El designio de Amalia

27. El funeral de las mentiras

La vida de un viejo amigo se escapa de entre mis manos, me siento inútil, frustrado ante lo que está sucediendo. Si tan solo pudiera hacer algo para salvar la vida de Ethan, si tan solo pudiera otorgarle parte de mi vida, pero, ¿Qué puedo hacer yo, un simple caballero vampiro para salvar a un hermano?

Me duele verlo de esta manera, joder, y pensar que Ethan ha formado parte importante de mi vida tanto como la de mi hermano Yves, el cual la maldición de la primera pura se ha llevado su vida, así como a traído el sufrimiento a mi madre, mi familia. ¡La única posibilidad de salvarle la vida que se me ocurre es una total y completa locura! Ella no debe de saberlo, conociéndola lo hará, usará ese método y... no sabemos qué pasará después.

Puede que Ethan mejore, así como puede ser probable que el virus actué contra la sangre de la princesa de los vampiros y se propague con mayor rapidez en su cuerpo. No sé qué hacer, estoy desesperado, la angustia y frustración que siento empeoran las cosas, ¡No quiero quedarme de brazos cruzados mientras otra persona muere ante mis ojos!

¿Cuántas vidas más se tienen que perder para así crear este nuevo mundo? ¿Quién más debe de morir? Es injusto, tan injusto como la maldición que ha caído en mi familia, si tan solo esa maldita mujer no existiera, si tan solo Odette se diera por vencida y dejara su retorcida forma de amar a su hija de lado nada de esto pasaría, todo sería más fácil para Amalia: Nunca hubiera padecido tanto sufrimiento.

Yves seguiría vivo y mi madre estaría con nosotros.

¿Por qué las cosas deben de ser así? ¿Cuánto tiempo tomará esta maldita guerra? Nos estamos muriendo, nos están masacrando, los vampiros puros estamos perdiendo poder en este mundo, la princesa debe de hacer algo, sin embargo, nada está al alcance de sus manos. La única cosa que podríamos hacer es despertarla, quiero hacerlo, pero, hay reglas que acatar, ella puede ser peligrosa si despierta y, Angelique puede apoderarse de ella.

Después de todo Lilith está tras de su cabeza. Después de todo, Lilith la tortura.

Amalia puede enloquecer.

El rostro de Ethan se ha llenado de manchas, sus ojos rojizos observan desorientado el techo y la vida se escapa lentamente de su cuerpo, no se mueve, no emite sonido alguno, tampoco respira. Su corazón late lento, espero cada latido ansioso y aterrado de que sea el último que pueda oír.

Observo la habitación, como si la muerte fuera a atravesarla en cualquier momento y llevarse a Ethan consigo, sin que yo pueda hacer absolutamente nada. Soy un inútil, no sirvo para esto, cuidar de enfermos nunca ha sido lo mío, no desde que Yves murió.

¿Por qué lo hago? ¿Por qué esto me recuerda aquella noche de verano donde perdí a mi hermano mayor? ¡Es una puta tortura! Yves no se lo merecía, ¡Joder, Yves merecía seguir viviendo! ¿Por qué no he sido yo el primogénito? ¡¿Por qué?!

Aún recuerdo esa maldita sonrisa en su rostro, aquel cabello castaño brillante y esos ojos azules los cuales contagiaban su felicidad, recuerdo sus frías manos entre las mías prometiéndome que sería fuerte, que no moriría, haciéndome prometer que protegería a la princesa Amalia a su lado, que ambos seríamos los caballeros que la princesa necesitaría en algún futuro.

Estúpido Yves, has fallado ante tu promesa, ahora la princesa me odia y tú ya no estás conmigo, hermano.

Odio el verano, lo detesto tanto como Yves lo amó.

Durante el verano, mi hermano se sentaba en el jardín del palacio por las tardes a plantar algunas flores, admirar las flores y darles el mayor cuidado posible, incluso el mismo jardinero real se sentía orgulloso por sus habilidades. Allí fue donde él y Amalia se conocieron: ambos recolectando las rosas nacidas en invierno, y así fue como la pequeña princesa se fijó en el hermano mayor y no en mí... donde perdí el corazón de Amalia.

Duele tanto como aquella vez, Amalia nunca ha sido mía y... jamás lo será.

Sus ojos la delataban, aquella emoción inocente al recolectar las flores y al escuchar con determinación los pequeños trucos que Yves tenía para mejorar el cuidado de las plantas. Amalia solía tocar serenatas eternas con su violín mientras mi hermano se encargaba de regar las flores e incluso, llegaba emocionada a comentar lo que Yves le había enseñado.

Por momentos me moría de celos, la pequeña princesa parecía estar apegada a mi hermano, supongo que si Yves no hubiera estado maldito sería el verdadero caballero de Amalia y... su pareja. Yves la adoraba, ella lo admiraba, ¿Cómo no nacería el amor entre ambos seres tan compatibles?

Admito que aún tengo celos de tan solo recordar la cálida, hermosa y gran sonrisa que él solía sacarle; mi hermano solía decirme que eso era producto de mi gran esfuerzo, de mi contante dedicación y mi gran devoción a la princesa de los vampiros, esa sonrisa tan hermosa fue fruto de mi arduo trabajo.

Ethan se removió inquieto y logró sacarme de mis pensamientos, el virus aún es desconocido para nosotros, sabemos poco y nada, ni siquiera somos capaces de averiguar la forma en la cual mata a los vampiros, es un gran misterio que debemos resolver rápidamente.

Joder, no puedo parar de revivir las últimas horas de vida de mi hermano; veo a Yves reflejado en Ethan, revivo aquel sentimiento de impotencia al verlo morir, el desgarrador llanto de mi madre y el constante llanto de Amalia.

Si estuviera vivo nada de esto le hubiera pasado a Amalia. Si Yves siguiera entre nosotros, habría pedido la mano de la princesa en matrimonio, tal y como lo juró de pequeños.

Sé que no debo pasar mucho tiempo a su lado o me contagiaré, pero es prácticamente imposible, ¡No puedo dejar morir de esta manera a las personas! ¡No puedo ver morir a un ser querido! Aún no afronto la muerte de mi hermano, el secuestro de mi madre... ¿Y quieren que ve morir a otra persona más frente a mis ojos sin poder hacer absolutamente nada? ¡Es imposible!



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En el texto hay: vampiros, romance, drama

Editado: 04.04.2023

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