Ethan dormía plácidamente en su cabaña, disfrutando de la calma de la madrugada, cuando, de repente, su parte lobuna comenzó a inquietarse. Se despertó de golpe, sintiendo una oleada de sensaciones a través de sus sentidos.
Fijo su vista en el reloj que tenía en la mesa y este marcaba las 4. Fue cuando un delicioso aroma invadió su ser, como el perfume de flores nocturnas mezclado con la frescura del rocío de la mañana. Era una fragancia embriagadora, dulce y seductora, que parecía envolver su mente y su corazón. Ethan respiró profundamente, dejando que el aroma llenara sus pulmones y despertara cada fibra de su ser.
«Compañera» fue el primer pensamiento que cruzó su mente.
Sin perder tiempo, se vistió rápidamente y salió de la cabaña, transformándose en su forma de lobo. Comenzó a perseguir el aroma, guiado por la intensidad de la fragancia que no estaba lejos de su casa. Sus patas se movían con gracia y agilidad, impulsadas por la urgencia de encontrar la fuente del aroma.
Sin embargo, al llegar al lugar, el aroma había cambiado. No era desagradable, pero ya no tenía la misma intensidad embriagadora que había sentido en la cabaña. Al observar con atención el lugar, se percató de una joven de cabellos blancos, desnuda en el suelo del bosque.
El lobo se acercó con cautela, olfateando el aire. El aroma de la joven era diferente ahora, más sutil y delicado. A medida que se acercaba, notó que estaba desmayada. Ethan rápidamente volvió a su forma humana y se arrodilló junto a ella, tomando sus pulsos vitales. Eran muy débiles, pero aún presentes.
Sin dudarlo, la levantó con cuidado y la llevó de regreso a su cabaña. La fragilidad de su estado y la urgencia de la situación le impulsaron a actuar con rapidez y determinación.
Al llegar a la cabaña, Ethan llevó a la joven a su habitación y la colocó con cuidado en la cama. Su mente estaba llena de preguntas, pero sabía que lo primero era asegurarse de que estuviera bien. Comenzó a realizar los pasos de primeros auxilios, tratando de estabilizarla.
Primero, verificó su respiración y pulso, asegurándose de que ambos fueran regulares. Luego, la cubrió con una manta para mantener su temperatura corporal. Observó su piel en busca de signos de heridas o contusiones, pero no encontró nada alarmante. A continuación, limpió suavemente su rostro y manos con un paño húmedo, eliminando el sudor y la suciedad.
Ethan suspiró al ver que la joven aún no despertaba. La preocupación se reflejaba en su rostro mientras se preguntaba por qué estaba desnuda y desmayada en medio del bosque. Decidió buscar ropa de su hermana para vestirla y hacerla sentir más cómoda para cuando ella despierte.
Encontró un conjunto de ropa limpia y regresó a la habitación. Con cuidado y respeto, limpió el cuerpo de la joven, ya que estaba sucio, y después la vistió con la ropa de su hermana. A medida que realizaba estas tareas, no podía evitar sentir una conexión inexplicable con ella, como si sus destinos estuvieran entrelazados.
Una vez que terminó, se sentó junto a la cama, observando su rostro sereno y esperando que despertara.
Ethan se sentó junto a la cama, observando a la joven con atención. No podía evitar fijarse en su belleza, en cómo su piel parecía brillar bajo la luz tenue de la habitación. Podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo, un calor que contrastaba con la frescura de la noche.
El dulce aroma de su cabello llenaba el aire, como si fuera una flor en pleno verano. Era una fragancia suave y embriagadora que lo envolvía, despertando sus sentidos y haciéndolo sentir una conexión inexplicable con ella.
Sin embargo, la confusión lo invadía. El aroma que había sentido desde su cabaña, el que lo había impulsado a salir como un rayo, era diferente al que percibía ahora. Ese primer aroma había despertado su parte lobuna, haciéndolo sentir una urgencia y una atracción irresistibles. Pero el aroma que sentía ahora, aunque agradable, no tenía el mismo efecto en su lobo interior.
Mientras estaba sumido en esa odisea de sensaciones y pensamientos, se preguntaba quién era esta joven y por qué estaba allí, desnuda y desmayada en medio del bosque. La incertidumbre lo carcomía, y sin darse cuenta, susurró en voz baja.
—¿Quién eres?
La pregunta quedó flotando en el aire, sin respuesta. Ethan continuó observándola, esperando que despertara y le diera las respuestas que tanto necesitaba.
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Editado: 10.05.2025