El cruce no fue inmediato.
Fue una sensación de caída sin movimiento, de ser despojada capa por capa hasta quedarme solo con el núcleo de lo que era. No sabía si mi cuerpo venía conmigo. No sabía si Kaelith aún me sostenía. Solo sabía que estaba entrando en algo antiguo y vivo.
El Otro Lado
Aparecí de pie en un lugar sin horizonte.
El cielo era un lienzo rasgado por grietas que se extendían como venas. El suelo estaba hecho de fragmentos suspendidos: pedazos de memoria, ruinas de pensamientos olvidados, reflejos de mundos posibles.
A lo lejos, flotaba una estructura colosal. Como una torre sin base, hecha de metal orgánico y símbolos que se deformaban si intentabas leerlos.
Y en medio de todo eso estaban ellos.
Figuras humanas que no eran humanas. Rostros parecidos al mío, pero con ojos vacíos y cuerpos traslúcidos. Todos caminaban en círculos, repitiendo los mismos gestos una y otra vez.
El Reflejo de Mí Misma
Uno de ellos se detuvo al verme.
Era yo.
Pero no como en la visión anterior. Esta vez, parecía más joven. Más asustada. Llevaba una prenda que reconocí de mis sueños: un abrigo gris, manchado de barro, con el mismo desgarro en la manga izquierda.
Se me acercó.
—No debiste venir aún —me dijo con mi propia voz.
—¿Qué es este lugar?
—El punto de cruce. El núcleo de la simulación. Aquí todo colapsa antes de comenzar de nuevo.
—¿Estoy atrapada?
—Todos lo estamos —respondió—. Hasta que alguien recuerde todo.
—¿Todo qué?
—El origen del error.
Kaelith…
Lo sentí antes de verlo.
Kaelith apareció al otro lado del paisaje fragmentado. Pero no caminaba. Era como si estuviera siendo forzado a avanzar. Como si la grieta misma no lo aceptara del todo.
—¡Kaelith! —grité.
El mundo tembló con su nombre.
Las figuras humanas se detuvieron y voltearon al mismo tiempo. Cientos. Miles. Todos me miraban a mí… o lo que estaba detrás de mí.
La Voz del Sistema
Un sonido metálico rasgó el aire. Una voz, profunda y distorsionada, llenó el vacío:
—Unidad biológica detectada. Anomalía fuera de patrón. Proceder con reinicio de entorno.
La torre flotante comenzó a girar. Los símbolos se encendieron. El cielo se partió en una línea luminosa que bajaba directamente hacia mí.
Kaelith corrió.
No dudó.
Me alcanzó segundos antes de que el haz descendiera.
Su cuerpo me cubrió.
Y por un instante, sentí que el mundo se congelaba.
Fractura
Cuando el haz nos tocó algo falló.
En lugar de desintegrarnos, la torre colapsó sobre sí misma. Las figuras humanas gritaban, pero sus voces no eran humanas. El cielo se desgarró como papel mojado y todo se volvió blanco.
En ese blanco, flotábamos.
Kaelith me tomó del rostro.
—¿Qué hiciste? —preguntó.
—Recordé algo.
—¿Qué?
Lo miré.
Y dije:
—Esta no es la primera vez que intentamos escapar.
Su mirada se oscureció.
—¿Lo hemos intentado antes?
—Miles de veces.
Y aún así…
—Siempre nos encuentran —susurré.
#407 en Ciencia ficción
fantasia oscura, ciencia ficción con horror cósmico, aventura de exploración
Editado: 12.05.2025