Mientras Ethan y Ylva ayudaban a Elena en la cocina, la puerta de la casa se abrió, y los hermanos de la joven acababan de llegar. Al verla, una oleada de alegría y sorpresa iluminó sus rostros.
—¡Ylva! —gritó su hermano mayor, corriendo hacia ella.
En un instante, Federico la alcanzó y, sin dudarlo, la levantó del suelo, girándola en el aire. Los dos rieron juntos mientras él le daba vueltas y plantaba besos en su rostro, mostrando la intensidad de su alegría por verla nuevamente.
—¡Te extrañé tanto, loca!—dijo Federico, sin dejar de sonreír.
Ylva rio, disfrutando del momento, sintiéndose rodeada del amor de su hermano. Antes de que pudiera responder, su hermana menor, corrió hacia ellos y se unió al abrazo.
—¡Ylva! ¡No puedo creer que estés aquí! —exclamó Elsie, abrazándola con fuerza.
Los tres hermanos se abrazaron con fuerza, sintiéndose unidos después de tanto tiempo separados. Las risas y lágrimas de felicidad se mezclaban en el aire, creando un momento de pura alegría y conexión familiar.
Ethan y Elena observaron la escena con sonrisas en sus rostros, sintiéndose conmovidos por el amor y la cercanía de los hermanos. Era evidente que el regreso de Ylva había traído una oleada de felicidad a la familia.
—Ellos siempre han sido unidos —susurró Elena al joven—. La extrañaban tanto como nosotros y han estado anhelando que ella regresara, sobre todo mi Elsie.
—Ya me doy cuenta, es una bella familia la que tiene, Elena.
En medio de la alegría y las risas del reencuentro, Elsie, se dio cuenta de que había un invitado en casa. Separándose de sus hermanos, se dirigió hacia la mesa, apoyó sus codos sobre ella, enterrando su pequeño rostro entre sus manos y, con una mirada curiosa, preguntó:
—¿Y quién es este guapo, que se encuentra en medio de nuestra cocina? —dijo, con una sonrisa traviesa.
Antes de que Ylva pudiera responder, Elsie se adelantó con una actitud decidida y juguetona.
—Hola, guapo, soy Elsie, ¿quieres ser mi novio? Porque yo sí quiero ser tu novia —dijo con una seriedad cómica, extendiendo su mano hacia Ethan.
Ethan, sorprendido y divertido por la audacia de la pequeña, se rio y tomó la mano de Elsie con amabilidad.
—Encantado de conocerte, Elsie, me llamó Ethan. Pero ya tengo el corazón ocupado —respondió, guiñándole un ojo y mirando a Ylva con cariño.
Todos en la cocina estallaron en carcajadas.
—Elsie, siempre tan directa —dijo Ylva, todavía riendo—. Además, todavía no estás en la edad, deja de pensar en tener novio.
Elsie soltó una risita y se encogió de hombros.
—Bueno, tenía que intentarlo, porque eres un guapo muy guapo, y no se puede desperdiciar tanta belleza, pero lástima que he sido ganada por mi hermana —dijo con una sonrisa traviesa.
Ethan sonrió y se inclinó hacia Elsie.
—Eres una chica valiente, Elsie. Y me alegra conocer a alguien tan especial como tú —dijo, ganándose otra sonrisa de la joven.
Mientras todos reían y disfrutaban del momento, Federico, se cruzó de brazos y adoptó una postura protectora. A sus 20 años, su figura imponente y su semblante serio transmitían una clara sensación de celos y protección hacia su hermana menor.
Con una mirada amenazadora, Federico se dirigió a Ethan.
—Más te vale que cuides a mi hermana, que jamás se te ocurra tocarle un cabello —dijo con voz firme y seria—, porque si haces sufrir a mi hermana, tendrás que enfrentarte a mi furia.
Ethan, manteniendo la calma, asintió con respeto. Sabía que el hermano mayor de su nevosa solo quería protegerla, y admiraba su devoción, pues él, como hermano mayor, sabia lo que siente.
—Lo entiendo, Federico. Te aseguro que nunca haría nada para lastimar a Ylva. La amo y siempre la protegeré —respondió Ethan con sinceridad.
Federico lo observó por un momento más, evaluando sus palabras, antes de relajar un poco su postura.
—Más te vale cumplir con esa promesa —dijo finalmente, aunque su tono era un poco más suave—. Sé muchas técnicas de lucha y si eres un…
—Sí, lo soy —dijo Ethan divertido, interrumpiéndolo y mirando a ver si el joven mostraba algún indicio de temor.
Federico no pareció inmutarse y continuó con su mirada desafiante.
—No me importa, porque lo único que me importa es la felicidad de mi hermana. Si le haces daño, aprenderás de la peor manera lo que sé —dijo con seriedad.
Ethan sonrió.
—Lo entiendo perfectamente, y respeto tu protección hacia Ylva. Ya te lo dije, nunca haré nada para lastimarla —respondió con sinceridad.
Federico asintió, aparentemente satisfecho, con la respuesta, aunque aun manteniendo su postura protectora.
—Eso espero, lobito —dijo finalmente.
Elena se acercó y colocó una mano sobre el hombro de Federico.
—Vamos, Fede, deja a Ethan en paz. Sé que solo quieres proteger a tu hermana, pero creo que él está aquí para hacer lo mismo —dijo con una sonrisa comprensiva—. Deja el sermón para tu padre.
Federico dejó escapar un suspiro y asintió.
—Tienes razón, mamá. Solamente quiero asegurarme de que Ylva esté en buenas manos —dijo, soltando una pequeña sonrisa.
Más tarde esa noche, la puerta de la casa se abrió nuevamente y Thomas, entró. Al ver a su hija en la sala, se quedó paralizado por un momento, incapaz de creer lo que veían sus ojos.
—¿Ylva? ¿Es realmente tú? —preguntó con incredulidad, frotándose los ojos como si estuviera soñando—. Esto… no es real.
Ylva se levantó rápidamente y corrió hacia su padre, sintiendo una oleada de emoción abrumadora.
—¡Papá! —exclamó, envolviéndolo en un abrazo apretado.
Thomas la sostuvo firmemente, cerrando los ojos y dejándose llevar por la emoción del momento. Lágrimas de alegría empezaron a llenar sus ojos mientras abrazaba a su hija.
—No puedo creer que estés aquí. Pensé que estaba soñando —dijo con la voz quebrada por la emoción.
Ylva se aferró a su padre, sintiendo la calidez y la seguridad de su abrazo.
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Editado: 05.04.2025