El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 12

Esa noche, de regreso a su casa, Ylva se durmió temprano después de cenar. Elena y Thomas, al verla descansar profundamente, pensaron que quizás era el agotamiento de la fiebre lo que la había vencido.

Sin embargo, un par de horas después, Ylva se despertó de golpe, empapada en sudor. Su respiración era agitada y su corazón latía con fuerza en su pecho. Se sentía extraña, como si su cuerpo ya no le perteneciera. Una atracción inexplicable hacia el bosque la impulsó a levantarse.

Como si estuviera sonámbula, salió de la casa y comenzó a caminar hacia el bosque, guiada por una fuerza que no podía comprender. Al llegar al borde del bosque, sintió que su cuerpo empezaba a experimentar una sensación extraña y desconocida.

De repente, su piel comenzó a arder, y una oleada de dolor recorrió su cuerpo. Ylva cayó de rodillas, sintiendo cómo sus huesos se estiraban y cambiaban de forma. Gritó de dolor mientras sus manos se transformaban en patas, y su cabello blanco se extendía, cubriendo su cuerpo con un espeso pelaje.

El mundo a su alrededor se volvió un torbellino de sensaciones. Su audición se agudizó, captando cada crujido de las hojas y cada susurro del viento. Su olfato se intensificó, detectando olores que antes eran imperceptibles. La luna llena brillaba en el cielo, y Ylva la miró con nuevos ojos, ojos de lobo.

Cada músculo y cada hueso en su cuerpo ardían, cambiando y adaptándose a su nueva forma. El dolor era casi insoportable, pero junto con él, Ylva sintió una liberación, una conexión profunda con la naturaleza que la rodeaba.

Finalmente, el dolor comenzó a ceder, y Ylva se levantó sobre sus cuatro patas. Miró sus propias patas con asombro, incapaz de creer lo que estaba viendo. Era una loba, de pelaje blanco y ojos azules como zafiros, tal como en sus sueños.

El miedo y la confusión luchaban por dominar su mente, pero también había un sentido de pertenencia, una sensación de que finalmente había descubierto una parte esencial de sí misma. Aulló, un sonido poderoso y resonante que se extendió por el bosque, como si quisiera anunciar su llegada al mundo que ahora era su hogar.

Ylva sabía que su vida nunca volvería a ser la misma, si lo que estaba sintiendo era real y, aunque aún no comprendía completamente lo que estaba sucediendo, estaba decidida a descubrir la verdad sobre su verdadera naturaleza.

Pero la joven e inexperta loba, aún aturdida por la transformación, intentaba procesar lo que estaba ocurriendo. Su mente estaba inundada de pensamientos confusos. Trataba de discernir si lo que estaba experimentando era real o simplemente un sueño creado por su mente, pues no lograba comprender cuál era la verdadera realidad en ese momento.

«¿Qué es esto? ¿Qué me está pasando?», se preguntaba mientras observaba sus patas y el pelaje blanco que cubría su cuerpo.

A pesar de la confusión, sus sentidos de lobo estaban funcionando a la perfección. Podía oler cada hoja y flor, escuchar el susurro más leve del viento y ver con claridad en la oscuridad de la noche. La necesidad de moverse, de escapar de lo desconocido, la impulsó a correr.

Comenzó a correr por el bosque, sintiendo la agilidad y la velocidad que su nuevo cuerpo le otorgaba. Cada paso era seguro, cada salto era preciso. Podía sentir el aire fresco en su rostro y el suelo bajo sus patas. La libertad y el poder que experimentaba eran abrumadores.

Mientras corría, sus pensamientos seguían girando.

«Esto no puede estar pasando. Los humanos no se convierten en lobos. ¡Es imposible!», pensaba, tratando de encontrar una explicación lógica.

La fuerza de sus patas y la ligereza de su cuerpo le permitían moverse con una gracia y rapidez que nunca había experimentado. A medida que avanzaba, se dio cuenta de que no solo estaba huyendo de su transformación, sino también explorando su nueva naturaleza.

Finalmente, llegó a un punto del bosque donde el terreno se abría, formando un claro bajo la luz de la luna llena. Se levantó en sus dos patas traseras, su forma imponente y majestuosa, destacando bajo la luz de la luna llena. El pelaje blanco brillaba con una intensidad casi etérea, reflejando su linaje real y su inmenso poder. Ylva sentía una energía arrolladora fluir a través de ella, una conexión profunda con la naturaleza y la luna que la guiaba.

Con un movimiento elegante y decidido, Ylva levantó su cabeza hacia el cielo nocturno y dejó escapar un aullido poderoso. El sonido resonó con una fuerza primigenia, atravesando el bosque y llenando el aire con su eco. No era un simple aullido, era un llamado que proclamaba su existencia y su derecho de nacimiento.

El poder de su aullido sacudió las hojas de los árboles y despertó a los animales nocturnos. Los lobos en la distancia respondieron al llamado con sus propios aullidos, reconociendo la presencia de una líder entre ellos. Ylva sintió una mezcla de orgullo y asombro al experimentar la magnitud de su poder.

El aire se llenó de una sensación de reverencia y respeto, como si el propio bosque reconociera la presencia de una princesa licántropa. A medida que el eco de su aullido se desvanecía, Ylva permaneció en silencio, sintiendo la realidad de su transformación y el peso de su nueva vida.

Ya comenzaba a aceptar que esa era su realidad, su vida había cambiado para siempre y que ahora tendría que descubrir la verdad sobre su identidad y su conexión con los lobos.

El claro en el bosque se convirtió en un símbolo de su transformación, un lugar donde había comenzado a comprender y aceptar su verdadera naturaleza.




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