Allá en lo alto, dónde solo habitan las nubes.
—¿Que estoy haciendo aquí, quienes son ustedes? —digo desconcertado esperando una respuesta de las cuatro personas que me rodean.
—Es la primera vez que un humano llega hasta aquí —dice una mujer, no la única entre ellos, me encontraba con dos varones y dos mujeres
—No vino aquí por su propia voluntad, la espada lo trajo ante nosotros —el más corpulento de estos hombres es quien habló — Soy Mau.
Quedo completamente anonadado al oír ese nombre y observo con más atención el lugar. Estábamos en una sala de piedra, solamente rodeado por columnas blancas, detrás de ellas podía ver el ir y venir de las nubes. No era un lugar común, sólo los libros me han narrado de este sitio, debe ser, el hogar de los Dioses.
—Mau, el que gobierna al sol y la luna... —digo, aún sin poder creerlo.
Su sola presencia hacia que me sienta intimidado, no eran como en las pinturas, repletos de luz y esplendor, se veían más simples, más humanos.
—Es hora de que recibas algunas respuestas, soy Zar.
—¿Que estoy haciendo aquí? Acaso... ¿Estoy muerto?
—No, bueno, aún no —El otro barón era Mau, así que él debe ser Risto, el dueño del rayo.
—¿Entonces qué hago aquí? ¿Por qué me han traído?
—Nosotros no te trajimos, la espada lo hizo, me presento, soy Mica —se pone de pie, haciendo una leve reverencia, con quien recibe a un invitado.
—¿Y por qué la espada haría eso?
—Para que entiendas —vuelve a tomar la palabra Mau — esa arma fue diseñada por nosotros para ser usada cuando esa bestia vuelva, y así fue.
—Te hizo retroceder un año en el tiempo, para darle otra oportunidad a la humanidad —dice Zar — para que peleen unidos. Pero no funcionó.
—Yo les hablé... pero ellos no me escucharon, ¿Por qué está arma me ah elegido a mi como campeón? —pregunto estremecido — ¿Por qué ah puesto esta pesada carga en mis hombros?
—¿En verdad crees que la espada te eligió? ¿A ti? —dice Risto — no te ah elegido, no eres un campeón de los Dioses Maratón, solamente estabas parado en el momento indicado. Esa arma tiene conciencia propia, se acercó a ti porque eras el único que estaba vivo luego del ataque de Apocalípto.
"No eres un campeón de los Dioses Maratón" palabras que me fueron como puñetazos de un abusador, no podía defenderme, aquel golpeador se llamaba vida. Una vez más choco contra mi humanidad.
—¿Entonces que puedo hacer? ¿Hay una manera de derrotarlo? —entre el dolor y la angustia, mis palabras estaban al borde de la desesperación.
—Tendrás que usar la espada —dice Mica.
—¿Cómo se supone que lo haga?
—Estabas en el ejército —dice Mau — te habrán enseñado a manejar una.
—Sé como blandir una espada, pero me enfrento a un monstruo superior a cualquier ejercito o flota conocida por la humanidad...
—Menos mal el único sobreviviente no fue un campesino —dice Mica, de manera despectiva.
—Es una espada forjada por nosotros, los Dioses —dice Zar — no un pedazo de metal cualquiera, tiene sus imperfecciones, de ser perfecta nos habría traído a un campeón, pero aún así tenemos la misma certeza de que podrá proteger a la humanidad.
—Dirás podré —digo para acomodarme un poco más a esta situación que me sobrepasaba —yo seré quien empuñará esa arma, quién le de fin a esta amenaza.
—En eso te equivocas —dice Risto — la espada es el héroe, tu eres su instrumento. Y no al revés.
Para mi sorpresa, algo me está pasando, mis pies abandonam el suelo, y comienzo a levitar, alejándome del palacio.
—¿Que ocurre ahora? —pregunté con voz temblorosa.
—Creo que es hora de irte —dice Mica.
—¿Dónde me llevará ahora?
—No lo sabemos —dice Mau — la espada lo sabrá, ella ya eligió.
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Buenas buenas buenas, ya estamos a un solo capítulo del gran final, les agradezco de corazón por seguir esta historia, los quiero.
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