Ecos del Silencio (Parte 1)

Narrado por la protagonista

El silencio después del despertar no fue reconfortante. Era un silencio espeso, lleno de ecos invisibles y ausencias que dolían. Aquel mundo—si es que aún podía llamarse así—se sentía distinto. No por lo que se veía, sino por lo que ahora sabía.

Yo no era quien creía ser.

No era simplemente una sobreviviente. No era una chica rescatada por Leviatanes. No era humana al menos no del todo.

Las imágenes que me fueron reveladas en aquella visión aún ardían en mis pensamientos, como brasas que se niegan a extinguirse. Rostros, símbolos, un altar sangrante y una figura envuelta en sombras que me miraba con los ojos del origen. ¿Era real? ¿Fue una proyección? ¿Un recuerdo?

Kaelith caminaba unos pasos delante de mí, su silueta poderosa y sombría contrastando con la luz mortecina que filtraban los cristales del techo de la caverna. No hablaba. No me miraba. Pero sabía que estaba pensando en ello, en lo que ocurrió dentro del sello.

Sabía que estaba pensando… en mí.

—¿Qué viste? —preguntó sin volverse, con la voz tan grave que parecía arrastrar siglos consigo.

Me detuve. No estaba lista para responder. Pero también sabía que ocultarlo solo haría que la desconfianza creciera entre nosotros.

—Vi un recuerdo. —Mi voz se quebró al decirlo, como si estuviera rompiendo un pacto con mi antiguo yo—. Pero no era mío. O tal vez sí lo era, pero no lo sabía.

Kaelith se volvió al fin, sus ojos dorados clavándose en los míos con una intensidad que me hizo temblar.

—Eres una llave —dijo, sin rodeos—. Una herencia viva.

—¿Una herencia de qué?

Él dio un paso hacia mí. El suelo crujió bajo su peso.

—Del principio. De aquello que se ocultó cuando la guerra entre nuestras especies aún no había comenzado.

Mis rodillas flaquearon.

—¿Quieres decir que no soy humana?

Kaelith cerró los ojos por un instante, como si esa pregunta también doliera.

—Eres más de lo que crees. Y también… más peligrosa de lo que imaginas.

Un escalofrío recorrió mi espalda.

Yo no quería ser peligrosa. No quería ser parte de algo tan grande, tan oscuro. Solo quería respuestas. Y paz. Pero ambas cosas parecían cada vez más lejanas.

(Continuará en la Parte 2…)