El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 25

Al día siguiente, Ylva se despertó lentamente, sintiendo una calidez a su alrededor. Al abrir los ojos, notó que era más tarde de lo que acostumbra a despertar. Se levantó, se aseó y se dirigió a la cocina. El desayuno ya estaba listo sobre la mesa y Ethan esperándola.

—Buenos días —saludó él.

—Buenos días —respondió Ylva algo apenada.

Ambos comieron en silencio, la tensión palpable en el aire. Después de terminar el desayuno, Ethan respiró hondo y le indicó a Ylva que se sentara a su lado en el sofá.

—Ylva, hay algo que necesito entender —dijo Ethan, mirándola a los ojos—. ¿Cómo hiciste lo de ayer? ¿Cómo… cómo hiciste eso? —preguntó Ethan, su voz llena de asombro.

Ylva, solo pudo sacudir la cabeza.

—No lo sé, Ethan. No lo sé… —respondió, sintiendo una mezcla de miedo y confusión sobre su verdadera naturaleza.

—¿No sabes? —inquirió él, quería saber más de ella y esta vez no dejaría escapar la oportunidad de entender lo que pasaba con ella.

—No lo sé, Ethan. No tengo idea de cómo sucedió —respondió, la joven.

Ethan la miró fijamente, tratando de encontrar alguna pista en su rostro.

—Entonces, dime… ¿Qué eres? —preguntó, su voz suave, pero llena de curiosidad.

Ylva desvió la mirada por un momento, antes de finalmente reunir el valor para responder.

—Soy como los hombres que nos atacaron, puedo transformarme en algo similar a ellos —dijo, su voz temblando ligeramente.

Ethan frunció el ceño, tratando de entender completamente lo que ella decía, pues habían sido atacados por hombres lobos, así que no entendía del todo.

—¿Similar? —preguntó, su tono lleno de confusión y curiosidad.

Ylva asintió lentamente, buscando las palabras adecuadas para explicar.

—Sí, similar. Pero no exactamente igual. Recuerda que ellos no solo tenían la apariencia de un lobo, sino que también eran… feos. Sus formas eran horribles, como si algo les hubiera cambiado su forma lobuna —dijo, recordando las figuras grotescas que habían enfrentado

—Si lo recuerdo perfectamente, diría que esos hombres lobo parecían… corrompidos. No era una transformación natural —dijo Ethan, reflexionando sobre lo que había visto.

Ylva miró a Ethan con una mezcla de preocupación y vulnerabilidad.

—Yo no soy como ellos. Mi transformación es diferente y lo del hielo… eso nunca había pasado antes. No sé qué me está pasando, Ethan. No entiendo nada —admitió, sintiéndose abrumada por la incertidumbre—. Pero podría decir que soy una mujer loba, bueno, creo que así es el término correcto.

Ethan se quedó en silencio, su mente procesando la revelación. Aunque había sospechado algo de su origen, pero escucharla confirmarlo era impactante. Sin embargo, una parte de él se sintió aliviada al saber la verdad.

—Mujer loba —murmuró Ethan, más para sí mismo que para ella.

La confusión en su rostro era evidente. A lo largo de su vida, había conocido a otros, hombres lobos e incluso a licántropos, pero jamás había visto a uno capaz de lanzar hielo. Esta habilidad era completamente nueva para él, y no sabía cómo encajarla en lo que creía saber.

—Ylva, he conocido a otros cambia formas antes, pero nunca he visto a nadie con tus habilidades. ¿Cómo es posible que puedas controlar el hielo? —preguntó, tratando de comprender mejor la situación.

Ylva sacudió la cabeza, su frustración evidente.

—Ya te lo dije antes, no lo sé, Ethan. Yo tampoco entiendo lo que me está pasando. Todo esto es nuevo para mí, y no sé cómo manejarlo —dijo, sintiéndose abrumada por la situación.

Ethan respiró hondo, sintiendo una mezcla de preocupación y admiración por Ylva. Sabía que estaban en medio de un misterio mucho más grande de lo que había imaginado, pero también sentía una conexión más fuerte con ella y que debía estar a su lado.

—Está bien, Ylva. No tenemos todas las respuestas ahora, pero encontraremos la manera de entenderlo juntos, ya verás que sí. No estás sola en esto —dijo, tomando su mano con suavidad.

Ylva le devolvió la mirada, sintiendo una chispa de esperanza en medio de la incertidumbre.

—Gracias, Ethan. De verdad, gracias por estar aquí —dijo, su voz llena de gratitud.

Ylva, tomando aire profundamente, decidió que era momento de saber más.

—Por lo visto, tú sabes mucho más del tema que yo —dijo, buscando en sus ojos alguna verdad oculta.

Ethan suspiró, sabiendo que debía ser honesto con ella.

—Sí, Ylva. Hay algo que también debes saber sobre mí —dijo, haciendo una pausa antes de continuar—. Yo también soy un hombre lobo.

La sorpresa se reflejó inmediatamente en el rostro de Ylva. Sus ojos se agrandaron y su boca quedó ligeramente abierta, incapaz de procesar completamente lo que acababa de escuchar.

—¿Tú también…? —murmuró, su voz apenas audible.

Ethan asintió, comprendiendo su reacción.

—Sí, desde hace muchos años. Es por eso que pude sentir la presencia de esos hombres lobo cuando se acercaron, y por eso entiendo lo que estás pasando, al menos en parte. Pero debo decirte que nunca he visto a un cambia formas con tus habilidades, Ylva. Esto es completamente nuevo para mí también.

Ylva se quedó en silencio, tratando de asimilar la revelación. Sentía una mezcla de alivio y confusión. Alivio porque no estaba sola en su naturaleza, y confusión porque había muchas cosas que aún no comprendía.

—No puedo creerlo… todo este tiempo —dijo finalmente, mirando a Ethan con una nueva comprensión—. Pensé que estaba sola en esto, pero ahora… ahora sé que hay más como nosotros, y que esto es real, no es una alucinación mía.

Ethan tomó su mano con suavidad, sintiendo una conexión aún más profunda entre ellos.

—No estás sola, Ylva. Nunca lo has estado. Y aunque nuestras habilidades sean diferentes, estoy aquí para ayudarte a entender. Juntos, encontraremos las respuestas que necesitamos —dijo con determinación.

—Gracias —Ylva agachó la mirada, se sentía conmovida.




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