El despertar

1. Revelación

No sé ni para que vine. La natación no era lo mío pero si la de mi mejor amigo, el campeón de la escuela. Tal vez venir animarlo en su entrenamiento fue mala idea, no imaginé que me ignoraría por sus nuevos amigos.

"Madisson" susurraron varias voces cerca a mi oído. La piel se me enchinó. Disimuladamente miré a mi alrededor; nadie cerca. Suspiré antes de dar vuelta e irme; sin embargo, el pie se me trabó y caí de lleno a la piscina, solté un chillido antes de tal horror. En mis dieciséis años no aprendí a nadar. A manotazos desesperados intentaba mantenerme a flote sin éxito. Como una PIEDRA, mi cuerpo se hundía conforme seguía pataleando. Este era mi fin. El poco o nada de aire que tenía en los pulmones, me obligó a respirar. El agua llenó mis vías respiratorias y a los segundos fui tragada por la oscuridad.

Bajo una luz encegadora, sombras a mi alrededor susurraban cosas intangibles. 

Una... dos... tres... cuatro... presiones en mi pecho bastó para desaparecer a todos. Mi cuerpo se sacudió al toser repetidas veces expulsando el agua. Abrí los ojos de a poco, con la vista borrosa intenté enfocar a la persona que tenía enfrente.

 

"¿Mad? ¿Me escuchas?" la voz de Erick -mi mejor amigo- se escuchaba tan lejana como si aun estuviese sumergida en el agua. Acerté a asentir con la cabeza aun desorientada.

 

Me ayudó a ponerme de pie. La camisa se pegaba a mi torso como segunda piel, mientras de mi falda escurría agua. Bajo las burlonas miradas de los presentes, caminé en dirección a las butacas donde estaban mis pertenencias. Colgué la mochila en mi hombro y con el celular en mano, me retiré ignorando los gritos de Erick.

"¿Mamá?" exclamó Madison al llegar a casa. Sin recibir respuesta alguna, corrió escaleras arriba, encerrándose entre las paredes de su habitación. Lanzó sus cosas al sillón y despojó de la ropa mojada al ingresar al baño, se envolvió en una toalla y tomó otra para su cabello. Al darse la vuelta, la toalla resbaló de sus manos; la garganta se le secó; parado en un rincón - donde no llegaba la luz del sol - un hombre de gabardina y sombrero. No se le veía el rostro pero ella sentía la intensa mirada en su dirección. Quería gritar, correr pero solo obtuvo paralización.

— ¿Madison? — llamó su madre al otro lado de la puerta.

Giró en dirección al llamado. Entre aliviada y desesperada en lanzarse a los brazos de su madre. Al volver su atención al rincón. Parpadeó repetidamente. El hombre... se esfumó. No obstante, su fuerte presencia aún la sentía en la habitación.

 

*******

12 a.m

No podía dormir.
Giré sobre la cama. Boca abajo, boca arriba, de costado, al otro costado y nada. No hallaba manera de poder dormir.

Suspiré. Con la mirada en el techo. No podía prender la televisión; puesto que, mis hermanos menores dormían y pobre de mí, si se despertaban. Mi madre me la liaba en grande.  

Cerré los ojos intentando conciliar el sueño. Apreté los párpados, con los vellos de la nuca erizados. Los maullidos de los gatos en plena madrugada no me eran gratos.

Hastiada me siento al borde de la cama. Me observo a través del gran espejo del armario. Muchas veces mi abuela me dijo, cubrir los espejos por las noches. Soy escéptica a ese tipo de cosas.

Me arrepentí por desobedecer.

El espejo era tan grande que enfocaba hasta el pasadizo, donde las luces estaban prendidas -la oscuridad me daba fobia- Alguien de pequeña estatura y vestimenta negra pasó corriendo.

Inmovilizada sin respirar; no podía creer lo que acababa de ver. Mis músculos tensos. El corazón palpitandome a mil. Empecé a sudar frío. Pasé saliva con dificultad para luego esconderme bajo las sábanas.

La puerta que conectaba la sala con el pasadizo se encontraba cerrada como todas las noches. Jamás se abrió. Por último, el individuo no regresó sus pasos.

Los libros fueron cayendo acompasando de uno a uno de la estantería. Enredé mis dedos fuertemente con la sábana al sentirla deslizarse sobre mi cabeza.

Madison mantenía su respiración inestable, las lágrimas corrían sin cesar por sus mejillas, transpiraba miedo mientras se aseguraba que no le arrebataran la sábana. La tela fue arrancada bruscamente de sus manos, descubriendola, dejándola desprotegida. Buscó paranoica alguna amenaza en su habitación. Gateó sobre su cama con la intención de ir a buscar a su madre. Sin embargo, la luz del pasadizo parpadeó hasta apagarse, dejándola en una absoluta oscuridad. Aterrada, retrocedió  hasta tocar la cabecera de la cama; el llanto de Madison era indiferente a los demás integrantes de la familia, como si estuviese en una burbuja a prueba de ruidos. Luego de tortuosos segundos, la luz volvió a retomar la claridad del pasadizo.

De soslayo vió algo moverse. Giró lentamente en dirección al espejo. Abrió la boca para gritar. Un grito cortado por el pavor. Dentro del espejo una mujer; de cabello oscuro y largo, lo más impactante... la mitad de su rostro despellejado, con el ojo y dentadura sobresaliente; su piel restante estaba podrida y no contaba con un ojo; se apoyaba sobre sus manos como si mirase a través de una ventana.

Madison no pudo soportarlo más. Movida por el terror, salió corriendo hacia la habitación de su madre.



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En el texto hay: fantasmas, paranormal, terror

Editado: 10.10.2020

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