Año 3113 A.C.
Todo comienza en la gran Metrópoli perdida que todos los humanos nombran en leyendas como La Atlántida, su nombre real es Shambala. La ciudad brillaba con luz propia. Existían grandes edificaciones de mármol, palacios que pertenecían a los nobles y a los Agharti; quienes siempre fueron muy ajenos a presentarse en público, pues ellos vivían en la parte más alta de la urbe.
Los nobles habitaban en modestas residencias, fueron los primeros humanos que adquirieron los conocimientos de los Agharti y su longevidad era mayor que la de los humanos promedio. Existían ancianos que tenían más de 300 años.
Los esclavos vivían en el centro de la ciudad y otros más en las costas de la isla, los cuales fueron traídos de tierras cercanas, principalmente del África o del Continente Americano (Estos continentes serán nombrados así en algunos miles de años).
Proliferaban los sirvientes de piel morena clara, ya que los nativos americanos en especial las mujeres, emanaban una sensualidad difícil de pasar desapercibida para los nobles, quienes en muchas ocasiones llegaban a tener hijos con ellas y muy pocos niños sobrevivían a los celos de la esposas de los nobles, A excepción de las mujeres que gracias a su belleza natural sus propios padres las salvaban. Esto causaba que el Incesto fuera común. Las enviaban a las costas o a los establos, fuera de la vista de los demás nobles, para así frecuentarlas.
La razón de porque la ciudad brillaba como si tuviera luces de neón color azul en sus edificios se debía principalmente a las Piedras Sagradas provenientes de la fuente de poder más grande que haya existido, la poderosa piedra Ben Ben, la cual está conformada por dos partes que se equilibran entre sí, una es utilizada como fuente de poder de toda la ciudad, y genera energía para los vehículos en forma de mantarayas y tiburones; Inspirados en los animales que sirven como guardianes de la ciudad. Mientras que la otra mitad de la piedra Ben Ben controla el flujo de energía, y la equilibra con todos los demás habitantes ya que está conectada con el DEVACHAN de los humanos. Ambas piedras unidas son del tamaño de una manzana y han permanecido en la cima de la pirámide Inkalitun edificada en el centro de la población desde que fue fundada hace muchos siglos atrás.
Los Agharti, tienen sus propias piedras que derraman su poder independiente tanto para ellos mismos como para sus vehículos personales, los cuales son de enorme tamaño y son muy poco utilizados, ya que regularmente no viajan grandes distancias, y prefieren transportarse en vehículos convencionales las pocas veces que hacen acto de presencia en la ciudad.
Hoy particularmente se celebrará la coronación del Príncipe Amon como sucesor de su padre, el Rey Lobsang.
La ceremonia se llevará a cabo en la cima de la pirámide Inkalitum, en donde se encuentra la sagrada piedra Ben Ben.
Todo en el lugar esta ataviado con figuras de peces, ballenas, delfines y animales terrestres como el chacal, el León, el carnero, el buey, etc. Son animales que representan a los guardianes a cada uno de los Agharti. En esta ocasión el animal más visto es el Águila Real tótem del Príncipe Amon.
Los adornos colocados en los puertos y en los barrios bajos, son en su mayoría hechos de grandes hojas de arboles recortadas con la figura de los animales aunque en los barrios altos, los adornos son confeccionados con telas finas e incrustaciones de oro, todo con tal de atraer la atención de los Agharti y hacerlos sentir dichosos de sus sirvientes y seguidores, como muestra de agradecimiento por permitirles existir en un país de ensueño como lo es Shambala.
Se observan a través de las grandes avenidas, tiendas o mercadillos en donde venden telas, animales muertos traídos de los diferentes continentes para su deleite gastronómico o por sus pieles, tiendas de muebles labrados en mármol o en fina madera proveniente de América revestidos con las más suaves telas y rellenas de plumas de ganso, para una mayor comodidad de los clientes.
Se destaca que entre estos espacios comerciales no existe muestra alguna de armas, ya que la paz abunda y la guerra es un concepto que no conocen los habitantes de esta bella isla. Los Agharti siempre han puesto orden entre sus habitantes y no les falta ni comida ni techo a los que moran sus tierras. Aunque uno de los artículos que proliferan son los medallones provenientes de las profundidades de la Pirámide Inkalitum, en donde radican las piedras de poder y se encuentran conectadas con la Piedra Ben Ben, y como recalqué anteriormente, dichas piedras son puestas en los diferentes vehículos y ayudan a conseguir energía para que se muevan, o en las casas se colocan en especies de lámparas que cuelgan de los techos para ayudar a iluminar las moradas, pero una de las funciones de las piedras que es menos aprovechada ya sea por evitarse la fatiga o porque no les interesa a los humanos, es el de utilizarlas para desarrollar sus poderes mentales o controlarlas de manera adecuada. Aunque ese tema no es de mi interés, ya que me siento conforme con que mi pequeña protegida, en verdad le intriga esta actividad, y puede pasar hasta ocho horas diarias buscando la manera de como controlar su telequinesis a voluntad.
Por cierto mi pequeño y modesto templo se encuentra a un lado de la pirámide Inkalitum.
Siempre me han gustado los lugares cómodos y no tan ostentosos, así que cuando me dieron a escoger como quería mi lugar de descanso, pedí un lugar como este: muros de mármol, adornados de pinturas de algunos de mis antepasados y parientes dragones, los cuales en su mayoría aún se encuentran con vida alrededor de la urbe. Los más jóvenes, la mayoría están en búsqueda de aventuras en el mundo. Y claro, no podía olvidarme de lo que podría llamarse cama, que esta hecha de heno cubierta de telas exóticas como la seda, aunque para ser honesto, este pequeño detalle es un capricho mío.
La pequeña niña que está a mi cuidado, de nombre Anatis, es proveniente del continente americano. Fue recogida por el Rey Lobsang en uno de sus tantos viajes, aunque sospechosamente tiene un parecido increíble con él, especialmente en la forma de los ojos tan pequeños y llenos de misterio.
Anatis solo tiene 10 años de edad, es muy inteligente y decidida. Físicamente la hacen una niña bonita: su piel color arena, su boca grande, con una sonrisa muy alegre, de mirada firme e intrigante; Nunca saben lo que piensa, pero yo, siendo Dragón, no me es difícil adivinar lo que tiene en mente, también cuenta con un cuerpo delicado y puedo asegurar que para cuando crezca, tendrá una figura imponente y bella, aspecto que ha resaltado el rey cada vez que viene a visitarme, ya que asegura que su madre así era.
La niña y yo, ya hemos pasado tres años juntos compartiendo conocimientos y pequeñas travesuras que solemos a hacer a nuestros vecinos, como aquella vez en que la convencí en que pintara en los muros de nuestro vecino, con el jugo de las frutas que me obsequian como tributo, pero que no me gustan ya que me dejan la boca manchada por varios días de color verde y no va conmigo ya que soy de color arena. Pero como les decía: la convencí que pintara la leyenda: Cuidado con el dragón, porque muerde, cosa que no le causó gracia al vecino, un viejo regordete que sólo se limita a besarle los pies al primer Agharti que cruce su camino, no importando quien sea, todo con tal de que le den la clave de la eterna juventud, algo que es muy preciado por los humanos de la ciudad, esto se debe a que sólo los ancianos sabios han logrado ser merecedores de dicha fórmula, y no existe ninguno con aspecto joven que tenga menos de los sesenta años de edad.