La lluvia cae con gentileza a nuestro alrededor, las suaves gotas se rompen al tocar el suelo y las negras nubes chocan entre sí produciendo horribles estruendos. Contemplo con lastima la entrada del lugar que me acogió por un año, todo fue una mentira, el año que viví en este apartamento fue, sin dudas, una completa y desastrosa mentira inventada para protegerme. Eliseo está parado detrás de nosotros sosteniendo el paraguas y cubriéndome con él. Aprieto mis puños con impotencia, el departamento está destruido, no hemos podido salvar nada más que ropa y un álbum familiar de Alexander, las fotos son desde el momento que nos mudamos a esta casa, cada momento feliz vivido juntos, recordar la felicidad que tuvimos durante un año crea un sentimiento de añoranza en mi interior, todo ha sido un sueño del cual Alexander y yo hemos despertado, ahora debemos enfrentar la realidad. Soporto las lágrimas, no voy a llorar, no seré esa clase de persona, debo de ser fuerte y enfrentar el destino que me depara con la cabeza en alto.
Winter Gringor dejará de existir una vez salgamos de este lugar, un nombre inventado por mi hermano para protegerme y un apellido que carga con la deshonra de una reina enloquecida.
Amalia Némésie volvía a la vida para terminar con todo el sufrimiento provocado por sus progenitores, reclamando un lugar para los vampiros en el mundo.
La brisa del viento sopló despeinando mi cabello rubio y volando la falda del vestido de encaje que Alex me ha regalado. De cuello redondo y con un hermoso cinturón negro, a pesar del frio decidí usar medias bucaneras y botas. Antes de salir me coloque una chaqueta de cuero y Xavier me extendió una capa, entiendo su punto, vendríamos a la escena donde todo comenzó y, según él, cazadores de vampiros podrían estar rondando la zona en mi búsqueda, al comienzo me pareció realmente extraño, quise preguntarle sobre los cazadores de vampiros, pero opte por cerrar la boca, lo mejor será ir recibiendo nueva información de a poco, no quiero volver a saturarme. Mi mano roza el collar de zafiro levemente, desde aquel día no me lo he quitado, me siento extrañamente segura con él.
Resignada miro mi teléfono, no paró de vibrar desde que llegamos a la ciudad, veinte llamadas perdidas de Celeste y más de cien mensajes suyos en todas mis redes sociales, las llamadas y los mensajes se fueron acumulando conforme pasaba el tiempo.
Ha pasado una semana desde entonces.
Una semana donde aprendí poco a poco sobre mi especie, donde, finalmente, acepté mi nueva realidad, fue un proceso lento y difícil, para mi buena fortuna Xavier me dio espacio y se dedicó exclusivamente a entretenerme esos días mientras explicaba cosas básicas sobre los vampiros que tal vez me servirían en un futuro, como por ejemplo como diferenciar a un impuro de un puro, la forma más fácil era mostrando un crucifijo: mientras que nosotros solo sentimos incomodidad, ellos se asquean y quedan en un estado de shock. Lisa por su parte estuvo intentando ayudarme con los modales, no fueron clases extensas, pero si necesarias para recibir a las constantes visitas que teníamos en la casa Wolf, generalmente eran nobles, vampiros antiguos que querían saludar y apreciar a la heredera del trono, me enseñó a reverenciarme, negar educadamente la sangre y sentarme, así mismo recibí durante toda la semana quejas de Lisa por no querer usar esos asfixiantes vestidos con corset. ¡Sigo negándome a la idea de utilizarlos! ¡Las sirvientas quieren matarme cada vez que lo ajustan! Casi me desmayo una vez intentando sentarme con esa cosa. Lisa me ha torturado. Eliseo se ha encargado de hacerme transfusiones de sangre, desde que comenzó a hacerlas mi cuerpo se siente extrañamente mejor, no padezco mareos y poco a poco me siento más fuerte.
Sin embargo, en mis momentos de soledad, era inevitable añorar la vida humana que perdí, extrañar a mis amigas: a Celeste.
Pensar en mi mejor amiga provocó que el pesar volviera, he evitado tanto pensar en ella, en mi vida humana, no puedo simplemente dejar atrás todo lo que me hizo feliz, ha quedado como una carga dolorosa que se apropia de mi pecho cuando menos me lo imagino, que, poco a poco me entristece; tengo que dejar de lado a mi mejor amiga, debo dejar mi vida humana de lado. Ahora soy Amalia.
Oigo los pasos de alguien no muy lejos de aquí, Xavier había entrado nuevamente al apartamento, quería investigar el cadáver del impuro que me atacó aquella vez, el pelirrojo está realmente preocupado puesto a que no han quemado sus restos y mi madre puede reclamar el cadáver y utilizar la sangre que aquel impuro ha conseguido de mi para sus experimentos, una semana tarde se acordó, seguramente ya no queden rastros del ataque. Suspiro levemente y desvió mi mirada a la calle, noto pasos cerca de nosotros por el contrario no diviso a nadie, arqueo levemente una ceja y tomo una bocanada de aire, tal vez los movimientos no son de esta cuadra, aún no me adapto a mis nuevos sentidos.
Camino en dirección a la puerta, Xavier se está tardando demasiado y me preocupa, odio admitirlo, antes de volver a entrar, fuerte y claro me dijo que me quede fuera con su padre, considero que lo mejor en este momento es entrar y ver que todo esté bien. Luego me reprochará por haberlo desobedecido, me da igual, nadie me impone que debo y no hacer, ¿Lo divertido de esto? Mi actitud enfada a Xavier. Abro la puerta del edificio y en el momento que me dispuse a entrar, algo cayó al suelo.
— Imposible…
Volteo bruscamente sorprendida, ese tono de voz lo conozco, Celeste apareció a un costado agachada, poco a poco se reincorpora, ¿De dónde ha salido? Está empapada y ¿Sucia? Su respiración es agitada, me percato de una leve herida en su hombro, lleva una capa con la cual se cubre y ropaje de cuero, percibo en su cintura una pistola y en su cuello una cruz, su labio inferior tiembla al igual que su cuerpo, ¿Por qué va vestida de esa forma? Retrocedo impresionada de su apariencia, esa no es mi amiga, algo le ha pasado a Celeste. Sus preciosos ojos se llenaron de lágrimas al mismo tiempo que me examinan anonadados.