaparece por el hermoso paisaje de extensos campos y le da paso a una eterna y oscura noche de invierno, su mirada se pierde en el paisaje y los vividos colores hacen brillar sus hermosos ojos azules: recorre desde el más cercano árbol hasta el más lejano, pasando por entre el camino rocoso que lleva hasta un muro escondido entre el monte verde y arbolado. Los últimos rayos de sol acarician sus mejillas, poco a poco estas se queman con lentitud, su pálida, casi cristalina piel brilla con intensidad y toma una tonalidad rojiza mientras arde como el mismísimo infierno, Xavier parece no sentir la quemazón, la ignora mientras esta avanza por su rostro. No se inmuta en lo más mínimo, cierra sus ojos y disfruta de la brisa que entra por la ventana, parpadeo perpleja observando el cómo su piel brilla con intensidad mientras se quema, no obstante, a pesar de los intententos desesperados de los rayos del sol por acabar con el joven vampiro, termina rindiéndose y dejándose caer junto al crepúsculo. La piel de Xavier está intactita, como si nada hubiera sucedido. Me observa de reojo y dedica una sonrisa ladeada.



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En el texto hay: vampiros, romance, drama

Editado: 04.04.2023

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