El Despertar Del Leviatán.

Ecos de un Juramento Olvidado

El silencio que siguió a nuestro escape fue tan brutal como la fuerza que casi nos destruyó. Me apoyé contra un muro cubierto de líquenes que brillaban levemente en la penumbra, respirando con dificultad, sintiendo el sudor mezclarse con la ceniza y la sangre seca sobre mi piel. Kaelith permanecía de pie frente a mí, su silueta recortada contra la penumbra del pasillo subterráneo. Sus ojos aún ardían con un resplandor tenue, como brasas sin apagar.

Ninguno de los dos hablaba. No hacía falta.

Las visiones que había presenciado en el altar aún quemaban mi mente. No habían sido simples ilusiones; lo sabía por cómo mi cuerpo temblaba, por cómo algo dentro de mí parecía haber cambiado para siempre. Vi cosas que ningún ser debería ver. Sentí memorias que no eran mías o quizás sí lo eran, solo que estaban enterradas bajo capas de olvido, como escombros sobre un campo de batalla antiguo.

—¿Qué viste? —preguntó Kaelith al fin, su voz profunda quebrando el peso del silencio.

Tardé un momento en responder. No porque no supiera qué decir, sino porque no sabía por dónde empezar. Las palabras eran inútiles para describir aquel lugar sin estrellas, aquella figura que me habló con una voz hecha de muchas. Un eco de mí misma. O de algo más.

—Vi un mundo que no era este —susurré—. Oscuro, sin cielo. Vi una figura no tenía rostro, pero sentí que me conocía. Que sabía todo de mí.

Kaelith frunció el ceño, acercándose.

—¿Te habló?

Asentí lentamente.

—Me preguntó quién era y me dijo que yo ya lo sabía. Que debía recordar.

Hubo un silencio denso.

—Eso no fue solo una visión —dijo con gravedad—. Fue un despertar.

Sentí un escalofrío recorrerle la columna. Esa palabra —despertar— tenía un peso distinto viniendo de él. Como si no se refiriera solo a una revelación mental, sino a algo mucho más profundo. Más antiguo.

—¿Qué crees que significa? —pregunté.

Kaelith no respondió enseguida. Se volvió, caminando unos pasos hacia las sombras, como si buscara en la oscuridad una respuesta que no podía darme de frente.

—Significa que lo que duerme dentro de ti está empezando a moverse. Y si lo que vi en ese altar es lo que sospecho — hizo una pausa— podrías ser el último vínculo con algo que incluso los Leviatanes temen.

Tragué saliva, sintiendo cómo el miedo se convertía en algo más denso. No por lo que había visto, sino por lo que podría llegar a ser. ¿Y si esa figura esa sombra no solo me conocía, sino que había sido parte de mí alguna vez? ¿Y si todo lo que yo creía sobre mi vida era apenas una máscara sobre una verdad olvidada?

Kaelith volvió a mirarme. Su expresión era severa, pero no distante.

—Hay algo que debes saber —dijo—. Algo que te he ocultado. Por protección. Por miedo.

Lo miré, mi corazón latiendo con fuerza.

—¿Qué cosa?

Él se acercó lentamente, y por primera vez en mucho tiempo, vi duda en sus ojos. No era habitual en Kaelith. Era un ser forjado en la oscuridad, hecho para resistir, no para titubear. Pero ahí estaba. Vulnerable. Como si revelar aquello le costará más que cualquier herida física.

—Hace años cuando los míos te encontraron en los límites de nuestras tierras, yo estuve allí. No fue un encuentro fortuito. No te hallamos por accidente.

—¿Qué estás diciendo? —mi voz tembló.

—Te estábamos buscando —dijo, y la confesión cayó como un golpe en el pecho—. Porque sabíamos que una humana especial había sido marcada. Una descendiente de sangre dormida. Una herencia prohibida.

Sentí que el suelo bajo mis pies se desmoronaba.

—¿Sabías quién era yo desde el principio?

—Sabía que algo te distinguía. Pero no supe cuánto hasta ahora.

Me alejé unos pasos, incapaz de sostenerle la mirada.

—¿Y entonces todo esto mi vida allí, tu protección? ¿Era parte de un plan?

—No —respondió con firmeza—. Nada de lo que sentí por ti fue planeado. Y tampoco lo que tú eres es algo que pueda explicarse con simples palabras. Pero sí hay una verdad que debes conocer. Una que cambiará todo lo que crees sobre ti y sobre lo que somos.

Tomé aire con dificultad.

—Entonces dímelo. Todo.

Y así lo hizo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.