El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 15

A la mañana siguiente, Aldric fue despertado por los toques en la puerta. Al abrir los ojos y mirar la hora, se dio cuenta de que se había levantado tarde, demasiado tarde para lo que solía madrugar. Dormir con su pequeña hermana le había dado un descanso reparador y profundo que ni cuenta se dio cuando amaneció.

Miró a su lado y vio a Katrina aún dormida, con una expresión angelical en su rostro. Sin embargo, no pudo evitar recordar que su hermana no era ningún angelito, sobre todo cuando se enojaba, se convertía en todo un demonio.

Aldric salió de la habitación con cuidado para no despertarla y se dirigió a la puerta, donde encontró a sus amigos esperándolo. Sus rostros reflejaban una mezcla de emoción y seriedad.

—Tenemos noticias —dijo Kael, con voz urgente.

Aldric los condujo a su estudio, donde podrían hablar con mayor privacidad. Una vez allí, sus amigos comenzaron a explicar lo que habían descubierto.

—Hemos logrado ubicar de dónde vino el aullido que escuchamos anoche —dijo Jasper—. Provino de Vermont.

Aldric frunció el ceño, tratando de recordar.

—¿Vermont? Eso es un pueblo en el mundo de los humanos —respondió, con una mezcla de sorpresa e interés.

Kael asintió y añadió:

—También investigamos a los habitantes y, para nuestra sorpresa, solo una persona se llama Ylva y tiene 18 años. Además, tiene el característico cabello blanco. Su apellido es Mistral. Fue adoptada por un matrimonio cuando ambos vivían en Europa.

La noticia alegró el corazón de Aldric. Siempre que buscaban a alguien con ese nombre, los resultados eran nulos. Pero esta vez, había una pista concreta.

—Esto es increíble —dijo Aldric, con una sonrisa de esperanza—. Finalmente, tenemos una pista que podría llevarnos a mi hermana.

Jasper compartió la alegría de Aldric y añadió:

—Creemos que es muy posible que esta Ylva sea nuestra princesa perdida. Todos los indicios apuntan a ello.

Kael asintió, reflejando la misma esperanza.

—Debemos actuar rápido, Aldric. No podemos dejar pasar esta oportunidad.

Aldric, sintiendo una renovada determinación, miró a sus amigos y asintió.

—Tienen razón. Organizaremos una misión para ir a Vermont esta misma tarde y encontrar a Ylva. Esta vez, no fallaremos.

Los tres hombres sonreían felices, porque solo estaban a un paso más cerca de encontrar a la princesa perdida y reunir a la familia real.

Aldric estaba a punto de salir para organizar la misión de búsqueda cuando fue interrumpido por la llegada de Lyra, quien es un hada que se asemeja a una joven humana, apenas alcanzando el metro cuarenta de estatura. Su cabello verde esmeralda, que cambiaba a plateado bajo la luz de la luna, y sus grandes ojos azules brillaban con una antigua sabiduría. A pesar de su apariencia frágil, su corazón era el de una guerrera, y su amor por el poderoso licántropo Thorne, el tío de Aldric, era tan profundo como el océano.

Lleva un vestido etéreo de color azul verdoso, que combinaba perfectamente con su cabello y ojos. Parecía estar tejido con hojas y pétalos, dándole un aspecto natural. Sus alas translúcidas como el cristal reflejaban los colores del arco iris cada vez que se movía, creando una visión deslumbrante y mágica.

—Tía Lyra, qué placer verte en mi reino —dijo Aldric con sorpresa y respeto.

—Sobrino, una disculpa por no avisar mi llegada, pero he venido a traerte noticias importantes —dijo Lyra, su voz suave pero firme.

Aldric la miró con curiosidad. Sabía que cuando Lyra aparecía, siempre había algo de suma importancia que debía atender con rapidez, de lo contrario ella hubiera enviado una carta como la última vez.

—Tía, ¿qué noticias traes? —preguntó Aldric, acercándose a ella.

Lyra esbozó una pequeña sonrisa antes de continuar.

—He escuchado sobre el aullido que resonó anoche. Ya el lobo se ha despertado, pero creo que no ha causado estragos en el mundo de los humanos, lo que es un alivio para nosotros.

Aldric asintió, sintiendo una renovada esperanza.

—Ya estamos planeando una misión para ir a Vermont. Al parecer es mi hermana —dijo Aldric con determinación.

Lyra lo miró con seriedad y añadió:

—Sobrino, he venido a darte unas noticias no tan buenas. Aunque entiendo que debes ir a Vermont, como rey debes atender otro asunto de importancia aquí.

Aldric frunció el ceño, preocupado por lo que Lyra estaba a punto de decirle.

—¿De qué se trata, tía? —preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Hay problemas en algunos territorios de los hombres lobos que requieren tu atención inmediata. Los clanes están inquietos y es esencial que intervengas para evitar un conflicto mayor —explicó Lyra.

Aldric suspiró, sabiendo que sus responsabilidades como rey no podían ser ignoradas.

—Entiendo, tía Lyra. Me encargaré de ambos asuntos. Organizaré la misión a Vermont y luego atenderé los problemas en cada Reino. No puedo dejar que nada ponga en peligro a nuestra especie —dijo Aldric con determinación.

Lyra le sonrió y tocó suavemente su brazo, sus alas brillando con los colores del arco iris.

—Confío en que lo lograrás, sobrino. Que la luz de la luna te guíe en tu búsqueda y en tus deberes —dijo Lyra, suspiró antes de continuar su voz llena de seriedad—. Aldric, varios hombres lobos están creando un batallón de neófitos. Pero estos no son como los que han mantenido hasta ahora todos los Reyes de los licántropos y hombres lobos.

—¿Qué quieres decir exactamente, tía?

—Algunos son usurpadores, ocupando el lugar de los alfas legales, para así llevar a cabo su misión, secuestran a humanos y los convierten, pero estos hombres lobos son salvajes, su humanidad es casi nula y matan a todo el que encuentran a su paso —explicó Lyra, con una expresión sombría.

Aldric frunció el ceño, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Eso es extremadamente peligroso. Si esos neófitos se descontrolan, podrían causar una catástrofe. Necesitamos detenerlos antes de que sea demasiado tarde —dijo Aldric con determinación—. Pero, ¿cómo es posible que sean tan salvajes?




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