El despertar del lobo. Crónicas del diamante

Capítulo 69

La noche había caído sobre Lycandar con un silencio inusual. No era la calma antes de la tormenta, sino la pausa que precede a una revelación.

Lyra caminaba por los pasillos del palacio con paso firme, su capa de terciopelo oscuro rozando el suelo como una sombra viva. Había convocado a Aldric en la sala de los espejos, un lugar reservado para conversaciones que no debían ser escuchadas por oídos comunes.

Aldric la esperaba, de pie junto al espejo central, donde las imágenes del pasado y del futuro a veces se entrelazaban.

—¿Qué ocurre, tía? —preguntó, notando la tensión en su rostro.

Lyra se detuvo frente a él, sus ojos brillando con una mezcla de certeza y temor.

—Ylva… —comenzó—. Hay algo en ella que aún no ha despertado. Algo que ni siquiera tú, con todo tu poder, podrías controlar si se desata sin guía.

Aldric frunció el ceño.

—¿Te refieres a su vínculo con Ethan? ¿A su linaje Lancaster?

—No —respondió Lyra, con voz grave—. Me refiero a algo más antiguo. Más profundo. Un poder que no pertenece solo a los lobos… sino al origen mismo de la magia salvaje, recuerda que el linaje de ustedes no solo desciende de los lobos.

El silencio se volvió espeso.

—He tenido visiones —continuó—. Fragmentos. Ecos. Y en todos ellos, Ylva aparece como un faro… o como una grieta. Su alma está conectada a una fuerza que no ha sido tocada en siglos. Y si despierta sin preparación… podría destruir tanto como salvar.

Aldric se quedó quieto. No por incredulidad, sino por respeto.

—¿Crees que Makon lo sabe? ¿la busca por eso?

—No del todo. Pero intuye algo. Por eso la busca. No solo como omega… sino como llave.

—Pero mi hermanita no es una omega —sonrió Aldric—. Es un Alfa de Alfa, hasta yo me rindo ante ella.

—Pero el no lo sabe. Solo viene cegado por el poder que cree que tiene Ylva.

Aldric se acercó al espejo, donde la imagen de Ylva entrenando con Ethan se reflejaba brevemente.

—Entonces debemos protegerla. No solo del enemigo… sino de sí misma.

Lyra asintió.

—Y cuando llegue el momento… debemos estar listos para elegir si ese poder se libera… o se contiene.

Ambos sabían que esa decisión no sería fácil.

Porque cuando el linaje despierta…
el mundo tiembla. Mientras Lyra y Aldric debatían el poder ancestral que dormía en Ylva, en los patios del Palacio, Ethan comenzaba a aceptar el peso de su legado.

Durante días había evitado el título, el símbolo, la responsabilidad. Pero ahora, con la guerra acercándose y su historia revelada, ya no podía negarlo: él era el heredero legítimo de su manada.

—No se trata de quererlo —le dijo Iván, su padre, mientras lo observaba entrenar—. Se trata de merecerlo. Y tú lo mereces, Ethan. No por tu sangre… sino por tu corazón.

Ethan asintió, por primera vez sin discutir. La decisión estaba tomada. Porque ya no huiría más.

Y en otro rincón del campo de entrenamiento, Aria y Dereck se exigían al límite. Cada golpe, cada salto, cada maniobra era ejecutada con precisión feroz. No entrenaban por gloria. Entrenaban por amor.

—No voy a permitir que le pase nada —dijo Aria, jadeando mientras se levantaba del suelo—. Ni a Ethan… ni a Ylva.

—Lo sé —respondió Dereck, limpiándose la sangre de la ceja—. Y si tenemos que caer para que ellos vivan… entonces caeremos peleando.

Isabel, también se había unido a los preparativos. Como vampira tenía su conocimiento de estrategia y su temple la hacían valiosa. Su madre, Elara, una mujer de mirada sabia y voz serena, caminaba entre los soldados como una sombra protectora.

—No subestimen a los que no tienen garras —dijo Elara a un grupo de licántropos y vampiros—. A veces, la mente es más letal que el cuerpo.

Ylva observaba todo desde una terraza alta.

Su gente. Su familia. Como su vida había cambiado con el despertar de su lobo.

Ethan se acercó, aún con el sudor en la frente.

—¿En que piensa mi princesa hermosa?

Ylva lo miró, con una sonrisa que mezclaba ternura y fuego.

—En tí, quiero disfrutar de un delicioso postre de lobito.

Ethan se acercó lentamente a Ylva, hipnotizado por su belleza y su aura de peligro. La atracción entre ellos era palpable, como una corriente eléctrica que los unía en un deseo ardiente y salvaje.

—Sabes que estamos a punto de empezar una guerra ¿verdad? pero aún asi ¿me tientas?

Sin decir una palabra, Ylva tomó la mano de Ethan y lo llevó hacia una habitación oscura y llena de velas. El ambiente se llenaba de un aroma a incienso y flores silvestres, creando un ambiente misterioso y sensual.

—Yo solo quiero disfrutar un rato con mi amado —susurro ella.

—Creo que debo darme un baño primero nena —susurro el extasiado.

—Eso es lo de menos —dijo ella llevándolo a una bañera.

Ethan se dejó llevar por la exquisita suavidad de la piel de Ylva, y la pasión estalló entre ellos en una explosión de besos apasionados y caricias insaciables. Sus cuerpos se fundieron en un baile erótico y desenfrenado, perdiéndose en un torbellino de lujuria y deseo incontrolable.

Ylva susurró palabras dulces y provocadoras en el oído de Ethan, provocando gemidos de placer en respuesta. Se entregaron el uno al otro en una danza íntima y salvaje, explorando cada centímetro de sus cuerpos con avidez y pasión desenfrenada.

El hambre se apoderó de ellos y se convirtieron en criaturas de la noche devorándose mutuamente con un fuego abrasador. En ese instante, Ethan supo que nunca volvería a ser el mismo después de haber probado el éxtasis de la pasión con una loba tan sensual y peligrosa como Ylva.

Y juntos, bajo la luna que comenzaba a llenarse, se juraron que no habría rendición. Porque cuando el linaje despierta… el amor también se convierte en arma.




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