El Despertar Del Leviatán.

El Umbral del Destino

El aire se siente más denso mientras avanzamos por los corredores oscuros. Cada paso resuena con un eco hueco, como si el propio lugar estuviera conteniendo la respiración. La visión aún arde en mi mente, una cicatriz invisible que no deja de pulsar.

Kaelith se mueve con cautela, su silueta monstruosa fundiéndose con la penumbra. Su andar es tenso, sus sentidos alertas. No necesita decirlo para que yo lo entienda: seguimos siendo observados.

La sensación de que algo despertó conmigo no me ha abandonado. Mi piel hormiguea, como si la misma estructura del lugar estuviera impregnada de una energía extraña, antigua.

—No me lo estás diciendo todo —murmuro, sintiendo mi propia voz quebrarse un poco.

Kaelith no responde de inmediato. Continúa caminando, su figura proyectando sombras alargadas en las paredes. Cuando finalmente habla, su voz es un susurro profundo.

“Hay cosas que es mejor no nombrar.”

Sus palabras me provocan un escalofrío.

—¿Por miedo?

Él se detiene. Sus ojos dorados brillan en la penumbra cuando me mira.

“Por precaución.”

Siento que un abismo se abre entre nosotros en ese instante. Hay algo en su tono, en su mirada, que me dice que incluso él teme lo que hemos encontrado.

Y si Kaelith teme algo entonces estamos en verdadero peligro.

Caminos Perdidos

El pasillo se bifurca en dos direcciones. Una de las rutas parece haber sido tomada recientemente; hay marcas en el suelo, un rastro de algo que fue arrastrado. La otra se hunde en una oscuridad impenetrable.

Kaelith evalúa ambas opciones, sus garras ligeramente extendidas.

“Debemos movernos rápido.”

Asiento sin decir palabra. Mi cuerpo aún se siente pesado, como si la visión hubiese drenado algo de mí.

Mientras avanzamos, me esfuerzo por darle sentido a todo lo que he visto. La traición de los Primeros, la guerra perdida de los Leviatanes y esa presencia, ese algo que se escondía más allá de la historia misma.

Si los Primeros huyeron, no fue solo por culpa de los Leviatanes.

Ellos temían otra cosa.

Y ahora, esa “otra cosa” nos ha visto.

—Kaelith —mi voz es apenas un murmullo—, si ellos sabían lo que estaba aquí… ¿por qué se fueron sin enfrentarlo?

Él no deja de moverse, pero su respuesta me hiela la sangre.

“Porque no podían ganarle.”

Sus palabras quedan suspendidas en el aire como un veredicto.

Algo más estaba aquí antes que ellos.

Algo que incluso los Primeros consideraban demasiado peligroso.

Ecos en la Oscuridad

El camino se vuelve más estrecho, las paredes parecen cerrarse a nuestro alrededor. Hay marcas en la piedra, símbolos que reconozco del monolito.

Advertencias.

Kaelith se detiene de golpe. Su cuerpo se tensa.

—¿Qué pasa?

Él alza una garra y me hace un gesto para que guarde silencio.

Escucho entonces lo que lo ha puesto en alerta.

Un murmullo.

No es un sonido normal. No proviene de una garganta, ni de labios.

Es algo más profundo.

Algo que se filtra en los huesos.

Las paredes parecen vibrar con él.

Kaelith me agarra del brazo y me empuja detrás de él.

“No te muevas.”

La sombra al final del pasillo se retuerce, y de ella emergen figuras.

No son como los seres de antes.

Estos son diferentes.

Retorcidos.

No tienen rostro. Solo ojos. Ojos en lugares donde no deberían haberlos.

El murmullo se intensifica.Mi respiración se vuelve errática.

Kaelith se inclina ligeramente, su postura es de batalla.

No necesito preguntarle para saberlo.

Estas cosas no van a dejarnos pasar.

El Primer Ataque

Todo sucede en un instante.

Las criaturas se lanzan hacia nosotros con movimientos espasmódicos.

Kaelith reacciona al instante, sus garras desgarrando la carne de una de ellas. No hay sangre. Solo una sustancia oscura que se evapora en el aire.

Retrocedo, buscando algo con qué defenderme.

Uno de ellos se lanza hacia mí.

Mi cuerpo reacciona antes de que pueda pensar.

Alzo la mano y, sin saber cómo, el monolito brilla en mi mente.

Un destello de energía sale de mi palma y golpea a la criatura.

Se disuelve en el acto.

Mi corazón martillea contra mi pecho.

Kaelith me mira, sorprendido.

Pero no hay tiempo para preguntas.

Las criaturas siguen viniendo.

Luchamos.

Kaelith es una fuerza imparable, moviéndose con una velocidad brutal.

Yo, en cambio, apenas puedo mantener el ritmo.

Pero esa energía…

Esa fuerza que desperté en la sala del monolito…

Sigue ahí.

Y responde a mi llamado.

Cada vez que levanto la mano, la sombra retrocede.

Cada vez que concentro mi voluntad, la oscuridad se disuelve.

Estoy conectada a esto de una forma que aún no entiendo.

Pero ahora no es momento para entender.

Ahora es momento de sobrevivir.

Un Precio por la Verdad

Después de lo que parece una eternidad, el pasillo vuelve a quedar en silencio.

Los cuerpos de las criaturas han desaparecido, como si nunca hubieran existido.

Mi respiración es errática. Siento el sudor en mi piel, el temblor en mis piernas.

Kaelith me observa con intensidad.

“Esa energía… no es normal.”

Lo sé.

Lo siento en cada fibra de mi ser.

Algo dentro de mí ha cambiado.

Algo dentro de mí no es el mismo desde que toqué el monolito.

Pero lo que más me aterra no es eso.

Es que, por primera vez, siento que hay algo dentro de mí…

Que no es completamente mío.

Kaelith parece entenderlo. No pregunta nada más.

Simplemente asiente y sigue caminando.

Porque ahora hay algo más urgente.

Algo más importante que descubrir lo que me está ocurriendo.




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