Ylva Mistral, una hermosa joven de 14 años, cabellera blanca como la nieve, y sus ojos de un azul intenso, se encontraba inmersa en un sueño que parecía tan real como la vida misma. Estaba en un lugar encantador, un prado vasto y lleno de flores de colores brillantes que ondeaban suavemente con la brisa. Mariposas de alas iridiscentes danzaban en el aire, creando un espectáculo etéreo bajo el cielo claro y azul. El clima era perfecto, cálido y acogedor, envolviendo a Ylva en una sensación de paz y felicidad.
En medio de este paraíso floral, se encontraba una loba de extraordinaria belleza. Su pelaje era de un blanco puro con reflejos plateados que brillaban bajo la luz del sol. Sus ojos eran de un azul profundo, como dos zafiros que reflejaban sabiduría y misterio. La loba irradiaba una majestuosidad serena, y su presencia llenaba el lugar de una energía tranquila y poderosa.
Ylva se acercó lentamente, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. La loba, con una mirada gentil, permitió que la joven se acercara aún más. Había una conexión inexplicable entre ellas, una sensación de pertenencia y familiaridad.
—Estás creciendo, pequeña Ylva —dijo la loba con una voz suave y melodiosa—. Pronto dejarás de ser una adolescente y te convertirás en una joven mujer.
Ylva sintió una punzada de tristeza en su corazón. No quería perder este mundo onírico ni la compañía de la loba que se había convertido en su confidente en sueños.
—¿Estarás en mis sueños para siempre? —preguntó Ylva, su voz temblando ligeramente.
La loba inclinó la cabeza, sus ojos reflejando una mezcla de cariño y sabiduría.
—Todo dependerá de ti, Ylva. Si no me olvidas, siempre podrás verme. Para que siempre me recuerdes, dame un nombre.
Ylva, emocionada y decidida a mantener ese vínculo, pensó por un momento, observando el resplandor del pelaje de la loba. Finalmente, con una sonrisa en los labios, dijo:
—Te llamaré Luna, porque eres tan hermosa como nuestro astro.
La loba asintió con aprobación, y la conexión entre ambas se sintió aún más fuerte. En ese momento, Ylva supo que, sin importar lo que sucediera, siempre tendría a Luna en su corazón y en sus sueños.
Luego de unos minutos, Luna, la majestuosa loba, ladeó la cabeza y miró a Ylva con una sonrisa en sus ojos brillantes.
—¿Sabes lo que significa tu nombre, Ylva? —preguntó Luna con voz suave y profunda.
Ylva asintió, sus ojos iluminados por el conocimiento que había adquirido en sus libros sobre lobos y la naturaleza.
—Sí, mi nombre significa “loba” en nórdico antiguo. Es un nombre que siempre me ha hecho sentir una conexión especial con los lobos.
La loba dejó escapar un suave aullido de satisfacción, apreciando la sabiduría y el cariño en las palabras de Ylva.
—Eres una niña muy inteligente Ylva.
De repente, el sueño de Ylva se vio interrumpido de manera abrupta. Sintió un peso sobre ella y escuchó risas traviesas. Abrió los ojos solo para encontrarse con sus hermanos pequeños, que se habían lanzado encima de ella con energía desenfrenada.
—¡Ylva! ¡Despierta! —gritó su hermano mayor—. ¡Vamos a llegar tarde al colegio!
—¡Vamos, vamos! —añadió su hermana menor, tirando de la manta.
Ylva, aún aturdida por el sueño, se incorporó rápidamente. La imagen de Luna y el hermoso prado todavía permanecían frescos en su mente, pero la realidad se imponía con la urgencia de sus hermanos.
—¡Está bien, está bien! —dijo Ylva entre risas y bostezos—. Ya me estoy levantando, no me dejan disfrutar de mi hermoso sueño.
—¿Has soñado de nuevo con lobos? —pregunto con una sonrisa su hermano mayor.
—Ylva deberías de irte a vivir al bosque —bromeó su hermana pequeña.
—¡Qué envidiosos son ustedes! —exclamó Ylva y ambos jóvenes dieron una carcajada que resonó en toda la habitación.
Con una última mirada soñadora, Ylva dejó el mundo onírico atrás y se preparó para enfrentar otro día en el mundo de los humanos, algo que ella no le gustaba mucho.
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Editado: 30.01.2025