El Despertar Del Leviatán.

Ecos del Abismo.

El peso de lo que acabo de ver sigue aferrándose a mi mente como una sombra persistente. El monolito ya no brilla con la misma intensidad, pero puedo sentirlo latente, como si esperara que me acercara de nuevo para revelarme más de sus secretos.

Mi respiración es errática. Mi cuerpo tiembla. No sé cuánto tiempo he estado aquí, pero siento que algo dentro de mí ha cambiado.

Kaelith se mantiene en silencio. Su presencia es una constante, su mirada intensa, como si analizara cada uno de mis movimientos.

—No lo entiendo —susurro, tratando de recomponerme—. ¿Qué era eso?

Kaelith tarda un momento en responder.

“Fragmentos de la verdad. No toda, pero suficiente para que comiences a ver.”

Su voz es grave, como el eco de un trueno distante. Sus palabras no me tranquilizan.

—Hay algo más, ¿verdad? Algo que ni siquiera tú conocías.

Kaelith me observa por un instante, y en sus ojos dorados veo algo que no había visto antes. Duda.

Él no está seguro. Eso me aterra más de lo que me gustaría admitir.

Me pongo de pie con dificultad. Mi cuerpo se siente pesado, como si la misma gravedad hubiera cambiado dentro de esta sala. Miro alrededor, los grabados en las paredes, las figuras talladas que representan la historia perdida de los Leviatanes.

Pero ahora veo algo más.

Pequeños detalles que antes pasé por alto.

Los primeros huyendo. Los Leviatanes resistiendo.

Y algo en la sombra, algo que nunca fue representado del todo, pero que siempre ha estado allí.

Un vacío en la historia.

—No se trata solo de la traición —murmuro, sintiendo cómo las piezas comienzan a encajar—. Se trata de lo que dejaron atrás.

Kaelith asiente lentamente.

“Ahora empiezas a entender.”

Mi corazón se acelera.

Si los Primeros huyeron, si dejaron algo atrás que ni siquiera los Leviatanes pudieron comprender del todo…

—Entonces no estamos solos.

El silencio que sigue es sofocante.

Kaelith no responde, y eso me confirma lo que temía.

Algo más está aquí. Algo antiguo. Algo que ni siquiera el tiempo pudo borrar por completo.

Los Susurros del Pasado

El monolito sigue llamándome, pero sé que no puedo soportar otro contacto con él. No aún.

Mi mente todavía siente los efectos de la visión anterior. Me siento mareada, mi cuerpo aún resiente la energía extraña de este lugar.

Kaelith se acerca lentamente. Su presencia impone, pero esta vez hay algo distinto en su postura.

“Debemos irnos.”

La firmeza en su voz me hace tensarme.

—¿Por qué?

“Porque ya nos han visto.”

Mi cuerpo se congela.

Kaelith no es alguien que se alarme fácilmente. Si está preocupado, significa que estamos en peligro real.

Miro a mi alrededor, intentando captar cualquier señal de movimiento.

Nada. Pero el aire ha cambiado.

Ya no es el mismo silencio expectante de antes.

Ahora es algo más que depredador.

—¿Quién?

Kaelith se tensa. Sus garras se alargan ligeramente, su postura cambia a una más defensiva.

“No son Leviatanes.”

Un escalofrío recorre mi espalda.

No necesito más explicación.

Me doy la vuelta justo cuando las sombras a nuestro alrededor comienzan a moverse.

Los Vigilantes

De las paredes emergen figuras.

Al principio parecen parte de la piedra misma, pero cuando parpadeo, los veo con claridad.

Altos. Delgados.

Ojos sin pupilas. Piel grisácea con un brillo metálico.

Son como espectros, pero su presencia es innegablemente real.

Kaelith se coloca frente a mí en un movimiento instintivo.

“No te muevas.”

Las criaturas no emiten sonido alguno. No se comunican con palabras, pero siento algo en mi mente.

Un zumbido. Un intento de contacto.

Cierro los ojos por un segundo y, de inmediato, siento una presión dentro de mi cabeza, como si alguien estuviera tratando de abrir un camino dentro de mis pensamientos.

Me aferro a mi propia conciencia, luchando contra la invasión.

Kaelith emite un gruñido bajo.

“No les dejes entrar.”

Hago lo mejor que puedo.

Las criaturas se acercan lentamente, como si estuvieran evaluándonos.

Uno de ellos alza una mano, y el monolito detrás de mí brilla con más intensidad.

Algo cambia en el aire.

Un murmullo comienza a llenar la sala.

No es un sonido real es algo más profundo.

Algo que resuena en los huesos.

Miro a Kaelith con desesperación.

—¿Qué quieren?

Su mandíbula se aprieta.

“Ver si eres digna.”

Antes de que pueda preguntar qué significa eso, la energía en la sala se desata.

La Prueba

No hay advertencia.

Un momento estamos parados, y al siguiente, el suelo se derrumba bajo mis pies.

Caigo en la oscuridad.

El aire me deja los pulmones, mi cuerpo se sacude con la fuerza de la caída.

Intento gritar, pero no hay sonido.

No hay nada.

El vacío me envuelve.

Pero entonces, algo cambia.

No estoy cayendo.

Estoy flotando.

A mi alrededor, figuras se forman en la oscuridad.

Escenas de un pasado distante.

Los Primeros, sus rostros ocultos, pero sus intenciones claras.

Los Leviatanes, alzándose contra ellos, pero sin saber la verdad completa.

Y algo más.

Algo enterrado más allá de la historia.

Un poder olvidado.

Un secreto que nunca debía ser revelado.

Entonces lo veo.

Una figura en el centro de todo.

No es un Leviatán.

No es un primer ser es algo más antiguo. Más terrible. Y me está mirando.

El pánico me invade.

Intento moverme, alejarme, pero no hay escape.

La voz regresa, más fuerte que nunca.

“Tú no deberías estar aquí.”

Y luego, el mundo explota en luz.

El Despertar

Cuando abro los ojos, estoy en el suelo.

Mi corazón late con fuerza, mi respiración es errática.

Kaelith está a mi lado, sus ojos brillando con intensidad.




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