El Despertar

Capitulo 2


—Matthew, ella es Adele. —Ambos seguían mirándose por el retrovisor sin decir nada. Se estudiaban silenciosamente, en especial Adele a él, pues trataba de descifrar el misterio en aquella mirada.

Matthew se animó a romper el silencio, pues se dio cuenta de que si el no lo hacía Adele tampoco.

—Un placer Adele.—dijo él mirándole fijamente a los ojos. Parecia saborear cada palabra en su dicho en especial el nombre de Adele. 
—Igual. —fue todo lo que dijo ella. Aparto la vista del retrovisor apresurada, pero esa mirada azulada aún continuaba en su cabeza, sobre todo porque fue lo único que pudo ver a través del retrovisor.

Era la mirada más sombría y cargada de misterio que había visto en toda su vida, le atraían esos ojos, pero prometían más que misterio, prometían una vida cargada de peligro.

El camino hacia Bomdas se hizo cada vez más corto y sin siquiera notarlo ya estaban allí.

—Bien, hemos llegado. —dijo Robert una vez que estuvieron frente al lugar.

Adele se apresuró a salir y Matthew junto a ella, permitiendo que esta pudiese observarlo completamente y vaya que era muy apuesto. Tenía todas las características de un chico malo, y su vestimenta hacía justicia. Llevaba unos banqueros negros acompañado de una chaqueta negra de cuero y zapatos negros igual.

—iré a estacionar el auto, esperen dentro.—dijo Robert interrumpiendo el análisis al cual Adele estaba sometiendo a Matthew.

No pensó dos veces para acelerar el auto y dejarlos solos. Mientras que bajo el silencio ambos seguían analizándose detenidamente.

— ¿Entramos?—preguntó Matthew señalando la entrada.
—Claro. —Respondió Adele mientras que ambos empezaban a caminar hacia la entrada del lugar.

Una vez allí el olor a cerveza inundó sus fosas nasales junto con la música de jazz que se reproducía en el momento. Algo raro para la época, pero seguro conmemoraban el día de la independencia que estaba cerca. Luego de adentrarse en el ambiente (que al parecer para Matthew fue muy acogedor) ambos se sentaron en la barra y pidieron unas cervezas.

Matthew dio su primer sorbo sin quitar aquella mirada atenta de Adele, parecía ver su alma a través de sus ojos. Y así lo sentía ella. Su mirada era tan intensa que sentía que podía ver sus más oscuros secretos, pero su mirada escondía algo en sí, y aunque esta no sabía que era le miraba expectante tratando de resolver el enigma en ella.

Con el fin de romper aquellas miradas analíticas Adele preguntó.

— ¿Eres de por aquí? No te había visto antes.
—No, no soy de por aquí, solo visito.
—Entiendo...—dijo Adele y volvió a proporcionarse ese gran silencio entre ellos.
—He llegado. —se escuchó la voz de Robert el cual se aproximaba a la banqueta que había entre Adele y Matthew mientras que le hacía unas señas a un mesero para que le llevara algo.

Adele solo daba gracias mentalmente, pues esta situación no podía ser más incómoda.

—¿De que han hablado en mi ausencia?— preguntó Robert mientras que tomaba la cerveza que le extendía el mesero.

Adele solía ser muy parlanchina cuando estaba cerca de Robert, pero de alguna u otra forma la presencia de Matthew le intimidaba así que una vez más se mantuvo en silencio dándole paso a responder.

—Nada importante, solo esperábamos por ti.
—Bueno, pues ya estoy aquí, vamos a jugar al pool

Todos se pusieron en pie y se dirigieron a la mesa de pool que actualmente estaba desolada.

Matthew y Robert empezaron a jugar mientras que Adele solo observaba. La verdad es que estaba bastante aburrida, pues sus planes eran venir a desahogar sus penas con su amigo, no se esperaba que él decidiera traer un compañero.

Se perdió en sus pensamientos durante un momento, pero luego fueron interrumpidos por Matthew parándose a su lado.

—Me ha ganado, pero que conste, lo he dejado ganar.

Adele soltó una carcajada y luego preguntó.

—¿Desde cuando se conocen?
—Hace un año.
—Vale, y ¿Cuántos años tienes?—Preguntó curiosa a lo que él rió y le dijo.
— ¿Tu cuantos crees?
—No lo sé, prefiero no arriesgarme, mejor tu dime.

Este se quedó pensando un momento para finalmente responder.

—Tengo 22 ¿y tú?

Adele se asombró un poco, pero rápidamente recuperó la compostura.

—Vaya, yo tengo 17.

Matthew hacia las preguntas solo para crear conversación pues realmente ya conocía las respuestas. Sabía más de la vida de Adele de lo que alguien podía imaginar.

La observaba con atención pues esta era la primera vez que tenía contacto directo con ella.

Esta miró el reloj que marcaba las 6:30 lo que indicaba que debía ir por sus hermanas.

—Me tengo que ir.—dijo sacando a Matthew de su pequeño trance.

Empezó a caminar dejandolo atrás y finalmente llegó a donde se encontraba Robert jugando con otros hombres.




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