El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 43

Una vez dentro de la habitación, Ylva se sentó en el borde de la cama y miró a Ethan con seriedad.

—Ethan, ¿qué quiso decir ese Elfo? ¿Está alucinando o qué? ¿En qué parte de su linaje soy prima? —dijo Ylva, con un tono serio en su voz.

Pero antes de que pudiera continuar, Ethan tenía otros planes, así que se acercó a ella con una mirada cargada de deseo y empezó a besarla con una pasión desmedida. Sus labios se encontraron en un beso ardiente que hizo que el corazón de Ylva latiera con fuerza e incluso olvidara lo que estaba diciendo.

A pesar de no entender del todo lo que pasaba con Ylva sobre su verdadero origen, él quería que ella no se sintiera abrumada con tantas cosas. Las manos de Ethan empezaron a recorrer el cuerpo de su amada con urgencia, provocando en ella una sensación de deseo y anhelo. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, mientras se dejaban llevar por la intensidad del momento.

—Mejor descansemos —susurró él—. No pienses en nada, solo en mí.

Ella solo asintió mientras se dejaba llevar. La ropa salió volando de sus cuerpos, porque ahora era un deseo que los consumía a ambos, llevándolos a un éxtasis y pasión desenfrenada. Se miraron fijamente, y hasta sus instintos animales, despertando un deseo salvaje dentro de ellos.

Sus cuerpos, ahora desnudos, se acariciaban con ternura, explorando cada centímetro de piel que ardía con el fuego de la pasión. Ylva gemía suavemente en respuesta a las caricias de Ethan, sus uñas arañando levemente su espalda mientras su cuerpo se arqueaba de deseo. Los movimientos de él eran precisos y delicados, explorando cada curva de su amada con adoración y deseo, sintiendo la electricidad que recorría su piel con cada roce.

Sus labios se encontraban en un beso apasionado, sus lenguas entrelazándose en un baile sensual que los transportaba a un mundo de éxtasis y placer, a la vez que el calor entre ellos crecía a medida que se entregaban al placer mutuo, sus cuerpos entrelazados en una danza erótica que los consumía por completo. Los gemidos y susurros llenaban la habitación, creando una sinfonía de placer que los envolvía en un éxtasis incontrolable.

Ethan se deleitaba en esa mujer tan preciosa para él, por lo que sus caricias despertaban sensaciones intensas en el cuerpo de Ylva que la llevaban al borde del delirio. Sus dedos expertos exploraban cada rincón de su ser, provocando gemidos de éxtasis que se perdían en la bruma del deseo.

Ylva arañaba la espalda de Ethan, marcando su piel con una sensación de dolor placentero, a la vez que él se estremeció al sentir el contacto de sus uñas sobre su piel. Los gemidos guturales escapaban de sus gargantas mientras se entregaban al placer primitivo que los consumía.

Ylva emitió un gruñido bajo mientras Ethan se deleitaba en esos hermosos melones, él se sumergió en la suavidad de su pecho, acariciandolos con su boca logrando que ese acto le llevaban al éxtasis a ambos. Se embriagaba de su perfume, se dejaba llevar por la melodía que emanaba de su piel, entregándose a la danza eterna de su amor.

Sus cuerpos sudorosos se movían en perfecta armonía, danzando al ritmo de sus deseos más primitivos y salvajes. Era una conexión absoluta, donde se perdieron en una espiral de placer y amor, fundiéndose en un baile apasionado que los unía en cuerpo y alma.

En la calma del crepúsculo, dos seres destinados a estar juntos se entregaban a la pasión desbordante que los unía en un lazo eterno y profundo, porque su unión es una que trascendía lo humano, una pasión que solo podía nacer entre dos lobos y enlazados por el destino.




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