Las montañas que se alzaban ante nosotros no eran como las que habíamos conocido. Sus picos retorcidos parecían desafiar las leyes de la naturaleza, y el aire que las rodeaba vibraba con una energía ancestral.
Kaelith avanzaba con pasos cautelosos, sus sentidos agudizados por la tensión del entorno. Yo lo seguía de cerca, sintiendo cómo la marca en mi muñeca latía al ritmo de un corazón ajeno.
—¿Este es el lugar? —pregunté, mi voz apenas un susurro entre el viento que susurraba secretos olvidados.
Kaelith asintió, sus ojos fijos en una hendidura en la roca que parecía absorber la luz.
—La Grieta de los Ecos —dijo—. Aquí, el tiempo y la memoria se entrelazan.
Entramos en la grieta, y de inmediato, una sensación de vértigo me envolvió. Las paredes pulsaban con imágenes fugaces: rostros que no reconocía, voces que hablaban en idiomas olvidados.
Kaelith se detuvo, su cuerpo tenso.
—Las memorias de los que han pasado por aquí —murmuró—. Este lugar guarda sus ecos.
De repente, una visión me golpeó: una niña corriendo por un campo de flores, riendo. Sentí su alegría, su libertad. Pero no era mi recuerdo.
—¿Qué está pasando? —pregunté, tambaleándome.
Kaelith me sostuvo.
—La grieta está probando tu mente. Debes resistir.
Continuamos avanzando, cada paso más difícil que el anterior. Las visiones se intensificaban: guerras antiguas, amores perdidos, traiciones. Sentía cada emoción como si fuera mía.
Kaelith comenzó a mostrar signos de lucha interna. Sus ojos brillaban con una luz extraña, y su voz se volvió más grave.
—Kaelith, ¿estás bien?
Él negó con la cabeza.
—La grieta está despertando algo en mí.
De repente, una figura emergió de las sombras: una mujer de ojos plateados y cabello como la noche.
—Bienvenida, portadora de la marca —dijo—. Has llegado al umbral de la verdad.
La mujer extendió su mano hacia mí, y al tocarla, una oleada de conocimiento me inundó. Vi el origen de la marca, su propósito, y el papel que debía desempeñar.
Cuando la visión se desvaneció, la mujer ya no estaba. Kaelith y yo estábamos solos, pero algo había cambiado.
—¿Lo viste? —pregunté.
Kaelith asintió, su expresión grave.
—La verdadera batalla apenas comienza.
Salimos de la grieta, el mundo exterior parecía más brillante, más real. Pero sabíamos que la prueba no había terminado. La grieta nos había mostrado lo que estaba en juego.
Y estábamos listos para enfrentarlo.
#407 en Ciencia ficción
fantasia oscura, ciencia ficción con horror cósmico, aventura de exploración
Editado: 12.05.2025