Mientras caminaban por el bosque, Ylva, trataba de procesar lo que había escuchado “hada”, se detuvo con una mezcla de asombro y sarcasmo en sus ojos.
—¿Hadas? ¿Me van a decir que Tinkerbell existe? —dijo en tono irónico, cruzándose de brazos.
—Claro que existe —dijo, con una sonrisa divertida.
—¿Hablas en serio? —Ylva no podía creerlo.
—Bueno, técnicamente, Tinkerbell no existe, ya que es un personaje creado por humanos que tienen la creencia de los multiversos. Pero, eso sí, las hadas existen, y son mucho más impresionantes de lo que podrías imaginar.
Ylva parpadeó, claramente desconcertada, antes de fruncir el ceño.
—¿Qué? No me digas que también existen todos esos personajes de las historietas y la televisión —dijo, tratando de procesar la idea.
—Para un humano, ese es un mundo de fantasía, algo difícil de creer o aceptar. Pero la realidad es que todos existen. Las historias de hadas, hombres lobos, cambia formas, elfos… todo tiene una base real —dijo Ethan.
—Una vez lo dijiste, pero ¿cómo es eso posible? —murmuró, intrigada.
—Al principio, todos los mundos vivían en armonía. Humanos, seres sobrenaturales, e incluso hadas y elfos, convivían en paz. Pero con el tiempo, la supervivencia se volvió la prioridad. Los conflictos, la desconfianza y las diferencias hicieron que muchos eligieran vivir en las sombras, ocultos principalmente de los ojos de los humanos.
Aria asintió, y añadió.
—Y créeme, Ylva, te sorprenderías al saber cuántas historias que creías de ficción son más reales de lo que imaginas.
Ylva se quedó pensativa mientras seguían avanzando. La nieve crujía bajo sus pies, y la idea de que tantos seres míticos fueran reales comenzaba a cambiar la percepción de su propio mundo.
—Bueno, ahora sí que necesito sentarme y procesar todo esto —dijo con una risa nerviosa.
Aria le dio una palmadita en el hombro.
—Tómate tu tiempo. Esto es solo la punta del iceberg, querida —dijo, guiñándole un ojo.
Ethan sonrió, satisfecho, de que Ylva empezaba a aceptar la verdad, aunque fuera a regañadientes. Él mismo había visto todo el proceso que a la joven le ha costado aceptar esa realidad. Sobre todo cuando ella menciona que todo le parece un sueño del cual va a despertar.
Siguieron con la marcha, Ylva todavía procesaba la información a la vez que se imaginaba a las hadas.
—¿Sabes, Aria?… en un principio pensé que nuestra especie era la única que existía, luego me enteré de los vampiros y bueno, lo acepté. Y ahora esto de las hadas, los elfos, y toda esa cosa mágica… es demasiado para mí.
—Niña, todavía te falta conocer mundo —dijo Aria riendo.
—Entonces, ¿qué hay de los zombies? ¿También existen? —preguntó, mirándolos.
Aria se encogió de hombros con total naturalidad.
—Quizás, en nuestros mundos, todo es posible —respondió, como si la idea de los zombies no fuera tan descabellada.
Ylva dejó escapar un suspiro dramático.
—Genial. Justo lo que me faltaba, preocuparme por zombies ahora también —dijo, con un toque de humor en su voz.
Ethan rio suavemente y negó con la cabeza.
—No te preocupes tanto, mi amor. Si aparecen zombies, creo que podemos manejarlos. Aunque probablemente no se vean como los que aparecen en las películas.
—ja, ja, ja, qué gracioso.
El grupo siguió avanzando a través del bosque, mientras que Ylva empezaba a darse cuenta de lo vasto y complicado que era el mundo más allá de lo que siempre había conocido, y aunque seguía siendo difícil de creer, cada paso en este viaje le mostraba lo extraordinario que era.
—¿Y cómo son las hadas? —preguntó curiosa.
Aria sonrió ampliamente, con un brillo en los ojos.
—Son geniales. Y más si son tus amigas. Te sorprenderá con todo lo que pueden hacer, pero también tienen un carácter… interesante —dijo con un tono travieso.
—¿Y todas viven en bosques? —Ylva parecía una niña con miles de preguntas que tenía en su mente.
—No, depende de cada hada —dijo Ethan.
—Por ejemplo, Elowen vive más adentro del bosque, junto con sus hermanas, Liora y Maris. Son conocidas por sus habilidades únicas y su conexión con la naturaleza, así que un bosque es un hogar perfecto para ellas —dijo Aria.
—Entiendo, y necesitamos que Elowen nos ayude a abrir un portal al mundo de los ¿elfos? —dijo Ylva.
Aria sonrió y asintió.
—Elowen y sus hermanas son hadas que tienen un don muy particular: abren portales. Pero no cualquier portal, los que ellas abren son indetectables. Solo los que ellas eligen pueden usarlos.
—Wow, siento que estoy dentro de una película —exclamó Ylva.
Después de unos minutos más de caminata, Aria se detuvo de repente y giró hacia ellos con una sonrisa.
—¡Hemos llegado! —exclamó, extendiendo los brazos.
Ylva miró a su alrededor, desconcertada. Todo lo que veía eran árboles, nieve y más árboles.
—¿Esto es una broma? Porque yo solo veo un montón de árboles, nieve y más nieve —dijo, frunciendo el ceño.
Sin responder, Aria dio unos pasos más hacia adelante, hasta desaparecer de su vista. Ella solo notó una leve luz verde que brilló.
Ylva se quedó boquiabierta, y miró a Ethan.
—¿Qué acaba de pasar? —susurró, tratando de entender—. ¿También se puede desaparecer?
Ethan sonrió y le agarró la mano.
—Vamos. Es hora de que veas algo increíble —dijo, con un brillo de emoción en sus ojos.
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Editado: 10.05.2025