El Despertar del Deseo.

Epílogo: La Dueña Eterna.

​Cinco Años Después.
​Valeria y Gabriel no solo se casaron en una ceremonia privada en el Atrio de Cristal de su galería, sino que su unión fue la fundación de un nuevo imperio. La firma de Valeria y la corporación de Gabriel se fusionaron, creando un poder que la élite neoyorquina no podía ignorar.
​El Laberinto de la Lujuria se convirtió en un símbolo global de la pasión y la redención. El relicario de plata de su padre seguía en el centro, irradiando la luz de una promesa cumplida.
​Valeria ya no usaba la camisa de Gabriel solo en la intimidad; a menudo usaba su ropa en público, un gesto que él adoraba. No era un símbolo de sumisión, sino de pertenencia mutua. Ella había aceptado la posesión, y él, la entrega total.
​Una tarde de invierno, Valeria se encontraba en la oficina principal de su nuevo penthouse (diseñado, por supuesto, por ellos dos). Elías Vargas, su antiguo socio, ahora un empleado menor de su corporación (una humillación calculada de Gabriel), entró a entregar un informe.
​—Señora Gabriel. Aquí está el informe de ventas.
​—Gracias, Elías. Puedes irte.
​Elías dudó. —Solo una pregunta, Valeria. Después de todo, el poder, el dinero... ¿valió la pena? ¿Valió la pena tu entrega a él?
​Valeria sonrió, sus ojos brillaban con una felicidad serena que Penélope nunca podría haber imaginado.
​—No se trata de valer la pena, Elías. Se trata de ser libre. Al principio, él quería controlarme. Pero al entregarle mi control, él me dio la libertad de ser quien soy. Él es mi Dueño, sí. Pero yo soy su Ancla. Y eso, Elías, es un poder que nunca podrás comprender.
​Elías salió, derrotado por su certeza.
​Valeria se dirigió al gran ventanal. Gabriel entró, su mirada intensa, con una sonrisa de amor total. Se acercó a ella y la tomó de la cintura.
​—Pensé que no me encontrarías.
​—Te encontraré siempre, Dueña mía. —susurró Gabriel, besando su cuello—. El mundo es nuestro.
​Valeria giró, sus ojos llenos de amor.
​—¿Y cuál es el plan para hoy, Dueño mío?
​—El plan es simple. Posesión. De nuestro imperio, de nuestro amor, de nuestra vida.
​Y se besaron, sellando el contrato de su amor, una entrega total que había liberado sus almas.
​FIN DE LA NOVELA




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.