El despertar de la destruccion

PARTE DOS

 

 

Alis se encontraba en el área de reparación, luego de haber peleado contra Takeshi. Él le había arrancado una mano. Ahora esperaba impacientemente a la persona que fuera a repararla. En esa sala había ciborgs fallados que no paraban de mirarla. Antes de que pudiera pararse para ir a quejarse por la espera, Sora entró demasiado enojada, azotó la puerta detrás suya.

—¡Le arrancare los cables a ese bastardo! —se desquitó golpeando el suelo con su pie izquierdo— ¿Estas bien? —el cambio repentino de humor le causaba gracia.

—Sí, tranquilízate.

Sora no podía creer que Takeshi lastimara a la única persona que podía salvarlos, pero lo que ella no sabía era que había una razón. Todo comenzó entrenando, cuando Alis alzó la voz en queja empezó la guerrilla. A pesar de ella haber dado el primer golpe duro, él la dejó en el suelo sin una mano y luego salió de esa sala, estaba enojada ¿No depositaba su confianza en ella, pero si podía lastimarla? Aún en el suelo no pensó que fuera hacerle eso y sí que lo hizo. Tenía el leve presentimiento de que a Takeshi no le agradaba mucho Alis.

Sin perder tiempo comenzó con la reparación de su salvación, tenía que tenerla lista y preparada para la próxima misión a la que se enfrentarían: recuperar las memorias de Alis. Tsubasa había dicho claramente que las mando a volar al espacio, obviamente ella no era fácil de engañar y no le creía ni una palabra. Se venía preparando para su ataque que, esta vez, seria en la corporación y no en la casa del japonés. Tenía que salir todo según lo planeado, porque un paso en falso o algo fuera de lugar solo los haría caer en la derrota.

En esos días que faltaban para la tarde del ataque, Alis se encargó de investigar sobre su madre, Veronica Demon. Una noticia que apareció en internet llamo su atención completamente “Madre e hija juntas en lo que sería el nuevo futuro”, adjuntada con la nota estaba una foto de Veronica y alguien que, desconocida, supo que era ella cuando leyó el nombre que aparecía. No podía creerlo, Alis ya no se veía como Alis, era una persona completamente nueva. Estuvo viéndose al espejo por un largo rato, tenía el sentimiento y ganas de llorar, nada salió de sus ojos (Ser un ciborg la limitaba a ciertas cosas que el humano si poseía, como llorar o solo sentir un pinchazo, ya no había nada de eso y la estaba devastando). A pesar de tener sentimientos, ya que conservaba su cerebro, quería su cuerpo humano nuevamente, aunque eso era demasiado imposible.

Estaba descubriendo bastantes cosas sobre su pasado, aún faltaban muchas y aun quería recuperar su historia e identidad, eso la ayudaría a descubrir la verdad y saber qué hacer ante cualquier cosa. No había depositado su confianza del todo en el trio, podrían estar engañándola y ser ellos los malvados, por eso debía precipitarse ante cualquier cosa.

 

 

El día llego y con ello muchos problemas, nada estaba saliendo acorde al plan. El que Takeshi lastimara a Alis, desató una gran pelea entre el cuarteto. Cansado del capricho de las dos mujeres, lo único que dijo fue “No estoy para sus niñerías, esto es serio y tenemos el futuro en nuestras manos” cerró sus bocas, se metió en el auto que los llevaría a la corporación H.I.A, era el momento de atacar. Alis no fue con ellos, se adelantaría, no se sentía parte de ese grupo y la podrían haber ayudado en todo, pero era algo de ella, algo para recuperar su memoria. Hizo un viaje por el ciberespacio; en menos de cinco segundos, ante ella, se alzaba la gran corporación que venía a atacar.

Supo que las cámaras la detectaron, no era demasiado fácil ingreso, había guardias en la entrada y cada puerta. Pero no entró por la puerta, dio un salto que la elevó hasta el último piso. Como entró rompiendo la ventana, los cristales que cayeron al suelo hicieron un gran estruendo poniendo en alerta a cualquier persona que se encontrase en la sala.

—Buenas tardes señores y señoras— saludó cordialmente, en esa sala había una mesa alargada donde varios hologramas se encontraban sentados alrededor.

—Señorita Demon, no esperábamos su presencia para esta reunión— habló una señora de mediana edad, Alis sonrió de lado.

—He venido por lo que es mío.

—No tenemos nada de uste…

No dejó terminar esa frase que interrumpió la señal de todos los hologramas haciéndolos chillar de dolor, detrás de esa imagen falsa había una cámara apuntando hacia una persona humana.

—Será mejor que la hagan fácil, no tengo ganas de jueguitos tontos.

Enojo crecía en su interior, no tenía un porqué, pero se instaló allí para quedarse, sentia de acabar con todo.

—Tsubasa, hazlo— ordenó una morena, ninguno podía desconectarse ya que la joven no lo permitía.

—Jamás, moriré si es necesario— hay veces en la vida que debemos ceder ante las cosas, pero se ve que Tsubasa no sabía eso. Estaba negado, no quería entregarle las memorias a Alis, tenía una razón.




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