El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 61

El jardín del palacio se extendía bajo la luz plateada de la luna, cada hoja y pétalo reflejando su resplandor con un brillo sereno.

Aunque el invierno cubría el reino, en ese lugar se sentía cálido, como si el viento susurrara consuelo en lugar de frío. Ylva caminaba lentamente, absorbiendo la tranquilidad de la noche.

A su lado, Ethan la acompañaba en silencio, su presencia tan firme como reconfortante. De pronto, la envolvió en un abrazo, su calidez contrastando con la frescura del aire nocturno. Sin decir mucho, inclinó su rostro y la besó con ternura, un gesto que hablaba más que las palabras.

Cuando se separaron, sus ojos se encontraron, llenos de certeza.

—Todo estará bien, mi amor —le aseguró, su voz baja pero firme—. Podrás ayudar a tu mamá.

Las palabras resonaron en el pecho de Ylva, como una promesa, como una verdad que ella misma debía aceptar.

Ethan acarició su rostro con gentileza, asegurándose de que ella lo creyera.

—Por eso, debes esforzarte en tu entrenamiento.

Ylva tomó aire, sintiendo el peso de la responsabilidad pero también la esperanza.

Porque ahora… sabía que no estaba sola. Siempre podía contar con su mate. Los días siguientes fueron una prueba de paciencia para Ylva, era algo que le había costado mantener en los últimos meses.

Su urgencia por salir en busca de sus padres crecía con cada amanecer, pero Aldric ya se lo había dejado claro: primero debía aprender a controlar su propio poder antes de pretender influir en el de alguien más.

Por su parte Aldric y Katrina se aseguraron de que conociera sus raíces, de que entendiera quién era, de dónde provenía, la historia que la había llevado hasta este momento.

Fueron conversaciones largas, llenas de revelaciones y recuerdos que se guardaban en fotografías, que poco a poco, le hacían sentir estar en casa.

Una tarde, mientras compartían historias en el salón principal, Katrina la miró con emoción brillando en sus ojos.

—¡Hermana, tienes que contarme todo! Se que aún guardas secretos de ahí —exclamó, moviéndose inquieta en su asiento, pues ella nunca ha estado cerca de muchos humanos—. ¿Cómo es el mundo humano? ¿Cómo vivías? ¡Debes haber tenido aventuras increíbles! Sólo me has contado una parte, pero yo quiero saber más.

Ylva sonrió con ternura ante el entusiasmo de su hermana. Era como si cada día reforzara más el lazo entre ellas.

—Bueno, no todo fue increíble.—admitió, acomodándose mejor en el sofá—. Tuve buenos momentos, pero también mucha incertidumbre. Siempre sentí que algo me faltaba… como si no perteneciera del todo allí.

Katrina asintió con comprensión.

—Claro que no perteneces ahí —dijo con seguridad—. Porque este es tu hogar. Y ahora que estás aquí, todo será distinto.

—Esa parte también es su hogar, Katrina —dijo Aldric con calidez—. Aunque no sean parientes directos, son quienes la cuidaron y gracias a ellos, nuestra hermana esta de vuelta, de alguna manera, también pertenece ahí.

Katrina miro a su hermano, asintió lentamente, tenía razón, no podía quitarle a Ylva su familia humana.

Pero además, de esas conversaciones, su entrenamiento comenzó, donde Aldric, por su parte, se encargó de enseñarle mas sobre su linaje, sobre los poderes que corrían por sus venas.

Y antes de enfrentarse a cualquier práctica física, debía entender primero la teoría. Aprender cómo funcionaban los poderes, los ciclos de la magia, las transformaciones, los límites y las posibilidades de su energía. Ya que solo entonces estaría lista para el siguiente paso.

—¿Es en serio? —pregunto con los ojos abiertos al entrar en un salón el cual tenía un gran pizarrón y varios pupitres.

Aldric asintió.

—Pensé que se habían acabado las clases para mí.

—El tiempo dependerá de ti —dijo el con una sonrisa—. Si apruebas los exámenes, las prácticas serán lo más rápido que puedas imaginar.

En una de sus sesiones, mientras él le explicaba sobre la magia y las transformaciones, Ylva no pudo evitar preguntar:

—¿Por qué tengo que aprender todo esto antes de ir a buscar a nuestros padres? Ya llevamos semanas aparte de que, es la teoría —inquirió con impaciencia—. Podría aprenderlo después. Primero quiero verlos, que sepan que estoy viva.

Aldric la miró con seriedad, su postura firme.

—Ya te lo he dicho antes. Si no puedes controlar tu propio poder, ¿cómo pretendes ayudar a alguien más? —le respondió con calma—. Recuerda que las emociones sin control pueden desatar caos. Debes aprender antes de actuar y todavía no estás lista para eso.

Ylva suspiró frustrada, entendiendo el mensaje, pero aún sintiendo esa necesidad de avanzar. ¿Como le explicaba a su corazón que debía ser paciente? Ella sabía que su entrenamiento era clave, aunque su corazón seguía ansioso.

Ethan, quien la acompañaba entre cada descanso, apoyaba cada paso que daba, ella era muy buena para la teoría.

—Pronto podrás hacer lo que tanto quieres —le dijo una noche, mientras paseaban por uno de los jardines—. Pero debes confiar en el proceso. Esto no es solo aprendizaje, es fortaleza.

Ylva lo miró con una mezcla de frustración y cariño.

—Lo sé, solo que no quiero esperar tanto, todo esto se me hace eterno —susurró—. Quiero verlos. Quiero saber si mamá está bien, abrazarla. Siento a Luna ansiosa.

Ethan le acarició el rostro con ternura antes de acercarse y besarla con suavidad.

—Y lo harás —aseguró—. Pero primero, debes prepararte.

Ylva cerró los ojos, dejando que la calma de sus palabras la envolviera. Porque aunque su urgencia seguía ahí, sabía que, en el fondo, Ethan tenía razón.

Los días de teoría habían sido impecables.

Cada prueba que ella realizó fue excelente, dejando a Aldric genuinamente maravillado por su rapidez de aprendizaje y comprensión de todo lo que implica su mundo.

—Siempre fui una buena estudiante —dijo con orgullo, cruzando los brazos con una leve sonrisa.




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