El Despertar Del Leviatán.

La senda de lo Prohibido.

El aire dentro de la caverna es denso, cargado con el peso de los secretos recién revelados. Las palabras de la sombra aún resuenan en mi mente, un eco persistente que se entrelaza con mi propia incertidumbre.

“El conocimiento es un peso. Un arma. O una maldición.”

Miro las puertas abiertas frente a mí. No sé qué hay más allá, pero cada fibra de mi ser me dice que una vez que cruce ese umbral, no habrá vuelta atrás.

Siento la mirada de Kaelith sobre mí. Su presencia es una constante, un ancla en medio de este mar de incertidumbre. Me levanto con las piernas temblorosas, aún sintiendo la carga de la visión que acabo de presenciar.

—No esperaba… ver todo eso.

Mi voz suena débil, como si la visión hubiera drenado algo más que mi energía. Kaelith no responde de inmediato. Sus ojos, esos ojos que siempre parecen contener un universo entero, me observan con un brillo indescifrable.

“Ahora entiendes por qué la verdad ha sido enterrada.”

Me estremezco. Lo que vi no era solo una historia, no era un relato antiguo sin consecuencias. Era algo vivo, algo que aún tenía raíces en el presente.

—Los Leviatanes… fueron traicionados.

Kaelith inclina la cabeza levemente, como si esperara que yo misma completara la conclusión.

—Y si han permanecido ocultos hasta ahora… es porque aún temen que vuelva a ocurrir.

Esta vez, veo algo en su expresión. Un leve asentimiento, pero también una sombra de algo más profundo. Dolor.

—Tú lo viviste, ¿no es así?

Él no responde, pero no necesita hacerlo. Lo veo en la tensión de su mandíbula, en la manera en que sus garras se crispan levemente antes de volver a relajarse.

Kaelith no es solo un Leviatán.

Es un sobreviviente.

El silencio entre nosotros se llena con un entendimiento implícito. Algo ha cambiado. No soy la misma persona que entró en esta caverna. Algo dentro de mí se ha quebrado y reconstruido de una manera que aún no comprendo del todo.

Miro nuevamente la puerta abierta.

—Voy a seguir adelante.

Kaelith asiente. No hay sorpresa en su mirada, como si hubiera sabido desde el principio que yo no me detendría.

Juntos, cruzamos el umbral. Más allá del umbral

El pasillo más allá de la puerta es distinto a cualquier otro que hayamos atravesado. No es solo una caverna, sino algo construido con un propósito.

Los muros están cubiertos de símbolos que parecen antiguos, pero también extrañamente avanzados. Brillan con un resplandor tenue, como si respondieran a nuestra presencia.

Cada paso que damos resuena en el suelo de piedra, amplificando la sensación de que estamos siendo observados.

—Este lugar… ¿quién lo construyó? —pregunto en un susurro.

Kaelith se detiene un momento, pasando una garra sobre los grabados.

“Los primeros.”

La respuesta hace que se me erice la piel.

Los primeros. Aquellos que crearon a los Leviatanes.

Aquellos que los traicionaron.

—Entonces… este lugar es suyo.

“Lo fue.”

Su corrección no me pasa desapercibida.

Nos adentramos más en la estructura. La arquitectura es grandiosa y opresiva al mismo tiempo. El techo es alto, pero hay una sensación de encierro, como si las paredes se estrecharan con cada paso.

Las inscripciones en los muros comienzan a cambiar. Al principio, solo eran símbolos, pero ahora… ahora veo figuras.

Escenas talladas en la piedra.

Los Leviatanes, emergiendo del océano infinito.

Los primeros, de pie sobre plataformas doradas, alzando las manos como si dieran órdenes.

Las cadenas, envolviendo a los colosos, arrastrándolos hacia las profundidades.

Aprieto los dientes.

—¿Cómo pudieron hacer algo así?

Kaelith no responde, pero su silencio es suficiente.

Seguimos avanzando hasta que el pasillo se abre en una gran sala circular.

Y en su centro, lo vemos.

Un monolito. Negro como el vacío del espacio.

Se alza varios metros sobre nosotros, emanando una energía densa y pulsante. No hay luz, pero de alguna manera puedo sentir su presencia, como si una fuerza invisible me estuviera atrayendo hacia él.

Kaelith se detiene junto a mí.

“Este es el núcleo del conocimiento.”

Mi corazón late con fuerza.

Me acerco lentamente, cada paso llenándome con una mezcla de miedo y fascinación.

Cuando estoy a solo unos metros, el monolito reacciona.

Los símbolos en su superficie comienzan a cambiar.

Una voz, distinta a la de la sombra anterior, resuena en la sala.

”¿Buscas la verdad completa?”

Miro a Kaelith. Él no me detiene. Respiro hondo y coloco una mano sobre la superficie fría del monolito.

El mundo a mi alrededor desaparece.

El precio del conocimiento caigo en un abismo sin fin.

No hay luz y no hay sonido. Solo una sensación de vértigo eterno.

Pero entonces, los susurros comienzan. No son palabras completas, sino fragmentos de pensamientos, ecos de memorias antiguas.

“Ellos nos traicionaron.”

“Pero la venganza no es suficiente.”

“El ciclo debe romperse.”

Veo imágenes. Los primeros, huyendo a las estrellas, abandonando lo que crearon.

Los Leviatanes, luchando por recuperar lo que les fue arrebatado.

Y algo más. Algo oculto incluso para ellos.

Un conocimiento enterrado aún más profundo.

Algo que ni siquiera Kaelith conoce.

Entonces, siento un dolor punzante en mi mente es demasiado.

Demasiada información, demasiados pensamientos que no son míos tratando de entrar en mi cabeza.

Grito. Y de repente, una garra me agarra del brazo.

Kaelith.

Me jala fuera del monolito, y la conexión se rompe.

Caigo al suelo, jadeando.

El dolor sigue ahí, pero la avalancha de pensamientos se detiene.




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