El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 29

Durante los días que tenía el entrenamiento, Ylva había olvidado los cambios que su cuerpo experimentó días atrás debido a su naturaleza licántropa. Una mañana, cuando el invierno estaba en su apogeo y las temperaturas eran gélidas, se despertó, sintiéndose inusualmente acalorada.

Así que abrió la ventana de su cuarto, dando paso al aire frío del invierno que se filtraba a través de las cortinas. Sin embargo, Ylva sentía un calor extremo que la envolvía, cada vez más, y una extraña sensación se apoderaba de su cuerpo. Era una sensación desconocida para ella, intensa y abrumadora.

Ethan estaba en la cocina, preparando el desayuno, así que ella podía oler el aroma del café recién hecho y el crujido del pan tostado. Pero algo no estaba bien. Sentía su piel arder y su corazón latir con fuerza, como si algo dentro de ella estuviera despertando.

De repente, Ylva sintió la necesidad urgente de calmarse, de apagar ese calor que la invadía. Sabía que algo estaba cambiando dentro de ella, y la única solución que se le ocurrió fue un baño de agua helada. Sin pensarlo dos veces, se dirigió al baño y llenó la tina con agua fría.

Se desnudó y, sin pensarlo más, entró en el agua helada, la cual fue un alivio instantáneo. El calor intenso que sentía comenzó a disminuir, pero la confusión y la incertidumbre rondaban su mente, esto era algo nuevo para ella.

—¿Será esto el bendito celo que menciona ese libro? —murmuró para sí misma al recordar lo leído.

Ylva seguía sumergida en la bañera, el agua fría rodeando su cuerpo, pero a pesar del alivio momentáneo, no era suficiente para calmar la bruma de calor que la invadía. Cada célula de su ser parecía arder, como si una llama interna se hubiera encendido de repente.

Desesperada por encontrar un alivio, porque sentía que se volvería loca, Ylva decidió usar su poder. Extendió una mano y, concentrándose en la sensación de frío que tanto anhelaba, creó unos cubos de hielo. Los cubos flotaron en el aire por un momento antes de caer suavemente en el agua y derretirse alrededor de ella. Con sus manos, tomó algunos de los cubos y los pasó por su cuerpo, dejando un rastro de frescor en su piel.

La acción la calmó un poco. Sentía el hielo derretirse al contacto con su piel ardiente, y el contraste era un alivio bienvenido. Cerró los ojos y se permitió disfrutar de la sensación, aunque solo fuera por un momento.

Sin embargo, antes de que pudiera relajarse por completo, sus fosas nasales fueron invadidas sin compasión alguna por el aroma delicioso de Ethan. El olor a madera y especias de su piel era inconfundible, y el efecto que tuvo sobre ella fue inmediato. Una corriente de deseo recorrió cada fibra de su cuerpo, haciendo que su corazón latiera con fuerza y su respiración se acelerara.

El calor que creyó que estaba disminuyendo, regresó con más intensidad, tanto que sentía como su centro palpitaba, y a pesar de estar en el agua, podía sentir esa zona húmeda e incluso estaba segura de los fluidos que salieron de ahí.

Ethan, que aún estaba preparando el desayuno en la cocina, no tenía idea del efecto que su mera presencia tenía sobre Ylva. Sin embargo, Ylva sabía que necesitaba calmarse y encontrar una manera de manejar la intensidad de sus emociones.

El hielo ayudaba, pero no era suficiente para apagar el fuego que sentía dentro de ella. Sabía que debía hablar con Ethan sobre lo que estaba experimentando, pero aún no estaba segura de cómo abordar el tema sin sentirse avergonzada. ¿Qué le podría decir? ¿Qué su cuerpo estaba reclamando el de él?

Ylva se sumergía más en el agua helada y creaba más cubos de hielo, pero el calor que seguía sintiendo en su interior estaba en un punto que no podía controlar. Sus sentidos estaban agudizados, por lo que el delicioso aroma de su mate la enloquecía aún más.

Ese calor que sentía ella sobrepasaba cualquier frío que pudiera haber afuera. Su corazón latía tan fuerte que casi podía escucharlo retumbar en sus oídos. Podía sentir el deseo arder en su alma, anhelando la proximidad de su mate.

Así que ella se dejó llevar por lo que estaba sintiendo, porque el agua helada apenas podía frenar esa tormenta que rugía en su interior, salió de la bañera, su cuerpo goteando agua y desprendiendo un aura de feromonas que llenó la habitación con un aroma embriagador, las cuales eran como un susurro insistente de cuerpo que reclamaba a Ethan.

Se secó con rapidez y se envolvió en una bata de seda, pero la tela apenas cubría su cuerpo, dejando al descubierto sus largas piernas, y sus curvas resaltaban.

Ethan, aun en la cocina terminando de preparar el desayuno, de repente fue rodeado por el inconfundible aroma de su compañera, un perfume que había sentido meses atrás pero ahora más cercano. El aroma se apoderó de sus sentidos, como un embriagador rastro de flores nocturnas combinado con la frescura del rocío matutino.

Era una fragancia cautivadora, dulce pero sobre todo seductora, que parecía envolver su mente y su corazón. Ethan respiró profundamente, dejando que el aroma se infiltrara en sus pulmones y despertara cada fibra de su ser. Guiado por esa esencia irresistible, salió de la cocina y se encontró con Ylva descendiendo las escaleras.

El aroma de ella llenaba la habitación con su poderoso y embriagador olor a feromonas. Él no podía resistirse a ese delicioso perfume que emanaba la piel de ella. Sus sentidos se volvieron locos y un deseo incontrolable lo invadió.

—¡Mía!




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