El silencio es absoluto.
Mis pensamientos se sienten como una tormenta atrapada dentro de mi cabeza mientras miro a Kaelith, tratando de procesar la decisión que acabo de tomar.
No puedo volver.
No después de lo que vi. No después de lo que sé ahora.
Kaelith no dice nada de inmediato, pero su expresión cambia. Algo en su mirada—un destello de reconocimiento, quizás incluso respeto—me dice que no esperaba mi respuesta.
“Sabía que eras diferente.”
Su voz resuena en mi mente como un eco lejano, y por primera vez, me pregunto si está hablando realmente o si simplemente piensa las palabras y yo las escucho dentro de mi cabeza.
—¿Qué significa eso?
Kaelith no responde al instante. Se toma su tiempo, como si estuviera buscando la mejor manera de explicarlo.
“No muchos humanos eligen lo desconocido cuando pueden aferrarse a lo que conocen.”
—¿Y si me arrepiento?
Él ladea la cabeza, observándome con intensidad.
“No lo harás.”
No sé si eso es una advertencia o una certeza.
Respiro hondo, intentando calmarme, pero todo dentro de mí sigue vibrando con la adrenalina de lo que acaba de ocurrir. Los drones. La huida. La oscuridad de este lugar… este abismo en el que nos encontramos.
—¿Qué es este lugar realmente?
Kaelith levanta la mirada y observa la nada que nos rodea.
“Es un espacio intermedio. No pertenece ni a tu mundo ni al mío. Es… un refugio.”
—¿Un refugio de qué?
“De aquellos que nos cazan.”
Su respuesta es simple, pero carga un peso que me deja sin aliento.
Nos cazan.
Esas dos palabras despiertan una sensación incómoda en mi pecho.
—¿Por qué?
Kaelith no contesta de inmediato. Su expresión se oscurece.
“Porque temen lo que no pueden controlar.”
Su voz es baja, casi un murmullo en mi mente, y me doy cuenta de que esta conversación no es solo sobre mí.
Es sobre ellos.
Sobre los Leviatanes.
—¿Siempre ha sido así?
Kaelith asiente lentamente.
“Desde el principio.”
Trago saliva.
De repente, la historia que conocía sobre este mundo—las reglas, las prohibiciones, la forma en que los humanos nos escondemos de los alienígenas y la razón por la que nunca debemos acercarnos a un Leviatán—se siente como una versión distorsionada de la verdad.
Algo no encaja.
Algo falta en la historia que nos contaron.
—¿Qué es lo que no nos dicen?
Kaelith me observa con una intensidad renovada, como si estuviera esperando que hiciera esa pregunta.
“Todo.”
El aire parece volverse más pesado.
Kaelith da un paso hacia mí, reduciendo la distancia entre nosotros.
“Lo que crees saber sobre este mundo… es solo la superficie.”
—Entonces dime la verdad.
Silencio.
Kaelith baja la mirada por un momento antes de hablar.
“Si te cuento la verdad… ya no habrá vuelta atrás para ti.”
La advertencia es clara.
Pero ya tomé mi decisión.
Lo miro directamente a los ojos.
—Dímelo de todas formas.
Él sostiene mi mirada por unos segundos que se sienten como una eternidad.
Y luego, con un suspiro, comienza a hablar.
Los orígenes prohibidos
“Hace mucho tiempo, la Tierra no era como la conoces ahora.”
La forma en que Kaelith dice esas palabras me pone la piel de gallina.
“Los Leviatanes no somos monstruos. No somos criaturas nacidas del caos o de la oscuridad. Somos antiguos. Éramos parte de este mundo antes de que los invasores llegaran.”
Mi mente se tambalea tratando de asimilar lo que dice.
—¿Los invasores? ¿Te refieres a…?
“A los alienígenas que gobiernan ahora. No son los primeros en venir. Y tampoco serán los últimos.”
Las piezas del rompecabezas empiezan a encajar en mi cabeza.
Los Leviatanes no eran intrusos.
Ellos estaban aquí antes que nosotros.
—Pero entonces… ¿qué pasó?
Kaelith desvía la mirada.
“Nos cazaron. Nos redujeron. Nos ocultaron en las sombras. Porque sabían que si recordábamos quiénes éramos… los destruiríamos.”
Las palabras me golpean como un puñetazo en el estómago.
Toda mi vida he creído que los Leviatanes eran peligrosos. Que eran una amenaza para nosotros.
Pero ¿y si era al revés?
¿Y si todo lo que me enseñaron era una mentira para mantenernos bajo control?
—Entonces… ¿por qué los humanos también los tememos?
Kaelith me observa con tristeza.
“Porque les enseñaron a hacerlo.”
Mi corazón se acelera.
Todo esto es demasiado.
Demasiado grande. Demasiado aterrador.
Pero no puedo ignorarlo.
No después de lo que vi esta noche.
No después de lo que ya sé.
Miro mis propias manos, tratando de calmar el temblor que amenaza con apoderarse de mí.
Si esto es verdad…
Si todo lo que Kaelith dice es real…
Entonces no solo estoy huyendo de los drones.
Estoy huyendo de un sistema que me ha mentido toda mi vida.
Y ahora, ya no puedo cerrar los ojos ante ello.
Levanto la mirada hacia Kaelith, quien me observa en silencio, esperando mi reacción.
Respiro hondo.
—¿Qué hacemos ahora?
Su expresión cambia.
Hay algo en su mirada… determinación.
“Debemos encontrar a los demás.”
—¿Los demás?
“Los Leviatanes que quedan. Y a los humanos que están despertando.”
Un escalofrío recorre mi espalda.
Porque en lo más profundo de mi ser, sé que algo está a punto de cambiar.
Y que este es solo el comienzo.
#141 en Ciencia ficción
fantasia oscura, ciencia ficción con horror cósmico, aventura de exploración
Editado: 15.02.2025