El Despertar

Capitulo 3

Hoy no es lunes, pero he decidido publicar mas a menudo. Asi no pierden el hilo de la hisoria  avanzamos mas rapido.

Adele se desmontó a buscar a sus hermanas quienes no tardaron en preguntar por su madre, esta solo les dijo que estaba cansada y decidió irse de vacaciones por un tiempo.

Luego de que se montaran en el auto Adele habló a su hermano mientras que este ponía el auto en marcha.

—¿Cuándo nos iremos a Tracey James?—Lydia se extraño bastante con esa pregunta y empezó a escuchar más detenidamente la conversación.
—Mañana a primera hora.
—¿Y la escuela?—preguntó alarmada
—Me adelanté a avisar.—Lydia seguía intrigada y fue cuando vio un papel doblado en el suelo del auto, lo tomó sin que sus hermanos se dieran cuenta y ahí mismo lo leyó. Se sintió bastante afligida, pues aquel papel resultó ser la nota de despedida que dejó Elenay.

Todo lo que estaba pasando era muy desgarrador, no sabía si alegrarse o estar triste por la partida de su madre, pues no había ninguna diferencia, lo único es que no había quien pagará la casa y por eso irían a Tracey James.

Necesitaba despejar su mente de todo esto y abrir su mente a un mundo de posibilidades. Caminar la ayudaba muy bien a cumplir esa función.

—Déjame acá, los alcanzo en un rato.

Lucas no la cuestiono y paró el auto, Adele salio de allí dejando la mochila y empezó a caminar la ruta que la llevaría a casa.

Mientras caminaba pensaba en todo lo que se aproximaba. Se mudarían a Tracey James, un pueblo demasiado frío para su gusto. Allí rara vez salía el sol. queda un poco retirado así que eso significa cambio de vida.

bajó la cabeza imaginando lo difícil que sería empezar de nuevo.
Caminaba a paso lento con la cabeza agachada aun, se encontraba en la esquina de la casa y fue cuando chocó con un hombre, el cual inmediatamente la tomo de la cintura pegándola a él para que no se cayera.

Adele aún no estaba enterada de quien se trataba, pero inmediatamente empezó a sentirse extraña. Subió lentamente la mirada y fue ahí cuando entendió el porqué de su cambio de estado.

Matthew la miraba detenidamente mientras que estudiaba cada fracción de su perfecto rostro, era como si tratara de penetrar a lo más profundo de su ser con tan solo mirarla.

—Hola Matthew.—Dijo ella con las palabras entrecortadas, este seguía tomándola de la cintura y pegándole más a él con su agarre.

—No creo que sea conveniente caminar con la cabeza hacia abajo, pudiste hacerte daño.—fue lo único que dijo mientras que la soltaba lentamente y volvía a su estado normal como si nada hubiese pasado.

—Tienes razón, pero no ha pasado nada, es lo importante.—Dijo esto quitándole importancia.
—¿A dónde vas?—preguntó Matthew aunque la respuesta ya era evidente. 
—Me dirijo a casa.

Matthew se quedó pensando un momento para luego responder diciendo.

—Te acompaño. 
—No es necesario.
—Quiero hacerlo.—dijo mientras que la invitaba a caminar.

Adele no dijo nada más y solo se inmutó a caminar junto a él. Era demasiado mandón para apenas conocerla y lo peor de todo es que no le molestaba, tal vez le agradaba un poco.

—No nos conocemos bien aún, cuéntame algo de ti.—Dijo Adele una vez estando en la puerta de su casa.

Él sonrió de lado y dijo.

—Si te empiezo a contar sobre mi sentirás que he vivido durante siglos, mi vida hasta ahora se resume en una larga historia.

—Tengo tiempo.—respondió esta apartándose de la puerta y sentándose en uno de los sillones que había en la terraza, está vez con más confianza de si misma.

Matthew se quedó mirándola y frunció el ceño lo suficiente para que ella no lo notara.

—No crees que sería mejor si me invitas a pasar.
—No, no lo creo. Es mejor que hablemos afuera, adentro está mi hermano. 
—¿Por qué no me lo presentas? —preguntó con una sonrisa falsa plasmada en el rostro necesitaba salir rápido de esto.
—No querrás que lo haga.—

Mentalmente Matthew contó hasta diez para calmar su impaciencia, esto no podía ser tan difícil, ya lo había hecho otras veces y le había salido muy bien. Esta vez no sería diferente.

—Tengo que irme Adele.—dijo girándose a la salida, confiado de qué la próxima vez que la viera se daría por terminado su trato con Paúl
—Gracias por acompañarme.—le respondió mientras que se ponía en pie.

Matthew se giró nuevamente hacia ella y enseguida recordó la escena en ese libro que leyó cuando tenía 14 años.
—El placer es toda mío milady. 
—dijo el imitando la cita junto a una reverencia.
Adele lo escuchó y se sorprendió bastante, pues sabía muy bien lo que intentaba, así que decidió seguir el juego.




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