El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 47

Tari los guió más allá del Palacio, atravesando los hermosos jardines que parecían no tener fin. Con cada paso, el entorno comenzaba a transformarse. Las flores by el ambiente cálido de los jardines dieron lugar a un bosque que parecía emerger de otro tiempo, envuelto en penumbras y un aire misterioso. Los árboles eran altos y retorcidos, con ramas que se entrelazaban como si quisieran atrapar la luz.

Ylva miró a su alrededor, sintiendo un leve escalofrío al adentrarse más en el bosque. Tari, sin detener su paso, habló.

—Este bosque —dijo, su voz serena pero profunda—. Aunque su apariencia pueda parecer inquietante, nos ha permitido vivir en tranquilidad. Es como si protegiera nuestro lugar, asegurándose de que nada ni nadie interfiera con lo que construimos aquí.

—Ya veo —respondió Ylva—. ¿Exactamente a donde vamos?

—Un dragón los llevará hasta Lycandar, así que los llevaré hasta la frontera.

Ylva asintió y el silencio se hizo presente entre ellos el cual era interrumpido únicamente por el crujir de las hojas bajo sus pies y el suave murmullo del viento que atravesaba las ramas.

El aire dentro del bosque parecía más denso, cargado de ese misterio que lo envolvía por completo. Ylva, mientras caminaba junto a Tari y Ethan, no podía apartar la sensación de que algo en ese lugar la observaba, aunque no de manera hostil, sino curiosa. Las ramas altas y retorcidas formaban arcos por donde apenas se filtraba la luz, y el único sonido era el crujir de las hojas bajo sus pies.

Sin embargo, la mente de Ylva no estaba del todo en el entorno. Una pregunta llevaba rondándole desde que Tari mencionó la conexión de su sangre con la de los elfos. Finalmente, no pudo contenerse más.

—Tari, ¿qué antepasados tenemos en común? —preguntó—. Un abuelo, bisabuelo ¿cual de ellos?

Tari, se detuvo por un momento. Giró ligeramente la cabeza hacia Ylva, con una leve sonrisa.

—Nuestra conexión digamos que viene más o menos de mi tatarabuela, usemos ese término para que me entiendas...

—¿Me estás llamando bruta? —pregunto Ylva algo molesta—. Por sí no lo sabes, tengo inteligencia.

—Tari, no quiere decir eso —se apresuró Ethan a responder.

La elfa se giro y siguió su camino sin prestarle mucha atención a la queja de la loba.

—Ella estuvo casada con un licántropo hace muchos, pero muchos años, es la única en nuestra línea que no se casó con un elfo. Aunque hace tanto tiempo que muchas cosas se han perdido entre las generaciones, pero las huellas de esa unión todavía están en tu sangre, Ylva.

Ylva arqueó una ceja, procesando la información.

—¿Así que tú... estás diciendo que mi linaje viene de una unión...? —preguntó, intentando atar los cabos, quería entender la conexión — Quiere decir que ¿tú también llevas algo de licántropo en tu sangre?

Tari negó con la cabeza, una ligera sonrisa cruzando su rostro.

—No, Ylva. De la línea de la que provengo, nadie se casó con lobos ni licántropos. Mi tatarabuela y todos sus descendientes directos permanecieron fieles a los suyos, siempre uniéndose con otros elfos —explicó con calma, mientras sus ojos brillaban levemente al recordar.

Ylva frunció el ceño, claramente confundida.

—Pero entonces, ¿cómo es que somos familia? Dijiste que compartimos un antepasado...

Tari asintió suavemente, deteniéndose un momento mientras las hojas crujían bajo sus pies.

—Lo que sucede es que fue, la hermana de mi tatarabuela, quien se casó con un licántropo. Fue una unión inusual para nuestra familia, y es la única de la que tengo conocimiento en nuestra historia. Tú provienes de esa línea, Ylva. La descendencia de esa unión incluyó matrimonios con lobos y licántropos en generaciones posteriores, lo que consolidó tu naturaleza licántropa —explicó con paciencia.

Ylva guardó silencio mientras procesaba las palabras de Tari. Poco a poco, las piezas comenzaban a encajar en su mente.

—Así que, en mi ADN hay sangre élfica debido a esa línea... —murmuró, más para sí misma que para Tari—. Pero mi naturaleza principal es la de un licántropo.

—Exactamente. Eres una mezcla única de ambos linajes, Ylva. Es lo que te hace especial y más poderosa —añadió Tari, mirándola con una mezcla de seriedad y afecto—. Esa conexión no cambia quién eres, pero sí te da un papel importante en lo que está por venir.

—Ok, ok, entendí.

Después de caminar un buen rato, el paisaje comenzó a abrirse. El bosque tenebroso dio paso a un claro, y lo que se presentó ante ellos dejó a Ylva y a Ethan completamente atónitos. La vista era simplemente impresionante. Dragones enormes de escamas brillantes surcaban el cielo con majestuosidad, y sobre ellos, elfos los cabalgaban con gracia y destreza, como si fueran una extensión de su propio ser.

—¡Wow! —exclamó maravillada Ylva.

Ethan se detuvo, observando la escena con asombro y admiración.

—Es impresionante... —murmuró, más para sí mismo que para los demás. Luego se giró hacia Tari—. Me alegra ver que has logrado la unidad entre elfos y dragones. Es algo que nunca pensé que sería posible.

Tari sonrió, con modestia y un destello de orgullo en sus ojos.

—No es solo mi trabajo, Ethan. Esto también ha sido gracias a los Reyes Dragones del Reino cercano. Su sabiduría y voluntad de trabajar juntos han sido cruciales para alcanzar esta unión —respondió, mientras sus ojos seguían a un dragón que volaba con elegancia sobre ellos.

La escena seguía dejando sin palabras a Ylva, quien apenas podía creer lo que veía. El aire en el claro era diferente, más ligero, lleno de una energía mágica que parecía vibrar con cada movimiento de los dragones y los elfos. Todo en este lugar parecía sacado de una leyenda viva, una prueba de que la paz y la unidad podían existir, incluso en un mundo lleno de caos y desafíos.

—Aún, pienso que estoy soñando —exclamó Ylva.

—Amor, no es un sueño, es real, es nuestro mundo —dijo Ethan mientras le daba un abrazo—. Ellos son tan reales, como lo somos nosotros.




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